Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


Segundos

05/06/2020

Alrededor de Guardiola siempre flotó cierto aire místico. Si meaba o no meaba colonia era la última vulgaridad asociada a un técnico que contribuyó a su propio enigma alejándose de las cámaras cuanto podía: «Hablo antes de cada partido y después de cada partido. Eso, en el Barça, son más de 120 conferencias de prensa. ¿Qué podría decir en entrevistas que no haya dicho ya?», dijo en una ocasión. En efecto, la sobreexposición de los técnicos ha permitido no obstante algo muy bueno en lo que pocas veces reparamos: la tranquila clandestinidad con la que trabajan los segundos entrenadores.

Ahora que el 'Mono' Burgos anuncia su adiós al Atlético para ser primer técnico surge, por tanto, una clara pregunta: ¿De verdad te interesa, Germán, abandonar la paz de las sombras para exponerte día sí-día también a los grandes focos? Un segundo entrenador planifica en segundo plano, sin gritos, analiza sin tener que dar la cara o cometer errores frente a un micrófono; charla con los futbolistas sin que trascienda, puede ser el encargado de la pizarra y el primer felicitado si la jugada ha salido bien, el que ve desde su reposada atalaya de serenidad lo que el 'primero' no ve en un mar de nervios, el que sugiere un cambio de jugador o de sistema cuando todo parece atorado o también el encargado de sujetar de la solapa a un entrenador a punto de perder los papeles, susurrándole: «Tranquilo, yo estoy aquí». Personas de perfil casi siempre bajo, máxima confianza y finos estrategas, a veces incluso más finos que quienes los eligen, los 'Pepito Grillo' del fútbol… que de cuando en cuando dan el gran salto. Y allá donde van ya no tendrán la protección (ambiental y mediática) de ese paraguas llamado «primer entrenador». Lo que necesitan para no perder la cabeza de entrada es un buen 'segundo' a su lado.