Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Fuego cruzado

14/05/2023

La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Democrático, Teresa Ribera, ha vuelto a despacharse a gusto en sede parlamentaria. Al igual que ya hiciera semanas atrás, ha criticado duramente las políticas de Castilla y León y, curiosamente, lo ha hecho al hilo de otra cuestión planteada por Foro Asturias que en nada tenía que ver con esta Comunidad. Ribera ha cargado contra Castilla y León al afirmar que se incentiva el abandono de los pueblos por el paulatino cierre de consultorios, ambulatorios y servicios educativos. Un asunto, el de la despoblación, que, sin duda, afecta sobremanera a los territorios del interior y, como es notorio, al más extenso y disperso, que suma más de 2.200 municipios, o sea, el 25% en la práctica del total de localidades existentes en España.

La ministra se ha vanagloriado de que el Gobierno de Pedro Sánchez es el que más ha hecho para frenar este grave problema, aunque la realidad es otra bien distinta. Según Ribera, el cambio de tendencia ya se percibe en el conjunto del país, salvo, curiosamente, en esta Comunidad Autónoma, donde «las cosas van fatal», dixit.

Como era de esperar, la respuesta de la Junta de Castilla y León no se ha hecho esperar y reprocha a Ribera su manifiesta obsesión y los reiterados ataques hacia Castilla y León, que además pretende rentabilizarlos en vísperas de las inminentes elecciones. El presidente de la Junta, Fernández Mañueco, ha tenido que salir al quite, calificando de «indigna» la actitud de la vicepresidenta tercera del Gobierno.

Todo lo anterior no es más que un nuevo fuego cruzado, consustancial en la disputa entre partidos, pero que aquí se recrudece por la propia singularidad de un Ejecutivo autonómico que preside el PP con un gobierno en coalición junto a Vox. Era obvio que, desde el mismo instante de formalizarse este 'matrimonio de conveniencia', iba a ser, de un lado, el mejor banco de pruebas para la propia capacidad de gobernanza de Vox y la cohabitación entre dos partidos que pescan en los mismos caladeros de votos, y, de otro, que esta coalición inédita era para el Gobierno de la nación el blanco perfecto donde lanzaría sus dardos más afilados.

Nada que no corrobore incluso la campaña que, oficialmente, ha comenzado en la madrugada de este viernes, en la que no sólo está en juego el poder autonómico y local sino también la correlación de fuerzas del particular duelo que enfrentará definitivamente en diciembre a Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.

El de Castilla y León, por la peculiaridad de su gobierno de colación, y el de España, por el apoyo proveniente de la extrema izquierda, son dos polos opuestos, antagónicos, pero con ciertos anclajes telúricos coincidentes: la imperiosa necesidad de coexistencia para no perder el poder y la renuncia a determinados principios ideológicos por la simple razón de supervivencia. A lo que añadiría un tercer elemento concurrente: el efecto nocivo que suelen producir para la ciudadanía en general este tipo de acuerdos y pactos contra natura.

Y lo de la ministra Teresa Ribera hay en que enmarcarlo en ese pernicioso escenario en el que lo que menos importa es atajar realmente la galopante despoblación y sí erosionar al contrario, a pesar de que el barco en el que viajamos todos acabe por zozobrar. Pero, como dice el refrán, que 'cada palo aguante su vela'.