Ana Julia Quezada: "No quería matarle, solo taparle la boca"

Agencias
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La asesina confesa mantiene ser inocente pese a acabar con la vida de Gabriel y asegura que colocó la camiseta del pequeño en el cañaveral al quinto día de la desaparición porque quería ser detenida, al no poder cargar con la culpa

Ana Julia Quezada ha admitido este martes ante el tribunal de jurado que mató el 27 de febrero de 2018 al niño de ocho años Gabriel Cruz en la finca familiar de Rodalquilar, en Níjar (Almería), pero ha dicho que "no quería matarle" y que "simplemente le tapó la boca para que se callara". 

La asesina confesa ha asegurado que vio al menor dirigirse a ella con un hacha en la mano. "Le dije, te vas a hacer daño, deja el hacha. Me dijo chillanado: negra, fea, tú no me mandes que no eres mi madre, quiero que mi madre se case con mi padre, no quiero que esté contigo, vete a tu país y yo estaba muy nerviosa, solo quería que se callara pero no quería matar al niño, simplemente le tapé la boca", ha dicho para derrumbarse con las manos en la cara. 

Ha asegurado que le puso a Gabriel "la mano sobre la boca y la nariz" porque "yo solo quería que se callara, que me dejara de decir esas cosas". "De lo demás no me acuerdo, cuando le quité la mano no respiraba. Use las dos manos, fue un momento muy rápido", ha dicho para precisar que se dio cuenta "de que no respiraba "cuando lo solté". "Le puse la mano en el pecho y no respiraba", ha insistido para añadir que se "quedó bloqueada", que se puso a "fumar como loca", que "salía y entraba sin saber lo que hacía" y que vio una pala "y decidió hacer un agujero".

En otro momento de la declaración, en respuesta a la fiscal Elena Fernández, Quezada ha explicado que se había encontrado al niño entre unos matorrales, "a la derecha" de la salida de la vivienda de su abuela en Las Hortichuelas Bajas, en Níjar (Almería) y que le había dicho que lo llevaría con sus amigos en "10 o 20 minutos". "Le dije, qué haces ahí. Me dijo que estaba haciendo tiempo para que comiesen los primos. Le pregunté si quería venirse conmigo a Rodalquilar aunque no pintemos, ventilamos la casa y te traigo en 10 o 20 minutos con tus amigos y se vino conmigo", ha afirmado.

Con anterioridad había dicho "sí" escueta a la primera pregunta de la fiscal Fernández Lora, quien, de forma directa, le ha espetado si "dio muerte al hijo de su pareja sentimental". Antes, nada más sentarse en la silla de interrogatorios, ha proclamado su "inocencia" y ha trasladado, desde el "respeto" a los familiares del menor, que no va a contestar a la acusación particular. 

 

La camiseta de Gabriel

Quezada ha roto a llorar por primera vez al oír su voz en una escucha telefónica en la que insultaba a la madre del pequeño llamándola "hija de puta, mala persona" después de que de manera reiterada haya afirmado que no "tuvo ningún problema" con ella. Mientras, los allegados de Patricia Ramírez y Ángel Cruz lo han negado en reiteradas ocasiones y con evidente disgusto.  

Respecto a la camiseta encontrada, la acusada ha asegurado que la "colocó deliberadamente" en un cañaveral al quinto día de la desaparición y muerte del menor porque quería "que me atraparan". "Querían que me encontraran, no podía más, no podía aguantar más ese secreto y no podía decírselo con mis propias palabras a nadie", ha dicho a preguntas de la fiscal. 

Frente a lo sostenido en sus declaraciones ante el juez instructor, donde afirmó que lo hizo "porque quería darle esperanzas" al padre de Gabriel Cruz y entonces su pareja sentimental, ha dicho que colocó la camiseta porque llevaba "a gente a Rodalquilar para intentar decirles lo que había pasado y no podía". 

"No sabía qué hacer", ha trasladado cuando la fiscal Elena Fernández le ha señalado que estaba incurriendo en una notoria contradicción. 

Con anterioridad, ha indicado que intentó decirle a su hija, que se desplazó de Burgos hasta Almería para participar en el dispositivo de búsqueda, "lo que había pasado" e, incluso, a una prima del pequeño de tan solo 10 años a la que también llevó a la finca de Rodalquilar en la que había enterrado al menor. "Quería decirles: esto es lo que ha pasado, pero no pudo decirlo ni siquiera a mi hermana. Tampoco a Ángel. Los llevaba allí para eso. Quería que me atraparan, que me cogieran para calmar mi conciencia", ha remarcado. 

 

Psicólgo clínico de Gabriel

El psicólogo clínico de la madre del niño ha sostenido hoy ante un jurado popular que el pequeño venía "sufriendo experiencias de miedo, temor, por el hecho de dormir sólo en la casa de Vícar (Almería) cuando estaba su padre con Ana Julia Quezada", la autora confesa de la muerte del menor.

Así ha indicado a preguntas del letrado Francisco Torres, añadiendo que así se lo refirió la psicóloga del niño, añadiendo que éste presentaba sentimientos de "abandono y desafección" y que incluso se le propuso al padre "aumentar la calidad y cantidad" de las visitas a solas con Gabriel, que había comenzado a presentar "ciertos síntomas de angustia, de rechazo a acudir a las visitas acordadas".

Ha indicado que esto se producía porque el pequeño empezó a notar una menor atención desde que Ana Julia apareció en la vida del progenitor, y que estos síntomas entraron "más en juego en los últimos compases del año, en diciembre de 2017, enero de 2018, cuando se inicia la convivencia entre Ángel y la acusada".

Fue la madre del menor la que advirtió "ligeras alteraciones" en un primer momento en el comportamiento de Gabriel, y que éste se guardaba para sí porque "no quería causarle daño al padre" y era "muy respetuoso".