Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


No era broma

17/03/2020

Responsabilidad es estos días la palabra, y el concepto, de moda. Lo repiten las autoridades, los sanitarios, los medios de comunicación y los ciudadanos a título personal. Y parece que el mensaje va calando, que todos nos hemos dado cuenta de que el coronavirus no es un broma, ni una exageración, ni un pequeño lapsus raro en una situación que creíamos dominada. Unos días de descanso y, hala, vuelta a la normalidad como si nada hubiera ocurrido. Pues, no. El problema es muy grave. Nos damos cuenta ahora cuando nos asustamos por el crecimiento del número de muertos y de contagiados, cuando ha llegado el Estado de Alarma y nos pueden sancionar hasta por salir a la calle, cuando hemos comprobado que lo de quedarse en casa va muy en serio y que es la mejor forma de luchar contra la pandemia, cuando vemos cerrados bares, restaurantes y tiendas, cuando, en fin, escasea el transporte y está restringido cualquier tipo de movimiento. O sea, que era cierto los que nos llegaba de China («a saber si es verdad, estos chinos…») e Italia («lo que no pase allí…») y que tenía nula solidez la creencia de que, en España, no podría suceder algo similar. Obviamente, ya hemos cambiado de opinión. El COVID-19 se ha enseñoreado de nuestro país y ha obligado al Gobierno a tomar medidas drásticas, que podrían ser más duras o prolongadas si el mal no remite o, al menos, se frena. Y ha obligado también a insistir en lo de la responsabilidad, por si alguien no lo había entendido a la primera. Y a hacernos todos el firme propósito de no cometer más fallos (ha habido muchos) y de dar prioridad a lo importante y urgente. No es hora de discutir sobre quién tiene tal o cual competencia o de criticar retrasos o aspectos puntuales. Tiempo habrá de hablar cuando pase todo. Mientras tanto, seamos, de verdad, responsables. Hagamos lo que nos piden y lo que esté en nuestra mano para derrotar al coronavirus. Y vayamos pensando también si no es hora de replantearnos el tipo de sociedad que tenemos y que creíamos imbatible. Íbamos a refundar el capitalismo y ya ven. ¿Qué refundaremos tras la pandemia?