Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Goya

23/07/2020

Podemos decir que el virus no sólo ha destruido vidas. Y economías. Y empresas.Se ha llevado por delante imperios. Y no sólo en lo material: también en lo reputacional, que me parece más grave. Afecta a los sistemas médicos del Reino Unido, a Francia, a la solvencia de la Italia rica y a los Estados Unidos.

La vergüenza que muchos comentaristas americanos están experimentando por la deriva de su país es tan elocuente que sorprende un deteriodo tan ostensible. Hacen el ridículo en la manera cómo abordan la crisis,y se enfrentan a los problemas. Ahora les ha tocado a los herederos de Prudencio Unanue, nacido en Villasana de Mena en 1886 que hizo realidad el sueño americano. Es el creador de Goya, que alimenta a media américa con sus latas de comida, y uno de cuyos gestores, se involucró en el apoyo a Trump y su enfoque sobre la emigración. Puede que asumiera un rol innecesario.

Pero todo ha resultado patético: la reacción contra la empresa, el modo cómo la familia Trump ha salido anunciando latas de frijoles, incluido el preboste máximo fotografiado en el despacho oval rodeado de latas de conservas.

En aras de la libertad han hecho el ridículo en el uso de las mascarillas, los tratamientos y las reaperturas. Queriendo ser más prósperos han caído en la incuria y adolecen de los peores datos del mundo, ellos que se las dan de controlar el mundo, ahora los americanos bajo el control del virus. 

El “caso Goya” es expresivo de la deriva de un segmento muy amplio de la población de los Estados Unidos, instalados en una opulencia que les impide relativizar su falta de valores y les lleva al abismo. Las sociedades democráticas y avanzadas esperamos que la otra América, docta, culta, democrática, reaccione a tiempo y deje de especular con pensar que la disyuntiva son los fríjoles y los garbanzos de Goya, el de Burgos.