Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Gobierno a la vista

11/01/2020

Cuando Felipe VI reciba mañana a Pedro Sánchez, para que le presente la lista del Ejecutivo con el que tiene previsto comenzar la andadura de la XIV Legislatura, ya se habrá enterado de todos los nombres por la prensa. Esto no es ni bueno ni malo, sino que responde a la decisión de cada presidente del Gobierno  de cómo comunicar la composición del Consejo de Ministros. José María Aznar guardaba los nombre celosamente en el famoso ‘cuaderno azul, José Luis Rodríguez Zapatero era más expeditivo y convocaba una rueda de prensa y resolvía rápidamente las crisis de gobierno. Mariano Rajoy nombraba los ministros con voluntad de que perduraran y solo las dimisiones sobrevenidas le hacían cambiar su gabinete. Pedro Sánchez ha preferido, en las dos ocasiones en las que se ha visto en la tesitura de nombrar a su equipo, el método del goteo, comunicar los nombres de los futuros ministros a lo largo de un par de días permitiendo asimilar la decisión.

Todos son celosos de su prerrogativa de nombrar a los ministros, lo que no puede evitar la proliferación de quinielas, aunque como en el caso de los cónclaves papales en que quien entra Papa sale cardenal, en el caso del gobierno  suele ocurrir lo mismo. Además con Pedro Sánchez las quinielas raramente aciertan. Pero lo que no se puede negar es que las personas elegidas para las responsabilidades que asigna tienen un reconocido prestigio en su campo. Así fue con la mayoría de los ministros de su ‘Gobierno bonito’ tras la moción de censura, y así ha sido con las personas designadas para sustituir a los ministros que no repiten, entre los que se encuentran independientes con mando en plaza que abandonan importantes responsabilidades nacionales e internacionales para entrar en el Ejecutivo.

Los ministros que nombrará procedentes del pacto con Unidas Podemos tienen un carácter distinto, son personas que han desarrollado su labor política en el seno de las organizaciones que componen esa formación, y en muchos casos se desviste un santo para vestir a otro, se desmantela parte del aparato del partido y del Parlamento para ocupar cargos en el Gobierno y se tiene en cuenta las cuotas ideológicas y territoriales, de IU a las confluencias. A todos los presidentes les ha ocurrido lo mismo cuando han tenido que nombrar ministros procedentes de  aquellos territorios que han exigido presencia por haber contribuido a su victoria, como el futuro ministro de Sanidad, Salvador Illa procedente del PSC.

El Gobierno de Pedro Sánchez es uno de los que contará con más ministros de la democracia, después de años de ir compactando responsabilidades y disminuyendo su número como gesto de austeridad. La formación de un gobierno de coalición y las primeras escaramuzas entre los socios ha subido a cuatro las vicepresidencias y ha repartido funciones que antes estaban dirigidas por un solo ministro, mientras que los cambios en las denominaciones de los ministerios demuestran también la voluntad del Gobierno de dar respuesta a los nuevos problemas sociales, de la digitalización a la movilidad, del reforzamiento de la acción económica exterior al reto demográfico. Pero no a todos los sectores les ha gustado la separación de funciones en distintos ministerios por las dificultades que puede entrañar para su gestión y el aumento de la tensiones entre departamentos.