Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


El abrazo

16/05/2020

Es propiedad del Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía pero hace años que no colgaba en sus paredes por los cambios en la ordenación de la colección permanente que impone cada director. Se trata de una muestra de arte comprometido, cuando muchos pintores, escultores, actores militaban en el Partido Comunista de España y realizaban un arte político que con el tiempo fue perdiendo su sentido de protesta, de grito de libertad a medida que se consolidaba la democracia. El cartel de ‘El abrazo’ de Juan Genovés compartía espacio o competía con el Guernica de Pablo Picasso y fue el icono de uno de los momentos clave de la Transición, la amnistía política.  El pintor valenciano ha muerto a los 89 años y en su estudio se reunieron a veces los integrantes de la Junta Democrática.

‘El abrazo’ cuelga ahora de la Sala Constitucional del Congreso de los Diputados y es un grito mudo a quienes allí trabajan para recordarles la necesidad de que se forjen acuerdos que agrupen a la mayor parte de los representantes de los ciudadanos y superen las diferencias cainitas. El cuadro dio nombre al pacto de legislatura firmado entre Pedro Sánchez y Albert Rivera en febrero de 2016 cuando todavía las relaciones entre ambos eran buenas y veían la posibilidad de caminar juntos. Por el contrario, ‘El abrazo’ también tiene un significado contrario para los nuevos dirigentes de los partidos de izquierda, de Podemos y de IU, que consideran que la amnistía que representa la obra supuso la derrota de la posibilidad de realizar una ruptura con el régimen franquista y que quedaran sin perseguir los crímenes y la represión que llevaron a cabo a lo largo de cuarenta años, y de ahí su insistencia en acabar con el régimen del 78. Una actitud que tras su integración en el Gobierno de coalición no expresan con tanta virulencia, aunque mantienen su fijación con la figura del jefe del Estado.

Pero ‘El abrazo’ no solo interpela a la izquierda que defiende o critica las consecuencias de aquella amnistía. También lo hace a la derecha e incluso a la extrema derecha. Primero porque la tabla rasa también cubrió sus delitos y porque a ellos también se les debe el esfuerzo para que la evolución democrática tuviera éxito y de que en su seno se integrara una ultraderecha que, como síntoma, campaba a sus anchas por la ‘zona nacional’ del barrio de Salamanca de Madrid, donde se encuentra la calle Núñez de Balboa, y campaban a sus anchas los cachorros de Fuerza Nueva y ahora se siguen las consignas de Vox y de otros representantes políticos que animan a saltarse la legalidad.        

 La propagación del Covid-19 y las consecuencias económicas y sociales que se van a seguir de la pandemia, sitúa a toda la clase política actual ante un reto similar al del comienzo de la Transición porque es preciso realizar una reconciliación de intereses contrapuestos. Para ello se necesita manifestar la voluntad de hacerlo, pergeñar un acuerdo de país y atender a las necesidades de las personas y de los sectores que resulten más afectados. Se duda de la calidad política de quienes están llamados a alcanzar un abrazo en la Comisión de Reconstrucción del Congreso. Con los mimbres que hay habrá que hacer el cesto. Los beneficiados serían todos esos personajes anónimos del cuadro que de espaldas se abrazan para comenzar un proyecto común.