Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Echarte de la red

08/02/2021

Tal es la relevancia que, en estos tiempos y para mucha gente, ha adquirido la presencia en una red social, que quedar excluido de ellas se convierte en una especie de estigma personal en determinados entornos. Casi como si se perdiera un rasgo distintivo de la personalidad, pues es cierto que, para muchos de los usuarios de Twitter, Facebook o Instagram, su perfil en una u otra de esas redes ha llegado a ser una parte integrante de su propia identidad. Quizá sea un poco excesivo, pero es bastante real.

No digamos si el excluido de una red o de todas es un personaje conocido. Cancelar o bloquear sus cuentas ya no sólo tiene ese efecto estigmatizante; se trata ya de una noticia de impacto y, en algunos casos, de una notición de primer nivel. Pienso, cómo no, en la decisión que no hace mucho tomaron los dueños de alguna de esas redes de interceptar la vía de comunicación telemática nada menos que de un tal Donald Trump. Fue esos días en que andaba alentando el asalto al Capitolio cuando estaba a punto de producirse el cambio de inquilino en la Casa Blanca. La decisión fue mayoritariamente aplaudida, aunque a sus seguidores no les gustara, y hasta se vio como un saludable gesto de respeto democrático por parte de los magnates de las redes.

A mí me entró alguna duda. Me pareció bien el objetivo de la decisión, a la vista de lo que estaba pasando, pero hubiera preferido que la decisión la hubiera tomado un juez norteamericano, o, cuando menos, una autoridad legitimada y neutral, investida de competencia legal para supervisar la red. La presencia en las redes tiene en este momento todo el significado de una manifestación de la libertad de expresión a través de esos canales de uso público, abierto y general, aun tratándose de espacios de comunicación de titularidad privada. Ser dueño de una red es hoy algo más incluso que ser dueño de un periódico, de una emisora de radio, o de una cadena de televisión, a la vista de las características y el acceso a cada uno de esos medios. Quizá haya casos flagrantes de comisión de un delito, o de falsedad evidente, en que el dueño deba poder actuar, pero es un riesgo que tenga manos libres para dejar entrar o mandar salir de allí indiscriminadamente. En todo caso, interesante asunto éste para un bonito debate.