Los secretos de la Muralla de Segovia

A.M.
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Aunque la fortificación actual data del siglo XII muestra una gran variedad constructiva que revela la historia de la ciudad, al menos desde el siglo II antes de Cristo

Puerta de San Andrés - Foto: Rosa Blanco

Si las referencias nos marcan que la muralla de Segovia que apreciamos fue construida en torno al siglo XII y llegó a contar contó con 86 cubos y torres, de los que 80 están en pie, conservando 3,4 kilómetros de su perímetro, un recorrido minucioso de la mano de un experto nos descubrirá la película de la evolución histórica de la ciudad desde la prehistoria. mostrando una gran variedad constructiva. Declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento, en 1985, aún sigue siendo la gran desconocida, mientras que en distintos momentos de la Edad Moderna y Contemporánea fue sometida a reparaciones y actuaciones, aunque su peor momento llegó en el siglo XIX cuando el arquitecto municipal Joaquín Odriozola dirigió reformas urbanas que implicaron el derribo de las puertas de San Martín y San Juan así como los postigos del Sol y de la Luna. 

Puede que ensombrecida por el cinturón verde y deslumbrada por otros monumentos, como el Acueducto o el Alcázar,  este valor patrimonial ha sido objeto de estudios arqueológicos, en los últimos años, y de obras de restauración, que aún continuarán, formando parte del casco histórico declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. 

El arqueólogo territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio,  sostiene que «Segovia ha estado fortificada con toda seguridad» desde la Prehistoria reciente para acá. Se ha podido comprobar a raíz de los últimos descubrimientos en el espolón del Alcázar, donde pudo estar el solar antiguo de la ciudad,  con un asentamiento del Bronce final (1.100-1.200 aC) que, aparte de su posición estratégica tenían un mínimo sistema defensivo. 

 A continuación, las dos ciudades de la Edad de Hierro, los dos ‘oppida’, el de primera etapa Celtibérica y el Celtibérico pleno, estaban amurallados y defendidos, lo que se observa en las excavaciones que se hicieron junto a la Puerta de Santiago, en las que apareció un tramo importante de una defensa hecha con piedras y bloques casi ciclópeos, con materiales y piedras de relleno, que hay que asignar a la etapa Celtibérica de Segovia, que ponen las fechas junto con las referencias históricas de las guerras de conquista en época romana y de las celtibéricas.  «En el siglo II aC  Segovia estaba amurallada», subraya. 

Después, hasta la muralla medieval parece que en Segovia no había pasado nada, pero no es así, en opinión de Municio, ya que ha tenido una ocupación romana muy importante y, posteriormente, en época árabe: «Un romano no sabe vivir sin muralla y para un árabe, en el siglo VIII, es obligatorio fortificarse», aclara, mientras insiste en que se trata de dos culturas que se amurallan en lugares estratégicos como Segovia.

Reconociendo que es muy difícil excavar la muralla de Segovia, el arqueólogo territorial sostiene que la muralla medieval, que es lo que ve todo el mundo, ha tenido muchas etapas de construcción, desde que en tiempos de Alfonso VI, la ciudad se refortifica o se arreglan los lienzos existentes, encargo que realizó a Raimundo de Borgoña.  Las murallas aparecen en episodios bélicos posteriores como las disputas entre Alfonso ’El batallador’, de Aragón, y la reina Urraca, de Castilla, o las de Pedro I y Enrique de Trastámara.

La conclusión de Municio es que ahora se aprecia una película de la historia a la vez, «pero tuneada», aparte de que la muralla de Segovia tuvo bastantes periodos de abandono. A partir de la Guerra de las Comunidades se autorizan construcciones sobre ella, previsiblemente porque los partidarios de Carlos I no estuvieran muy conformes con que Segovia, que se le había revolucionado, tenga buenos sistemas defensivos.   

Actualmente es posible ver todas las fases históricas de la muralla en lugares bastante determinados, con algún cierto problema de accesibilidad, como la parte que sujeta la plazuela de la Reina Victoria Eugenia por el lado norte. En ese tramo se aprecia «con absoluta nitidez», según Municio,  la fortificación de la Edad de Hierro, el basamento Tardorromano, siglo II o IV dC, sobre ella la medieval y por encima de todo las reparaciones de Felipe II en adelante, «es una hoja de lectura histórica de la muralla extraordinaria».   Se trata del tramo en el que,  hasta ahora, mejor se ve la evolución histórica, de cómo la muralla ha ido reinventándose.

El arqueólogo territorial tiene la esperanza de que en las obras que se van a iniciar junto a la Puerta de San Cebrián y el Hospital de la Misericordia,  en las que va a haber una intervención de tipo histórico y arqueológico, se puedan empezar a leer algunas de las cosas que han permanecido escondidas. A su juicio, «hace falta excavar desde dentro, ver la cimentación, cómo se relaciona con la ciudad y si tenemos una muralla o esa suma de paños que la historia ha ido poniendo en la que lo más reciente nos impide ver por dónde empezó, no hay documentación sobre ello, hace falta esa visión completa en sección, por el interior, en relación con la ciudad, y a ver qué respuesta tienen en horizontal esas épocas que vemos en vertical: Hierro, Roma, Medieval y Edad Moderna. 

Si bien hasta ahora la ocupación islámica de Segovia se ha estudiado poco, están empezando a descubrirse y valorarse bastante de los elementos que tienen que ve con esta época, asegura el arqueólogo territorial.  

Hace años, su colega Juan Zozaya, ya fallecido,  habló de un tramo de muralla de factura Omeya, probablemente de época emiral, del siglo VIII, que va desde el Postigo de ‘El Sol’, en el Paseo del Salón, por toda la parte baja del solar del Corpus Christi.  Zozaya incluso las comparaba con el Qasr al-Jarana, del desierto de Jordania, en cuanto a la forma de construcción, muy distinta a las bases tardorromanas que se perfilan cada vez más en la muralla de Segovia que se distinguen perfectamente de las fábricas de corte andalusí que se pueden ver en la cara exterior de la Puerta de Santiago, con arco de ladrillo, de herradura, con unas características de arquitectura de corte hispano-musulmán.  

Además, en las últimas excavaciones en la ciudad van apareciendo otra serie de elementos de cultura material árabe que se pueden asimilar al califato, a Abderramán III, que hablan de una ocupación importante de Segovia que, con seguridad, tuvo que haber un aprovechamiento o un reforzamiento de las murallas para la protección del lugar.

La mayor parte de lo que se aprecia ahora es medieval, con excepciones en los basamentos en los que se ve la base de la muralla tardorromana, aclara Municio. También se pueden ver al lado de la Puerta de San Andrés, todos los sillares de factura romana, incluso con agarraderos para meter las grapas en forma de cola de milano, lápidas romanas reutilizadas, torres de basamento cuadradas apoyadas sobre roca, con una especie de banqueta que se van retranqueando, son características plenas, y la suma de todas mucho más, de esas murallas que se hacen en España, a partir de finales del siglo III y sobre todo en el IV, cuando la amenaza de los pueblos del norte empiezan a poner nerviosos a los romanos, como se aprecia también en las murallas de Tarragona, Barcelona, Girona, Córdoba.

Un recorrido acompañados por este arqueólogo con el fin de hacer esa lectura histórica,  comenzaría por el lienzo norte de la Plaza de la Reina Victoria Eugenia, la zona de la Puerta de San Andrés, en las épocas más antiguas, el tramo de época emiral en el Paseo del Salón –muy importante ver la diferencia que hay entre los dos tipos de fábricas, las hipanomusulmanas y las romanas–, sin dejar de hacer un recorrido por las puertas.  

Originariamente la muralla contaba con cinco puertas: San Andrés, Santiago, San Cebrián, San Juan y San Martín. Las dos últimas hoy están desaparecidas, se derribaron a finales del siglo XIX para ampliar el ancho de dos de las principales vías de acceso al recinto amurallado, la Calle San Juan y la Calle Cervantes. Asimismo, se abrieron varios postigos para facilitar el acceso en otros puntos de la muralla, cuatro de ellos hoy se encuentran desaparecidos: del Obispo, del Alcázar, de la Fuente Cercada, de San Matías o Picado. Otros cuatro son transitables: San Juan de los Caballeros, del Consuelo o Santa Columba, de La Luna o del Rastro y del Sol y de San Miguel o del Corpus Christi.

 

Más de 4,3 millones de euros en 14 años de restauraciones

La consolidación de la muralla ha ocupado parte del programa del Ayuntamiento de Segovia, a través de la Concejalía de Patrimonio, con una inversión superior a los 4,3 millones de euros, en los últimos diez años.  Recientemente, un total de 13 empresas, alguna de ellas segoviana, se han interesado por el proyecto de rehabilitación y consolidación de los paños y torres de la muralla situados junto a la Puerta de San Cebrián y el Hospital de la Misericordia, una zona que se encontraba en peor estado, con un presupuesto de 1.464.600 euros, del que el 75% se financiará con la aportación del 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento.  Además, el Ayuntamiento ha solicitado  subvención al Ministerio de Cultura y Deporte por 30.586 euros, el 75% del coste total, para realizar obras de consolidación en la torre 86 y el lienzo contiguo de la muralla en la zona próxima a la puerta de San Andrés, a la que se accede por la calle San Valentín mediante un tramo de escaleras.  Esta zona entre la puerta de San Andrés y la Casa del Sol, se encuentra en mal estado y requiere de una intervención que impida que se produzcan desprendimientos. 

 

Libro monográfico

El arquitecto Miguel Ángel Martín Blanco ha basado en parte del contenido de su tesis doctoral sobre ‘Segovia y sus murallas en la Alta Edad Media’, para trasladarlo a un libro, editado por Librería Cervantes, que puede ver la luz este verano. Quien fue responsable técnico de las Áreas de Rehabilitación Urbana (ARU) de la Judería y Canongías,  para el Ayuntamiento de Segovia,  sostiene que de la muralla de Segovia «no se ha escrito nada , posiblemente estamos hablando de la primera monografía y de que este monumento comience a recuperar visibilidad y cobre la importancia que tiene en la historia urbana de la ciudad, porque la estado bastante olvidada,  no solo en intervenciones,  porque se ha realizado un mantenimiento continuo, son muchos metros siempre interviniendo para conservarla».   Blanco mantiene la tesis de que la muralla no proviene de la repoblación de Alfonso VI,  ya que el control de los reinos cristianos del norte se produce en 1085, sino al menos cien años antes, a mediados del siglo X.