Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Cierta tristeza

18/04/2019

No sé si será por al algazara electorera convertida en orgiástica almoneda de ideas vanas; por la agresiva pluviosidad con la que las nubes volverán a asestarle un latigazo inmerecido a la Semana Santa que tanto esperan tantos y a la que tanto desespera el mal tiempo. No sé si las imágenes dantescas de Notre Dame en ardiendo en el siglo XXI tal y como ardían las catedrales en el siglo XVI. No sé, como digo, si estos u otros factores pueden influir en el ánimo mustio. O sencillamente porque acaba de fallecer el último creador del columnismo, Manuel Alcántara.

Lo cierto es que a este tiempo penitencial le corresponde un cierto pesimismo de ver cómo todo se está desbocando: como si de repente a todo el mundo le diera por acentuar la pulsión agresiva que deviene innatamente de nuestra condición animal; como si de pronto la sociedad hubiera optado por las ideas subalternas en lugar de los postulados de calado. Como si ahora la moda fuera acometer una cierta huída hacia ninguna parte, eso sí, deprisa y corriendo.

Si alguna utilidad tuviera la Semana Santa instrumental que nos ha dado por endilgarnos a nosotros mismos debiera ser la expiatoria, en la medida en que este tiempo sirviera para macerar esas doctrinas delicuescentes con las que la sociedad parece querer alimentar su propia superficialidad. Tantas son las promesas y de tan imposible cumplimiento que el tramo siguiente es la melancolía.

Es de imaginar que también a lo mustio le llegará la Pascua y que el inconveniente de relatar el día a día es el mismo menoscabo que tiene el pájaro respecto del caminante cuando se trata del camino: es lo mismo, pero se ve de otro modo. Definitivamente voy a tener que cambiar el enfoque.