Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Inmunes ante la soledad

30/12/2020

Marga es una señora de 91 años. Viuda, con tres hijos y de fácil palabra y mal oído. Vive sola en su piso de toda la vida y lo único que la mantiene conectada con el exterior es la televisión, un teléfono móvil y las cajeras del supermercado de barrio de su calle. Estos días de Navidad no se diferencian de otros en nada y, aun así, no pierde la sonrisa. Como mucha gente a su edad, no recuerda bien lo que hizo ayer, pero te relata con todo lujo de detalles su vida cuando era joven. Y aunque no lo exterioriza, estoy convencido de que le asusta morir en soledad y quizá sin que nadie se percate de ello hasta pasados unos días.
La historia de Marga es real y, lamentablemente, la que sufren muchas otras personas de avanzada edad que viven solas: más de 850.000 mayores de 80 años en España. Ciertamente, la pandemia ha puesto el foco en las residencias de ancianos en las que el impacto del coronavirus ha sido vergonzante. Pero me pregunto qué hacen las instituciones públicas por esas personas que viven sin más compañía que la de sus recuerdos.
Casi tres millones de personas superan los 80 años en España, pero la proyección del INE avanza que serán 7 millones en cinco décadas. Seremos un país más viejo y con más personas viviendo solas: casi 6 millones ya en cuestión de una docena de años. La soledad es un problema que afecta a toda la sociedad y, por tanto, cuando escuchamos que un anciano ha sido hallado muerto en su casa tras varios días sin que nadie se percatara de ello, supone un auténtico fracaso colectivo. Más allá de las ayudas por la Dependencia, falta desarrollar una verdadera legislación contra el desamparo, porque una vez más, las iniciativas solidarias y ciudadanas van por delante. Y para afrontar este grave problema no hay que esperar a ninguna vacuna salvadora, porque la solución está en nuestras manos.
Hoy y mañana seguiremos pendientes de si en la cena de Nochevieja nos podremos reunir seis o diez personas, mientras en la casa de al lado, en la que vive Marga, esa circunstancia sonará a burla. Solo quizá una nueva convocatoria electoral haga resurgir su existencia en próximas fechas.