Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Reduflación

01/05/2022

Desde aquella crisis financiera y económica que empezó a apretarnos el dogal alrededor del cuello en 2008, hemos aprendido o, mejor dicho, interiorizado, un montón de términos que casi nadie sabe explicar pero cuya mera mención produce terror.
Hasta hace unos años, lo peligroso era que volviera a dispararse la prima de riesgo, aunque el diferencial con los bonos alemanes a diez años importe un bledo al común de los mortales y, en estos tiempos que los cursis llaman de postpandemia, aunque el virus no se haya ido, ni mucho menos, vuelve a la escena un nivel delirante de deuda, que superó con creces, en 2021, la cifra de 1,4 billones de euros, algo que jamás había padecido España y que lastra nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Como estos guarismos no son suficiente problema, la realidad nos abofetea desde un frente nuevo cada vez, que se solapa con el anterior y que, en el caso de Castilla y León ofrece matices especiales como el envejecimiento y la despoblación. Pandemia, crisis económica, deuda pública, nivel de paro, descenso del nivel de ocupación, locura con el 'pool' eléctrico –del que casi nadie quiere hablar con claridad–, precios disparados de la energía y los combustibles desde bastante tiempo antes de que Putin invadiera Ucrania, crisis del transporte, crisis del sector primario –ambas, sin resolver– , guerra y subida generalizada de precios.
Vemos un parche tras otro. Se limita el precio del gas y se aprietan levemente las clavijas europeas para bajar el precio de la luz, eso sí, a quienes tengan la factura regulada. Si no pone PVPC, ya puedes tragar saliva porque alguien tendrá que pagar la diferencia. De hecho, Facua ya ha advertido de que el tope de 50 euros del megavatio hora al gas no va a impedir que este año paguemos el recibo «más alto de la historia» (sic).
Pues eso; que, entre los términos que debemos interiorizar figura el de 'reduflación'. ¿En qué consiste? Básicamente, en que muchas empresas han optado por vender el mismo envase con el mismo precio que antes de toda esta locura pero con menos cantidad en su interior. 
De esta forma, en vez de subir el producto de forma razonable, prefieren no exponerse a que la gente compre la marca blanca y hacen la jugadita. Por supuesto que es absolutamente legal porque, donde antes ponía 800 gramos de determinado cacao soluble en polvo, ahora pone 760 gramos. Dejan que te engañes con tus propias conclusiones y, total, hace ya mucho tiempo que nos preguntábamos porqué no se hacía el bote más pequeño.
Me hace gracia que digan que es de ahora cuando hace años que empezaron a hacerlo, por ejemplo, fabricantes de geles, champús y productos de limpieza. ¿Nunca te has preguntado por qué ese envase de gel tenía una cantidad idiota, de 660 mililitros? Así, entre otras cosas, tienes que ponerte a calcular en el supermercado cuánto cuesta realmente el litro o el kilo, que suele venir en la etiqueta pero tan pequeñito que necesitas una lupa.
Y otro día hablamos del etiquetado.