Óscar del Hoyo

LA RAYUELA

Óscar del Hoyo

Periodista. Director de Servicios de Prensa Comunes (SPC) y Revista Osaca


La agonía del mar

31/05/2020

Aparecen en cualquier esquina, tirados por el suelo, en los jardines, enganchados a los arbustos, en las puertas de los centros comerciales... Los guantes y mascarillas, esos que se han hecho indispensables para frenar la propagación del coronavirus, se han convertido en una auténtica plaga. Residuos que, como se está constatando cada vez en más zonas, acaban en el fondo del mar y cuyo efecto, si nadie lo remedia, va a ser catastrófico para un planeta que ya daba síntomas evidentes de colapso.  
 El mundo lucha desde hace meses contra una pandemia que no entiende de fronteras y que se ha llevado por delante la vida de más de 350.000 personas. El control de ese extraño virus, que salió de China para después golpear al corazón de Europa y que está hoy haciendo estragos en el continente americano, es el gran objetivo. No hay nada más importante en estos momentos que poner coto a la COVID-19, garantizar la salud de la humanidad y evitar el mayor número de muertes hasta encontrar un remedio en forma de vacuna. Sin embargo, la situación, al menos en España, con una reducción contundente en la cifra de muertes y contagiados, comienza a verse con esperanza. Hay que ser cautos, pero la victoria en la primera gran batalla contra este enemigo invisible y virulento, que no la guerra, parece estar cada vez más cerca.
Los esfuerzos se centran ahora en reactivar una economía que ha sufrido un parón forzoso y minimizar el impacto de una crisis que ha golpeado a todos los sectores y que, a largo plazo, según vaticinan los organismos monetarios, será devastador. Pero también es necesario conjugar este reinicio de la actividad con la sostenibilidad y el cuidado de un planeta del que no somos propietarios y en el que sólo ejercemos el papel de invitados.
 Cada vez son más las compañías que se percatan de la necesidad de que la recuperación se fundamente en políticas limpias, con cero emisiones, que protejan nuestro hábitat natural. La pasada semana más de 240 personalidades del mundo de la política, la sociedad civil y la empresa española firmaron un manifiesto, inspirado en la Alianza para una recuperación verde lanzada a nivel europeo, en el que, en un momento tan difícil por las consecuencias derivadas de la crisis del SARS-CoV-2, reclamaban al Congreso, más concretamente a la Comisión de Reconstrucción Social y Económica, que los planes de reactivación se basen en criterios que respeten el medio ambiente, logrando un consenso amplio y transversal en torno a un asunto capital para el futuro más inmediato.
La declaración, basada en el denominado Green  New Deal -Nuevo PactoVerde- y cuyos firmantes abarcan desde grandes CEOs del IBEX a pequeños empresarios, cooperativas y ONG, que pertenecen también a sectores tan afectados como la hostelería, el turismo o la agroalimentación, aboga por desarrollar una estrategia que, a través de la investigación y la innovación, continúe apostando por una transición energética sustentada en la eficiencia y la sostenibilidad. Europa, y por ende España, tiene ante sí el reto de aplanar la curva climática, reconvertir su actual modelo productivo, mucho más limpio y competitivo, aplicando el conocimiento tecnológico y la digitalización para, al mismo tiempo, generar empleo.
 El confinamiento y el cese radical de determinadas actividades industriales y sociales ha tenido un efecto directamente positivo en el medio ambiente. Los científicos han constatado que el agujero de la capa de ozono se ha suavizado en el Ártico y que la calidad del aire y de las aguas, como se ha podido comprobar en muchas ciudades, ha mejorado de forma más que considerable. Por contra, se ha registrado un aumento brutal del consumo de plásticos de un solo uso -mascarillas, guantes, bolsas...- que se desechan y no son reciclables. Esto, sumado a la bajada del precio del petróleo, uno de sus principales componentes para su fabricación, y a la prohibición de la separación manual en las plantas de tratamiento de residuos, ha provocado un nuevo boom de la industria del plástico, que hoy presiona a Bruselas para evitar su eliminación en 2021 como estaba previsto. 
El próximo viernes se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, centrado en la biodiversidad, y todos los esfuerzos y estrategias estarán condenados al fracaso si no es la propia ciudadanía, esa que durante el encierro echó tanto de menos la naturaleza, la que se conciencia de la necesidad de no arrojar estos elementos de protección en cualquier lugar. El mar, fuente de inspiración para tantos artistas, recibe 12 millones de toneladas de plásticos al año y, si no se actúa con diligencia, acabará agonizando, transformándose en el mayor basurero de la Tierra.