Juan José Laborda

RUMBOS EN LA CARTA

Juan José Laborda

Historiador y periodista. Expresidente del Senado


Homenaje maravilloso a mi amigo Tomás Fernández García (final)

05/06/2022

Este es el relato final de cuando Guglielmo Ferrero (Italia,1871-Suiza,1942) se nos apareció a Tomás Fernández García, antiguo vicerrector de la UNED, y a mí, al que convocamos por espiritismo, y lo que el gran historiador italiano, y combatiente por la libertad, nos contó en su segunda y espectral ocasión:
Guglielmo llevaba ahora unos libros en sus manos, y volví a experimentar la estúpida tentación de acercar mi mano para tocar esos libros, pero reprimí mi reflejo; es como si estuviese alegre por efecto de beber o asimilar algún excelente destilado enervante. 
Lo que nos contó Guglielmo en aquel momento, y hasta el día de hoy, pues Tomás y yo le convocamos en cuanto tenemos dudas vitales (en estos últimos tiempos le llamaríamos todos días, pero no nos atrevemos a molestarle tanto), así como el pensamiento de nuestro amigo sobrenatural, lo llevamos contando de palabra y por escrito durante los últimos años; no se trata de una confesión de plagiarios, desde luego que no, pues nosotros dos contamos lo que ese gran pensador nos trasmite hablándonos desde ultratumba, mientras la mayoría de los demás habladores, opinadores y todo tipo de autores, están limitados a citar sólo lo que leen en sus obras, y en general, lo que acaban sabiendo de ese autor, como de los demás autores que citan, de segunda, tercera y enésima mano, y de esa manera conocen sólo lo que Guglielmo escribía hace tiempo, mientras Tomás y yo reflejamos lo que nuestro amigo piensa en el presente.
Gracias a Tomás conocemos su opinión acerca de muchas cosas. Cuando volvió a presentarse otra vez, tras su desaparición, lo hizo cuando Tomás explicó la evolución de los derechos humanos desde que terminó la segunda Guerra Mundial en Europa, y años después, en España. Pero lo que emocionó a Guglielmo, hasta el límite de su segunda transfiguración, fue lo que Tomás dijo de los derechos de las mujeres, de su situación social en la misma época, como lo acabo de apuntar unas líneas antes. 
Guglielmo vibró mientras hablaba. Su pasión rechazando a Mussolini, del que dijo era mentor de Franco, se conjugaba con su conocimiento histórico y sociológico de la condición femenina. Habló de su libro sobre Las mujeres de los césares, pero lo que irradió satisfacción, y a nosotros nos produjo emoción, fue cuando citó a su esposa, Gina Lombroso, con la que había realizado importantes investigaciones sobre las mujeres, la prostitución y los delitos. Guglielmo dijo que hoy escribiría diferente sobre las mujeres criminales, y Gina también lo haría, pues ahora no seguiría tanto el positivismo de su padre, Cesare Lombroso, dando ahora ambos más importancia a los factores económicos en el comportamiento de las mujeres, y en suma, del individuo en la sociedad. Si Guglielmo habló de Gina fue porque Tomás le dijo quién era Laura en su vida. 
Tengo que agradecer a Tomás que haya establecido con Guglielmo una costumbre para reflexionar sobre las amenazas a la democracia que dura hasta hoy. En realidad, la habilidad de Tomás consistió en retomar el punto en que estaba nuestro amigo en su disertación cuando se evadió en nuestra presencia. 
Cuando Tomás le pidió que volviese a hablarnos de su idea de que la democracia era sólo el mejor sistema de todos porque su gobierno estaba controlado por las leyes, Guglielmo abrió uno de los libros que tenía en sus manos, y nos dijo que iba a leernos unas líneas de su autor, que era lord Acton, con quien compartía conversaciones eternas. 'Fijaos en la tercera frase, la que nunca se cita -exclamó Guglielmo-, pues es clave para entender que el poder convierte en demonios incluso a los santos'. Leyó en el original inglés: 'Power tends to corrupt and absolute power corrupts absolutely. Great men are almost always bad men'. Guglielmo, sonriendo, murmuró: 'un español se pasa toda su vida aprendiendo inglés', y tradujo: 'El poder corrompe, el poder absoluto, corrompe absolutamente. Los grandes hombres han sido casi siempre malas personas'. 
Al vernos encantados oyendo esas palabras, Guglielmo abrió el segundo libro, y entonces nos dijo que Cervantes era un pensador político moral tan grande como Thomas Hobbes, y que su denuncia de la mentira en la vida pública es en el Quijote tan severa como en el Leviatán. Entre otros pasajes leyó este párrafo cervantino: 'La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde'. 
Desde entonces Tomás y yo nos citamos con nuestro amigo sobrenatural. ¡Cuánto aprendo de oírles a los dos y qué placer tan grande y extrañamente singular siento! Aunque sabemos por Guglielmo lo que piensan los integrantes de una reunión, llamémosla tertulia del paraíso, de la que él es asiduo (desde que conversa con Tomás), sobre la actual democracia española, siempre nos traslada ánimos de sus tertulianos para los demócratas españoles. La última vez, coincidiendo con un cambio de gobierno en España, nos mandaron a través suyo un mensaje alentador, que en síntesis era que España ahora no está sola en Europa. 
Guglielmo respondió a Tomás que en esa última reunión estuvieron presentes, además de él, Cervantes, lord Acton (que en realidad es un italiano), Gina Lombroso, Gerald Brenan, Luis Cernuda, María Zambrano, y habían invitado a su tertulia a Demócrito, a Martín Lutero, a Karl Marx y a Groucho Marx, que forman otro grupo de amigos tertulianos, y que son populares en el más allá porque están discutiendo siempre sobre la existencia de Dios. Por eso fueron estupendos opinando sobre España.