«Bailar country no se me da nada mal»

Sergio Arribas
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Hija, nieta y sobrina de insignes folcloristas, maestros de la dulzaina y el tamboril, 'Los Silverios'. Ana San Romualdo desarrolló una amplia trayectoria en prensa escrita, donde ejerció como crítica de teatro y música. Hoy es portavoz del HCF.

La periodista segoviana, Ana San Romualdo. - Foto: Rosa Blanco

La historia de la cultura en Segovia, de sus artistas plásticos, músicos o dramaturgos, se escribe con los miles de artículos y críticas firmados por Ana San Romualdo. Esta «pasión» por la cultura no parece casual, pues creció en el seno de los míticos ‘Los Silverios’, maestros del folclore castellano.

Para quien no lo sepa —que serán pocos—, fuimos compañeros de pupitre, esto es, en una redacción de un periódico una pica de años… ¿Sigue utilizando guantes de lana para escribir ante la ausencia de calefacción?
¡Y fuimos compañeros antes en la facultad de Periodismo! ¿Guantes? Pues ya no, desde que abandoné ese pupitre compartido no he vuelto a padecer ese problema de falta de grados en el lugar de trabajo. Siempre fui friolera y lo sigo siendo. A estas alturas, ya no tiene remedio.

Su bisabuelo Silverio, su abuelo, el mítico Mariano San Romualdo, su padre ‘Manín’…. ¿Qué recuerdos tiene de su niñez? ¿La dulzaina y tamboril eran el ‘hilo musical’ de la casa familiar?
Los recuerdos de la infancia los asocio mucho a la casa de mis abuelos en la Plaza de la Merced. Mi abuelo Mariano, además de músico, era portero de la Sección Femenina. El edificio tenía un patio gigante, donde los mayores ensayaban y los niños jugábamos. Piense que somos como unos dieciséis primos. 

Algo tocará la dulzaina…
Nada de nada. A lo más que he llegado, musicalmente hablando, es a los platillos y al bombo. Me daría vergüenza decir que toco el tambor.

¿Qué tiene la dulzaina que no tenga otro instrumento?
Para mí, sin duda, la emoción. Sé que muchos castellanos también tienen esa evocación emocional hacia este instrumento y que otros huyen despavoridos al oir una dulzaina que tiene, por otra parte, un sonido bastante fuerte, desde luego no recomendable en interiores.

Cuando escucha ‘La Entradilla’ de Agapito, ¿cuál es su sensación?
Sobre todo cuando se la oigo tocar ahora a mi prima Rita. La toca exactamente igual que la tocaba mi abuelo… me recorre una emoción gorda, a mí que no soy excesivamente folclórica comparada con el resto de la familia.

Entre gigantes y cabezudos, ¿con cuáles se queda?
Con los gigantes. A los cabezudos siempre les he tenido un poco de manía, eso de que fueran pegándote con la zambombita, pues no me gustaba un pelo de pequeña. Me sacaban la mala leche.

El cabezudo ‘pega’ con el escobón. ¿Qué o quién se merece un buen azote?
¡Buff! Pues mucha gente (se ríe). Me costaría elegir. Daría un azote a todos los que tienen poder para combatir el cambio climático y no hacen nada. Esto se va a la mierda y que no quieran verlo o que viéndolo les de igual... pues me parece un error de calibre.

No ha perdido su vinculación con la música. Hoy es la portavoz del Huercasa Country Festival (HCF), ¿cree que Segovia es consciente del ‘nivelazo’ de este festival?
En general creo que falta mucho conocimiento sobre lo que hacemos en Riaza. Podemos decir, y sin equivocarnos, que es el mejor festival de musica country americana de España y uno de los mejores del sur de Europa. 

Y hablando de nivel, ya tendrá bastante como para dirigir una coreografía de música ‘country’…
Por supuesto. ¡Pero no me mire así! No lo dude. Empecé a bailar country hace más de tres años y ya tengo una trayectoria interesante. No se me da nada mal.

Pienso en su faceta periodística. Inolvidables sus críticas en prensa escrita de teatro y música. En algún caso, ¡no dejaba títere con cabeza! Carlos Boyero a su lado, un aprendiz….
Alguna vez me acuerdo de algunas cosas que escribí y pienso que ahora sería menos dura. Con la edad me he vuelto más benevolente.

¿Cómo ve el futuro del periodismo?
Negro zahíno. Y ahí me quedo.

¿Con qué personaje novelesco se identifica? 
Me gustan mucho algunos detectives de novela negra. Mi preferido es Adam Dalgleish, de P.D. James.

¿Y cinematográfico?¿Con el festival HCF se ha hecho amante del género del western?
Soy muy aficionada al cine desde siempre, no especialmente al western. Reconozco que tenía prejuicios hacia el género y me los quitó Clint Eastwood con ‘Sin perdón’.

No entiendo el porqué se ha prescindido del ‘calvo’ de la Lotería. Entre la suerte y el destino se queda con….
¡Siempre me gustó ese tío! (se ríe). Creo más en el destino que en la suerte.

Siempre estuvo vinculada a la actividad cultural de esta ciudad… Eso de que Segovia está a la vanguardia de la cultura de este país. ¿Pecamos de ego? ¿Nos lo creemos? ¿Es así?
Eso es absolutamente cierto. Visito con cierta frecuencia ciudades más grandes que ésta, que tienen una actividad cultural notablemente inferior y menos interesante. Faltan algunas cosas, pero está bastante bien.

Imagine que Ralph Fiennes actúa en el teatro Juan Bravo y le toca hacer la crítica. ¿Perdería su imparcialidad?
Ya he visto a Fiennes en teatro dos veces, una en Londres y otra en Madrid. La crítica sería justa. ¡Que ya sé por donde va! (se ríe). La pregunta tiene trampa. Usted ya sabe que no es solo uno de mis actores favoritos, es para mí un icono.

Me han regalado dos entradas para Las Ventas…. ¿Qué hago?
Romperlas. La tortura no es cultura. La fiesta de los toros es una celebración anacrónica. ¿No sabe que soy vegetariana? El motivo es sencillo. No quiero comer animales.

¿Cuándo triunfará el feminismo en este país?
Aún nos falta mucho trabajo a todos por delante y cuando digo todos, me refiero a hombres y a mujeres. Solas no vamos a poder hacerlo.

Lo que más le cuesta aceptar es…..
La injusticia, la desigualdad y también un poco a la gente que piensa distinto que yo (se ríe). Lo reconozco.

Perro ladrador, poco mordedor… ¿No se nos va muchas veces la fuerza por la boca?
La fuerza y, a veces, también se nos escapan muchas insensateces.

¡Hou, hou, hou! Llega Papa Noel, ¿qué le pedimos?
Si solo le puedo pedir una cosa, pues salud, porque al final es lo único que realmente importa.

¡Que tenga unas felices fiestas!
Pues igualmente. Y que coma mucho turrón y polvorones y que le traigan muchos regalos.