Un viaje grabado a fuego

Cristina Sancho
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El cuellarano Eduardo Marcos vive la experiencia de fotografiar un volcán en erupción constante a apenas 400 metros.

Un viaje grabado a fuego

El mundo de la fotografía no dejará de sorprendernos. Además de guardar momentos irrepetibles para la posteridad permite vivir experiencias únicas en muchas ocasiones. Recientemente el fotógrafo cuellarano Eduardo Marcos ha tenido la ocasión de retratar las imágenes más impactantes del volcán Fragadalsfjall, en constante erupción en Islandia, gracias a un viaje con la agencia Wildwatching Spain ubicada en Riaño (León). Desde hace un par de años, Marcos compagina su trabajo habitual con la de guía fotográfico para esta empresa. 

El pasado 8 de mayo, en un viaje guiado por Gabriel Santos, fotógrafo leonés especializado en fotografías de paisaje, al igual que el cuellarano, y con gran experiencia en viajes al Ártico, se embarcaron en una impresionante aventura. Acompañaron a siete personas en un viaje que no olvidarán nunca y que ha dejado imágenes espectaculares. El motivo principal del viaje era visitar el volcán y vivir la experiencia de verlo en erupción. Islandia es una zona de origen volcánica con erupciones cada seis u ocho años pero no todas resultan tan accesibles como esta ni se pueden visitar. 

«La impresión es bestial. Estas visualizando algo sobrenatural que solo has visto en las películas. Después de realizar un trekking de 5 kilómetros con serias pendientes llegas a estar a 300 o 400 metros del cráter del volcán. Es impresionante cómo se produce cada erupción con un tiempo de diferencia de entre 7 y 10 minutos. Aquello erupciona lava con golpes de 200 metros de altura y durante más de un minuto… Viene del centro de la tierra... Es algo único, espectacular e indescriptible. Muy asombroso», describe. Según los cálculos de distintos expertos en la materia el magma que emerge del volcán está a una temperatura que ronda los 1.200 grados. «Teniendo en cuenta que las erupciones duran un minuto es tiempo suficiente para notar el suave calor residual de esta fuente de lava», apostilla. Además al anochecer, el paisaje se ilumina de un naranja intenso, que en contraste con el azul oscuro del cielo producen un espectáculo único.

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Aprovechando la suntuosidad de este fenómeno, el Gobierno islandés tiene preparada una infraestructura que permite acceder hasta las inmediaciones del volcán. Para ello han habilitado un espacio de aparcamiento a unos 6 kilómetros y han marcado una ruta que lleva al visitante hasta la cima. Allí se establece un punto donde se ubica la gente para poder tomar fotografías. Todo ello en un espacio controlado donde hay especialistas que garantizan la seguridad. De forma constante miden las emisiones de gases para evitar que haya contaminación y van marcando los límites hasta donde se pueden situar. E incluso los días que hace mucho viento o ante circunstancias de peligro, el acceso no está permitido. 

Una vez en los lugares definidos se pueden tomar fotografías con las cámaras y aéreas con dron siempre que no se sobrevuele por encima de las personas. «Fotográficamente el volcán Fragadalsfjall es un objetivo espectacular. Simplemente increíble, tanto a pie de tierra o mediante el uso de drones. Una experiencia cercana que merece mucho la pena ya que es casi imposible acercarse a un volcán activo en ningún otro lugar del mundo», apunta Marcos.

Esta aventura le ha dejado unas 5.000 fotografías que ahora toca revisar. Algunas de ellas se pueden ver  en su página web www.eduardomarcos.es o en sus redes sociales para descubrir un fenómeno natural que Marcos califica de «salvaje». «Uno se siente vulnerable por la fuerza de la naturaleza. En estos momentos hay un solo cráter en activo pero de unas dimensiones descomunales», recuerda. Ante una experiencia que ya de ante mano se preveía tan buena, tuvo claro participar como guía en el momento en el que se lo ofrecieron. «He tenido que reorganizar mi vida laboral normal para vivir esta experiencia, pero no me lo pensé. Es algo único». Además de conocer cómo es un volcán en erupción, durante los 10 días que duró el viaje realizaron unos 3.500 kilómetros recorriendo otros muchos lugares singulares de la isla prácticamente en solitario, sin turismo.

Su función en este tipo de viajes es la de dar soporte fotográfico a los clientes. Les ayudan a adquirir más conocimientos sobre la fotografía de paisaje para que se puedan traer las mejores instantáneas posibles. Los profesionales que guían estos viajes han visitado los lugares en más de una ocasión. Conocen las mejores localizaciones y las horas en las que se pueden conseguir las mejores instantáneas. Es parte de su trabajo como guías. En el caso de Eduardo ya ha estado tres veces en Islandia, otras tres en las Islas Lofoten en Noruega y también en Laponia, donde ha dirigido varios viajes de fotografía. El último de ellos en pasado mes de febrero donde fotografiaron auroras boreales a 20 grados bajo cero. 

En cualquiera de los viajes, vivir la experiencia es lo más importante, pero en este sin duda aún más ya que se ha quedado grabada en la mente y no solo en las fotografías que a buen seguro ya decoran algún espacio de su casa o comparte con amigos y familiares. A pesar del momento complicado que se vive por la Covid-19 sí que han podido realizar algunos viajes con todas las medidas sanitarias y PCR oportunas. Tenían otros muchos programados, pero prefieren mirar hacia la próxima aventura, en solo dos meses.