"Creo más en los héroes anónimos que no salen en los medios"

Javier Villahizán (SPC)
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Las letras y el verso son para este ciudadrealeño uno de los placeres y pasiones de la vida, al igual que poseer un proyecto vital, como les sucede a los nueve personajes de su nueva novela, 'Que nadie diga que no luchaste contra molinos de viento'

"Creo más en los héroes anónimos que no salen en los medios" - Foto: Rueda Villaverde

Lector empedernido -tanto que posee una biblioteca con más de 4.500 títulos-, poeta, ensayista, columnista y periodista. En su último libro, Que nadie diga que no luchaste contra molinos de viento (Almuzara), Manuel Juliá retrata cual Tom Wolfe la historia de nueve héroes anónimos que lucharon por su propósito hasta conseguirlo. Nueve relatos de superación dignos de admiración que el autor presenta hoy en Puertollano, su ciudad natal.

¿Quién es un héroe en el siglo XXI?

El héroe siempre está ligado a un tipo de hazaña que no es común o normal. Pero si queremos buscar héroes tenemos muchos junto a nosotros y en múltiples circunstancias de la vida, desde el que cuida a una persona enferma y dedica su vida a ella al que lucha por algo que considera injusto y se deja el alma en ello.

¿Quiénes son los quijotes de Manuel Juliá que luchan contra molinos de viento?

Son personas normales que luchan por la justicia, como la madre de una niña con anorexia que pelea para que existan determinados servicios especializados para su hija; o aquellos que batallan contra la adversidad, es decir, personas que ante una situación negativa en la vida y que parece irresoluble sacan fuerzas contra esa adversidad, como el padre que lucha contra una secta que ha secuestrado a su hija; y también esos otros que hacen algo por cumplir un sueño, aunque el sueño parezca imposible, por ejemplo ese hombre que lucha por construir una catedral y lo consigue. Esos son los tres ámbitos de la heroicidad. 

Estas nueve historias son realidades de auténtica vida, sin condimentos. Puro reporterismo.

Como hizo Truman Capote en A sangre fría cojo una realidad y la narro. El hecho que sean historias reales es muy importante porque da credibilidad a la narración, pero el tratamiento es como si se escribiera una novela de ellas. La realidad y la literatura dialogan en este libro y crean un único cuerpo.

¿Qué perfil tienen sus protagonistas?

Luchar por  los demás. Hay personas que no están todos los días en los medios pero si están todos los días luchando por la sociedad y por los demás. Además, todo quijote termina teniendo su sancho. Al principio son unos incomprendidos, pero cuando ellos ya empiezan a realizar su propósito y la gente ve que van de verdad, siempre aparece algún sancho.

¿Los héroes de la pandemia también son quijotes?

Cuando hay una circunstancia, como ha ocurrido con la pandemia, en donde lo que cada uno tiene que hacer es muy necesario, y hay personas que no solo hacen lo que tienen que hacer sino incluso más yo creo que son héroes. Y esta pandemia ha demostrado la tesis del libro, que los verdaderos héroes los vemos por la calle. Creo más en los héroes anónimos que en los de cabecera.

¿Cómo surge la idea del libro?

Se me ocurrió viendo las múltiples perspectivas que tiene El Quijote, que es un libro donde deja pocas cosas sin dar un ejemplo o un modelo, como el hecho de tener un propósito en la vida. Y pensé que una de las mayores enseñanzas del libro es esa, una vida sin propósito no merece la pena vivirla. El primer personaje que me surgió fue el de Justo Gallego, un agricultor que quería construir una catedral porque de joven no le habían dejado entrar en el seminario y se ha dedicado media vida a construir su propósito y es feliz. Los demás vinieron ya casi solos.

¿Cuál es la historia que más le ha impactado, que más le ha llegado?

Sin lugar a dudas la de Alberto Aguilar. Imagínate que tu hija cumple los 18 y se va de casa y después descubres que durante dos años ha habido un tipo que la abducido y que se ha aprovechado de ella. Que él dice que es un maestro del apocalipsis y que es el encargado de repoblar el mundo junto a 12 esposas. Y la convence. Y te enteras que esta en Perú y que encima dice que no se la moleste, que es mayor, que está allí porque quiere. Este hombre deja su trabajo, deja todo y se va a Perú a rescatarla.

Ha llevado los relatos de estos nueve personajes a la televisión (Quijotes del siglo XXI, Telecinco), pero también es columnista, poeta, ensayista y documentalista. ¿En qué ámbito se siente más cómodo? 

Cuando uno dice escritor lo dice ya todo. Pero creo que mi literatura bebe de la poesía. La poesía es una sensación y un sentimiento, una percepción de la realidad. 

Posee un fondo bibliográfico de más de 4.500 libros. Imagino que tendrá muchos autores de cabecera.

He ido creando a lo largo de mi vida una gran biblioteca. Yo leí en mis tiempos mucho a Freud y creo que hay una relación de afectividad entre el ser humano y los objetos. Tengo una serie de escritores que son los básicos para mí y difieren poco de los clásicos, Shakespeare, Cervantes y Homero. Y luego hay autores que los voy cogiendo: recientemente hay dos novelistas a las que me he aficionado mucho, son Carson McCullers, con una narrativa sureña que he leído muchísimo, y otra es Karen Blixen que firma como Isak Dinesen, que fue la que escribió Memorias de África

España es uno de los países que más publica, pero, ¿cree que es lector?

En España se da la paradoja que se publica mucho y se lee poco. Lo positivo es que la mujer ha entrado con fuerza  a la lectura y lo negativo que hay mucha novela con poco valor literario.

¿Se ha banalizado la literatura con los best seller?

Lo podríamos llamar la literatura de masas, de consumir y tirar. Pero no hay valor literario. Y la literatura de verdad es como la alimentación sana que te alimenta bien.

¿Cómo valora la reciente ley de Educación, tan criticada por muchos sectores?

En España se está desperdiciando el poder aprovechar la educación para aficionar a los chavales a la cultura. Eso no defender nuestro acerbo cultural en el colegio me parece que tiene un efecto social negativo que luego se refleja en la propia sociedad. Luego nos quejamos.