El sector agroalimentario traspasa fronteras

M.H. (SPC)-Agencias
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Con la excepción del vino, los productos más representativos del campo español han sorteado la crisis y han incrementado sus ventas en los mercados extranjeros

El sector agroalimentario traspasa fronteras

A pesar del escaso peso que tiene el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en la toma de decisiones del Gobierno central, el sector agroalimentario tiene fuerza propia y se perfila como uno de los pilares fundamentales para la titánica tarea de recuperación económica que España tendrá que acometer en los próximos años. Sorteando el tremendo descalabro que han experimentado otras ramas de la economía nacional en la actual crisis, los productores de alimentos han sabido sufrir menos en algunos casos y crecer en muchos otros, sobre todo en los subsectores más importantes, como el de la hortofruticultura o el del porcino de capa blanca.

Las cifras que ha dejado 2020 son de récord en muchos casos y confirman una tendencia que existe desde hace ya años y que coloca al agro español como uno de los más potentes del mundo; el crecimiento total del sector ha sido del 4,3%, haciendo malas las expectativas que había en un principio. A pesar de esto, las ventas al exterior del total de la economía han perdido mucho terreno el año pasado, del cual se recuperará con suerte la mitad en este 2021, según las previsiones. Buena parte de esa recuperación correrá a cargo del sector agroalimentario, que tiene buenas perspectivas para los ejercicios venideros. Su importancia en la balanza comercial de la economía española es innegable, ya que el superávit de casi 18.000 millones que aporta es el más importante de todos los sectores, ayudando sensiblemente a enjugar el déficit comercial

La hortofruticultura ha sido siempre, y con diferencia, la que más producto ha sacado fuera de España y esta realidad se ha mantenido. Las ventas en el exterior de las empresas de frutas y hortalizas registraron un nuevo máximo en 2020 tras alcanzar los 14.516 millones de euros, lo que supone un 6,4% más que en 2019, según los datos del estudio ‘Frutas y Hortalizas’ publicado por el Observatorio Sectorial DBK de Informa. Así, la facturación del sector en el extranjero encadena seis años consecutivos de crecimiento, período en el cual se ha incrementado cerca de un 40%.

Las exportaciones de frutas crecieron un 7,6% el pasado ejercicio, hasta los 8.594 millones de euros, mientras que las ventas al exterior de hortalizas se elevaron un 4,7% y se situaron en los 5.922 millones de euros. La Unión Europea se mantiene como el principal destino de las exportaciones españolas, reuniendo el 92% y el 93% de las ventas de frutas y hortalizas al exterior, respectivamente. Alemania, Francia y Reino Unido se configuran como los principales países de destino en ambos segmentos.

Sin embargo, a pesar de esta bonanza, siempre hay retos que resolver. Desde la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas Vivas (FEPEX), explican que la estricta normativa que impone la Unión Europea es el mayor problema al que se enfrentan actualmente. La reducción en la cantidad de sustancias fitosanitarias permitidas en los cultivos supone un apreciable incremento de costes de producción, explican, además de dificultar enormemente el trabajo diario en las explotaciones.

Además, sufren un agravio comparativo incomprensible, ya que las importaciones que llegan de países terceros (de fuera de la UE) no están sometidas a estos rígidos controles, lo que sitúa al sector en una situación vulnerable. FEPEX está completamente a favor de que la normativa sea rigurosa para ofrecer al consumidor alimentos seguros y de calidad, pero no comprenden por qué no lo es también con las importaciones.

Fruto de esta política que no hace sino perjudicar al producto de casa, las compras a terceros países han crecido este año un 6,6%, hasta alcanzar 2.924 millones de euros. Marruecos destaca como principal país de origen de las importaciones, reuniendo el 20% del total de frutas importadas y el 49% de las hortalizas. Si se compitiera en igualdad de condiciones, es más que posible que estas cifras fueran muy diferentes.

Otra demanda histórica del sector es poder acceder a las ayudas directas de la PAC. Al optar a los llamados fondos operativos (se trata de una cofinanciación, nada que ver con las ayudas directas), explican desde FEPEX, quedaban fuera de la posibilidad de obtener estos pagos. Sin embargo, con la nueva PAC esperan que esta situación cambie. Todo depende del resultado de los contactos que el Ministerio va a mantener en próximas fechas con las comunidades autónomas para elaborar el Plan Estratégico. Si las regiones lo aprueban, la hortofruticultura tendrá derecho a estas ayudas. Lo cual tiene gran importancia ya que aglutina a un enorme número de pequeños y medianos productores que constituyen un importante motor para el mundo rural.

Hace unos días, el ministro Luis Planas, en la clausura de la 61ª Asamblea de FEPEX, resaltaba la competitividad del sector hortofrutícola español, primer productor de la Unión Europea y quinto del mundo, y recordaba el extraordinario comportamiento exhibido durante los momentos más duros de la pandemia.

Otro titán.

El porcino de capa blanca es el otro gran pilar de las exportaciones agroalimentarias y este año ha experimentado un crecimiento nunca antes visto. Alcanzó en 2020 su máximo histórico en ventas al exterior al comercializar 2.971 millones de toneladas fuera de nuestras fronteras por un valor total de casi 7.627 millones de euros, según un informe publicado por la interprofesional del sector (INTERPORC). Una tendencia positiva que se ha disparado el pasado año con un aumento del 22,2% en volumen y un 21,7% en valor respecto a 2019. «Se han superado todas las previsiones que venían anunciando un excelente comportamiento de las exportaciones sectoriales en 2020, sin que en las mismas haya tenido aparentemente incidencia alguna, en términos globales del sector, la pandemia», asegura Daniel de Miguel, director de Internacional de INTERPORC.

Los mercados extracomunitarios fueron por primera vez el principal destino de la carne de cerdo nacional con un aumento del 25% respecto a 2019. China fue el país que más porcino blanco español importó durante el pasado año con 1.391.246 toneladas, que representan el 47% del total de las exportaciones, un 109,6% más que en 2019. En total, el gigante asiático adquirió carne de porcino blanco por valor de 3.134 millones de euros, un 117% en comparación con un año antes.

La clave de este aumento en el país asiático tiene dos causas principales, explica de Miguel: el cerdo es un alimento clave en la dieta de los chinos y la peste porcina africana (PPA) les ha obligado a reducir su cabaña en un 36%, lo que supone casi 200 millones de animales menos. Ante esta situación, España ha sabido hacerse con una buena porción de la tarta gracias a su buen posicionamiento previo en las relaciones comerciales.

Hasta la aparición de la PPA, China no llegaba a ser autosuficiente. Se veían obligados a importar aproximadamente un 4% del cerdo que consumían (aunque el porcentaje es pequeño, en términos absolutos eso implica mucha carne) y el sector español ya tenía el pie metido en la puerta. Vistos en la necesidad de comprar aún más cerdo fuera de sus fronteras, los chinos han confiado en España porque el sector, aparte de cumplir a rajatabla la estricta normativa europea, ha sabido adaptarse, a base de inversiones, a las especificidades del mercado del gigante asiático y a sus inflexibles auditorías periódicas.

Ahora mismo hay 57 empresas españolas autorizadas a exportar cerdo a China (el país europeo que más tiene) y otras 30 se encuentran en un prelistado que, tras ser aprobado por el Ministerio de Agricultura, tendrá que recibir el visto bueno de las autoridades chinas.

Sin embargo, ellos no están parados y están rearmando su cabaña porcina, al mismo tiempo que van venciendo a la peste porcina, con ayuda de su gobierno. En 2020 ya importaron más del doble de maíz y trigo que en 2019, asegura el director de Internacional de INTERPORC, lo que da una idea clara del asunto. A pesar de ello, las previsiones de la OCDE apuntan a que hasta 2025 no van a recuperar los niveles productivos previos a la aparición de la PPA y esto, para de Miguel, es una oportunidad de cuatro años de duración para diversificar las exportaciones.

Actualmente el grueso de los productos que van a China son frescos: canales, despieces y despojos (manos, morros, orejas…). Pero se va a trabajar para abrir hueco a cortes y presentaciones más elaboradas, como el jamón serrano, que ya cuenta con cierta presencia en el país, o los embutidos, aunque en este último caso, explica de Miguel, va a llevar más trabajo a causa de la diferencia cultural. Por ello INTERPORC va a trabajar no solo para mantener a los grandes distribuidores chinos, sino para ganarse a los consumidores y a la prensa especializada de aquel país.

Otro producto importante en el agro español y bandera de la gastronomía mediterránea, el aceite de oliva, también ha alcanzado cifras récord en el ejercicio 2019-2020. Las exportaciones se situaron en 1.109.900 toneladas, ligeramente por encima de las registradas en 2012-2013, de 1.102.900 toneladas. Ese volumen supone un aumento del 9% respecto a la campaña anterior y de casi el 20% si se compara con la media de los cuatro últimos ejercicios. Se registraron récords mensuales de ventas al exterior en octubre, abril, junio y septiembre y el promedio mensual se situó en 92.490 toneladas, un 19% por encima de la media de las cuatro últimas campañas.

Las importaciones también alcanzaron un máximo histórico en el pasado ejercicio. Se aproximaron a las 250.000 toneladas, un 92% por encima de la media de los últimos años. Aunque este dato puede parecer incomprensible en el mayor productor mundial de aceite de oliva, tiene su razón de ser. La mayor parte de esas importaciones se han llevado a cabo para exportarlas luego a EEUU sorteando así los aranceles (feliz y recientemente suprimidos hace un par de semanas) que imponía el país americano. De hecho, según Rafael Pico, responsable de ASOLIVA (Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador de Aceites de Oliva), el 80% del aceite que se ha exportado a EEUU había sido previamente importado (España era el único país con aranceles para el aceite de oliva). De esta manera los distribuidores españoles han conseguido mantener su cuota de mercado y actualmente están en disposición de volver a vender aceite nacional a los consumidores estadounidenses sin haber perdido compradores.

 

El caso del vino.

El vino es otro de los productos estrella de las exportaciones agroalimentarias españolas, pero en este caso no ha sido capaz de seguir la senda marcada por las frutas y hortalizas, el cerdo o el aceite y sus ventas al exterior han descendido en 2020. En concreto cayeron un 3,6% en valor, hasta alcanzar los 2.616,1 millones de euros, mientras que en volumen se redujeron un 6%, hasta los 2.012 millones de litros. Las causas más importantes de este freno han sido el coronavirus, el Brexit y los aranceles impuestos por Estados Unidos, según los datos ofrecidos por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV).

Por mercados internacionales, el sector destaca que el vino español perdió más de la mitad de lo que se facturó a Rusia y casi un tercio de lo vendido a China en 2019, mientras que se incrementaron extraordinariamente las ventas a Reino Unido, Holanda, Noruega, Irlanda y otros mercados. El caso ruso se debe a una ley promulgada por ese país (entró en vigor el pasado mes de junio) que protege al producto local frente a las importaciones y promociona su consumo.

Pero no todo es oscuro en el mundo del vino. La D.O.C. Rioja ha aumentado un 8,34% sus exportaciones, cifra que ha superado el 10% en mercados estratégicos como Reino Unido, Países Bajos o Canadá.