Dijo Pedro Sánchez en campaña, para justificar la repetición electoral, que un pacto con Podemos habría quitado el sueño a más del noventa por ciento de los españoles. Deben ser los mismos que ahora se sienten atrapados en una tela de araña donde cualquier salida se antoja mala. Este fin de semana, incluyendo el lunes, los actores del acuerdo que puede permitir a Sánchez permanecer en la Moncloa consultan a sus militancias si aceptan los términos del pacto. Tanto Podemos como el PSOE esperan un apoyo apabullante de las bases, pese a que los puntos programáticos son tan indefinidos como etéreos (los podría suscribir un votante del PP sin sentir malestar alguno). Porque la llave del pacto no está ahí, en el programa, sino en el reparto de poder, de atribuciones y de ministerios entre ambas formaciones. Eso es lo que con discreción y opacidad se está negociando a marchas forzadas. Es precisamente ese ansia indisimulada de poder lo que preocupa y desvela. Al tiempo que resulta inquietante que a la militancia se le prive de opinar sobre las "cesiones" a los independentistas de ERC, para que con su abstención pueda salir adelante la investidura. Que tampoco se mencionen las profundas discrepancias con Podemos en torno a la forma del Estado y la Monarquía; o sobre el término "plurinacional" para describir a España. Las consultas a las bases son prueba de democracia interna en las organizaciones políticas. Pero, si se omite lo principal y se consulta lo obvio, pierde todo sentido, salvo el de guardar las apariencias. ¿Quieren los socialistas que la mesa de partidos sea el punto clave de la negociación con ERC? ¿Están de acuerdo con que Podemos se sume al acto en contra de la Monarquía como el celebrado esta semana en Madrid con la presencia de la dirigente Isa Serra? Por su parte, ERC planteará el lunes una pregunta tan alambicada que puede dar pie a un resultado y su contrario: "¿Estas de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación?" Las acusaciones de "botifler" a Gabriel Rufián han hecho daño, y de cara a unos próximos comicios en Cataluña no se pueden permitir apartarse de la pureza 'indepe' y ser sobrepasados en ortodoxia por el tándem Torra/Puigdemont. Pese a que en Ferraz y Moncloa son optimistas y confían en poder formar Gobierno antes de Navidad, la tela de araña de intereses encontrados y dispares, y las ambiciones de los protagonistas del pacto, pueden, todavía, llevarnos a una nueva repetición electoral. Y, entonces sí, Vox puede sobrepasar al PP, los restos de Ciudadanos se evaporarán en el éter y la derecha dura y ortodoxa se hará con el poder como en la Europa del Este. ¡Vaya trance!