"Un buen libro y una cerveza fría son mi paraíso"

Sergio Arribas
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Las cifras no están reñidas con las letras. 40.000 volúmenes en su librería, 6.000 en su biblioteca particular y 4 cada noche en su mesilla. Esta semana escribe en La Pizarra de 'El Día' el librero y editor José Domingo Pardillos.

José Domingo Pardillos - Foto: Rosa Blanco

¿Dispuesto a ser un libro abierto? ¿No será de tapa dura?

Soy más de tapa rústica. En esta vida, tanto en la literatura como en el día a día, hay que ser flexible.

Lo primero que ha ojeado esta mañana… No me diga que Facebook o Instagram.

Nada más levantarme, pongo la radio. Antes de entrar a la librería, en la churrería Santamera me suelo tomar un té y leer la prensa. Por cierto, tienen  ‘El Día de Segovia’. En la librería, lo primero que hago es lo urgente, poner al día los pedidos. Y luego algo ‘navego’ por internet buscando noticias.

‘Entrelibros’. No parece casual el nombre de su librería. Es su hábitat natural. ¿Se imagina en otro ambiente?

Pues no. Sería un vacío físico y existencial muy grande. Mi mujer y mis  hijos me vigilan cada vez que entro en casa. Saben que siempre suelo llevar algún libro. Los tengo que meter casi a escondidas para que no me los quiten.

Por lo que veo, el libro y usted son inseparables...

Al bibliófilo, al amante de los libros, no solo le gusta de leer. Le encanta coleccionar libros, tenerlos, ojearlos, palparlos, apreciar su textura, su olor... Con la cantidad de libros que entran en la librería, es raro el día que no haya uno que no te apetezca llevártelo a casa, aunque sea solo para ojearlo. Y claro, se van haciendo montañas. De los 6.000 vólumenes de mi biblioteca, habré leído el 60%.

Pregunta tópica e inevitable. ¿Qué aporta un libro a su vida?

Aporta mucho. Con un libro me relajo, me abro al exterior, me evado. Con ellos soy capaz de meterme en la mente, en el sentimiento o en la idea que ha querido transmitir un escritor, un poeta o un ensayista. Con un libro eres capaz de viajar con otros personajes.

¿Cuánto le engancha un buen título? ¿Qué es lo primero que le seduce?

Engancha mucho el título. También la portada, su estética o fisonomía, es muy importante. Ahora bien, con la narrativa, con las novelas, tengo una manía. Me fijo mucho en la primera frase, en cómo empieza el libro. El primer renglón, la primera frase, puede ser definitiva.

En periodismo se dice que un buen reportaje necesita un buen arranque, hay que pillar al lector pronto y así no para de leer. ¿Cuántas veces y por qué ha dejado de leer un libro?

Leo la primera frase y si no me seduce, lo dejo.  Por esa razón he dejado de leer bastantes libros. Aunque también, le confieso, que mi truco, el de la primera frase, no es infalible. A veces a las cien páginas te das cuenta de que es infumable. Hay escritores que se recrean y en ocasiones te apetece algo ligerito, algo para evadirte.

¿Cuántos libros tiene en la mesilla de su dormitorio?

Déjeme pensar… son cuatro, variaditos y fáciles de mezclar. Son una novela, un libro de poesía, uno de crecimiento personal y un cuentecito. También suele haber dos o tres manuscritos, que tenemos que estudiar, de autores que quieren que se los editemos. Pero esos están en la mesilla de mi mujer (se ríe).

Sorpréndame. ¿Cuántos en su librería? 

En la librería, tendremos unos 40.000. En mi casa, como le he dicho, unos 6.000. Me gusta mucho el libro curioso, antiguo, descatalogado. Intento coleccionar volúmenes de los siglos XVIII al XIX. Tengo una pared llena solo de libros viejos, todo un descubrimiento para el tacto. Me transmiten cariño y sentimiento. Muchos son religiosos. No los leo. Es más la estética o el fetichismo del libro.

¿Quién le inyectó la pasión por la lectura?

Mi padre, ya fallecido, funcionario del Banco de España, que tenía bastantes libros y a quien recuerdo siempre con un libro en la mano. También a mi madre, ama de casa. Tiene ahora 85 años y sigue leyendo.

¿Quién le introdujo en el oficio?

Recuerdo que estaba estudiando. Iba a clases de yoga, en una casita junto al enlosado de la Catedral, donde coincidí con Chema, de Librería Antares. Me propuso trabajar en su librería. El me enseñó el oficio durante un año y medio.

¿Cómo fue lo de montar su propia librería? ¡Qué valentía!

Conocí a la que hoy es mi mujer, cien por cien segoviana. Ella acababa de terminar la carrera de Trabajo Social y se lo comenté un día. ¡Oye, mira, creo que hay posibilidades de que haya una librería más en Segovia, moderna y con nuestro toque personal! A ella le gustó mucho la idea . Se acaba de matricular en otra carrera, Magisterio y nos lanzamos a la aventura, en el año 1995. La abrimos aquí en José Zorrilla, un poco más abajo de donde estamos ahora. Una librería pequeñita.

¡Librería Merlín!

Eso es. Llevamos en José Zorrilla 23 años. Después nos pasamos a este local más grande y bautizamos la librería con el nombre de ‘Entrelibros’. Hace unos años abrimos una segunda, en la Calle Real, pero después de cuatro años, la cerramos.

Por cierto, ¿cuánto de romanticismo y locura tiene hoy ser librero?

Mucho. Ser librero es un 97% de locura y romanticismo. Al principio eres un idealista, aunque cuando empiezan a llegar las facturas piensas: «la literatura es muy bonita, el hablar con escritores y clientes es apasionante, se aprende mucho, pero esto necesita un equilibrio, el tanto por ciento real de un negocio, de una empresa».

«El oficio de librero se extingue con el cierre de las librerías tradicionales». Fue un titular en prensa sobre el cierre de Librería Católica de Ávila, tras 154 años de actividad. ¿Qué tiene que decir?

Lleva razón. Hay que ser realista. Tenemos un competidor muy fuerte, que es Amazon, con el que comercio tradicional poco a poco se va reduciendo. Hay que seguir luchando, de ahí la importancia de la función del auténtico librero que es conocer lo que está recomendando y tener pasión por lo que haces.

Un 38,2% de los españoles no lee nunca o casi nunca, según el estudio que acaba de publicar la Federación de Gremios de Editores de España. ¿Qué se pierde esta gente?

El que no lee se pierde la experiencia más interesante de la vida. Se pierde emoción, sentimiento y aventura, la esencia de la vida.

Los libros son como los amigos, no siempre es el mejor el que más nos gusta. Jacinto Benavente.

Totalmente. La literatura depende del momento. No tengo el mismo punto de vista cuando leí el Quijote en el instituto, que no lo entendía prácticamente nada, a cuando lo leas ahora, que es una obra maestra. Te coges una novela negra, un thriller, que te la devoras en dos días y quizá no es el mejor libro que se haya escrito.

Las nuevas tecnologías parecen haber arrinconado el concepto tradicional de librería. ¿Internet es un asesino?

Es un cáncer general para el pequeño comercio. Las librerías tenemos un pequeño margen de supervivencia porque el libro tiene un precio fijo, el PVP. Tanto Amazon o la Casa del Libro no pueden poner un precio distinto al que, por ejemplo, pongo yo en mi web o en la librería. Tenemos algo de vida.

Y las grandes superficies comerciales, ¿no tienen una visión un tanto mercantilista?

Sí. En una gran superficie pierdes el encanto de hablar con el librero, de dejarte aconsejar un poco. Es muy fácil vender el Premio Planeta. Pero otros escritores no estarán nunca en las grandes superficies.

Me dice un pajarito, que le ‘chiflan’ los libros raros (y/o antiguos). ¿Cuál es el que le atrapó?

Tengo un Quijote antiguo de 1700 y pico, y bastantes religiosos, en pergamino. Más que un libro, es el objeto en sí, el pensar lo que ha podido transmitir en su momento y el valor que tiene ahora.

Por cierto, como ávido lector. Para que una historia le atrape…

Siempre tiene que tener acción.

Para historias, las de las revistas del colorín -o del corazón- ¿No usa?

Pues no. Las revistas del corazón solo las leo en la sala de espera del dentista. Y veo muy poca televisión; primero porque en mi casa somos seis y casi siempre está ocupada por los chicos. Tengo mi butaca debajo de la lámpara que es donde más a gusto estoy.

«El mundo está lleno de libros preciosos, que nadie lee». Umberto Eco.

Así es y mucha culpa las tenemos las editoriales. En España se edita muchísimo y hay muy buenos críticos y grandes revistas como ‘Qué leer’ que nos echan una mano para ver el grano entre la paja. Esta mañana he recibo 80 o 90 libros nuevos, pero siempre hay muchos libros y autores interesantes, pero es imposible tenerlo todo.

Un escritor que le haya decepcionado…

Cada escritor aporta algo. Aunque, por ejemplo,Vargas Llosa, es de los escritores que no me apetece leer.

¿Qué novela llevaría al cine?

Una novela del segoviano Alberto Martín: ‘El silencio de Raquel’. Es una novela policíaca muy entretenida que tiene como escenario la ciudad de Segovia.

El libro que le hubiera gustado escribir.

‘El nombre de la Rosa’, de Umberto Eco.

Madrileño, aunque desde los 14 años vive en Segovia. ¿Segovianista?

Segovianista convencido.

En 2011, creó la editorial Derviche, para editar publicaciones sobre Segovia y a autores segovianos.  ¿Era una deuda pendiente?

Hemos editado 43 y tenemos otros 16 en proyecto. ¿Cómo surgió? Fue una sucesión de circunstancias. Acabábamos de abrir Entrelibros Calle Real y allí ya estaba trabajando con Rafael Verdejo, mi socio en la editorial. Uno de los que nos abrió los ojos fue el profesor de literatura y escritor Jesús Pastor. Nos aportó el primer libro: ‘Un paseo literario por Segovia’. A partir de ahí fue pasión por editar. 

Es un hombre que ama la naturaleza, los paseos por los Bosques de Valsaín, por el cinturón verde de la ciudad. Allí, en una hamaca y con un buen libro. ¿El paraíso?

Sí, totalmente. Leer un buen libro, en una hamaca, en Valsaín, es lo más cercano al paraíso. Acompañado también de una cervecita bien fresquita, por ejemplo.

¿Qué es un libro sin un buen final?

Un buen libro. Perfectamente. Hace poco leí uno, una novela histórica, que transcurre entre Segovia y Madrid, en el siglo XVII, que se titula ‘Tu gloria sería eterna’, de Carmen García Rodríguez, que es una historia real. No tiene buen final y, sin embargo, es un ‘novelón’.