Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Madrid

22/09/2020

Todo el mundo mira a Madrid. No es de ahora pero desde ayer se ha intensificado. Si Madrid se costipa, España tose. Y más con la gravedad del rebrote de la pandemia cabe la Cibeles. El país contiene la respiración hasta saber si las medidas decretadas- ¿obligada?, ¿sonámbula?- por Isabel Díaz Ayuso surten efecto o van a ser tan poco eficaces como tardías han sido. ¿Por qué se han tomado con tanto retraso? Es fácil adivinar un componente partidista. Nosotros los del PP lo podemos hacer mucho mejor que Pedro Sánchez, que encerró a toda una nación por capricho, venganza social-comunista o vaya usted a saber las verdaderas razones. Pero no; Díez Ayuso y sus socios de Ciudadanos no lo han hecho mejor; y a las pruebas me remito. Madrid es la comunidad autónoma con más afectados y con mayor aumento de contagios. Y 850.000 de sus ciudadanos, habitantes de los barrios y localidades más pobres, están ya semiconfinados, llamémoslo como queramos llamarlo. Pero toda esa gente tiene que trabajar, abrir sus negocios, ir a clase, moverse, usar el trasporte público. ¿Cómo se la va a controlar?, ¿cuántos agentes hacen falta para vigilar, pedir papeles, revisar documentación, proponer sanciones? 850.000 ¿se dan cuenta? Más de la tercera parte de toda la población de Castilla y León en solo 37 áreas sanitarias de Madrid. Tantos como Zamora, Ávila, Palencia, Segovia y Soria juntas. Todos a Madrid. Todo para Madrid y la periferia. Los de tierra adentro que lloren su soledad y no se quejen que para eso tienen espacio, aire limpio, silencio reparador y lobos. Ahora, con el virus desbocado, en la capital de España lamentan la densidad de población, el hacinamiento, los pisos raquíticos, pero el personal sigue emigrando a Parla, a Usera, a Vallecas, mientras aquí continuamos perdiendo habitantes; los ancianos porque se mueren; los jóvenes porque se van… sobre todo a Madrid. Quizás sea un momento oportuno para reflexionar sobre estos asuntos, si es que alguien lo tiene a bien. Y suerte a los madrileños. Y a los demás, claro.