"Intentábamos venir llorados de casa"

A.M.
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Los profesionales de urgencias sanitarias recuerdan los peores momentos de la pandemia en la jornada de reivindicación del reconocimiento de la especialidad

Protesta para reclamar la especialidad de medicina y enfermería de urgencias y emergencias - Foto: Rosa Blanco

Durante las tres semanas más trágicas de la pandemia que colocaron Segovia en cabeza de la negra lista nacional de fallecidos, las dos últimas de marzo y la primera de abril, el jefe de servicio de Urgencias, Luis José Gómez de Montes, y la supervisora de Enfermería, Esther García Gil, mantenían tres sesiones de trabajo diarias con quien se iba incorporando a cada uno de los turnos de las ocho de la mañana, las tres de la tarde y las diez de la noche, también reforzados por  personal de otros servicios, como de quirófanos –en ese momento sin actividad–, porque la mitad de la plantilla estaba contagiada y había que hacer doble trabajo. 

Este miércoles, coincidiendo con una jornada reivindicativa para que se reconozca la especialidad de medicina y enfermería de urgencias y emergencias, así como la profesionalización de los técnicos de emergencias, Gómez de Montes ha recordado ante losperiodistas que tanto él como García Gil «intentábamos venir llorados de casa, para poder mantener aquí el ánimo, costase lo que nos costase (...), no nos hemos acabado de recuperar,  fueron trágicas las vivencias, nos cruzábamos por los pasillos con la mirada pérdida de lo que estábamos viendo, atendiendo, era un desembarco constante», recuerda. 

De todo aquello, a los profesionales de urgencias, considerados como ‘la puerta de la asistencia’, que comienzan a respirar  porque la situación revierte al mismo número de ingresos previo a la pandemia, les queda «una sensación de orgullo y de  volver a pedir que se nos haga caso y se ponga en marcha la especialidad, no es más dinero,  sino reglar la formación», explica Gómez de Montes.  

Todo el equipo humano del servicio no llegó a estar agobiado pero sí abrumado, tambien tenían familiares ingresados, algunos fallecieron y no pudieron acompañarles, incluso murió una de sus compañeras. Todo iba haciendo mella, por eso, cuando pase la pandemia, llegará la epidemia entre el personal sanitario, el daño moral,  ‘the moral injury’, del que hablaba una prestigiosa revista británica.

Pablo Alonso Chacón, médico adjunto de urgencias, que ejerció de portavoz de la concentración, donde participaron más una veintena de profesionales, reconocía que el desgaste físico y mental «es muy importante», aparte de asegurar que ha sido «un trabajo intenso, en unas condiciones mejorables, pero no hemos dejado de atender a ningún paciente, independientemente de la gravedad con las que han llegado al servicio». Esther García Gil reconoce que era desolador «ver a los pacientes cómo venían, pero la gente está orgullosa del trabajo que hizo, eso aporta un plus aunque tengas un sentimiento que no se termina de curar», 

Los concentrados están convencidos de que la especialidad redundará en la mejora de la atención al ciudadano, llevan 30 años reclamándola. Implantada en cien países, en la UE solo falta España, Portugal y Chipre. Lo seguirán peleando...