La dominicana Ángela María Pérez Polanco exhibe en todas las estanterías y rincones de su tienda toda una enciclopedia de productos exóticos de nombres chocantes, al menos para los neófitos de las tradiciones y alimentos latinos, aunque no quienes son hoy la mayoría de su clientela, desde hondureños a dominicanos, pasando por venezolanos, colombianos y ecuatorianos. En ‘Bodegas Polanco’ —por su tamaño es bodega o colmado y sería ‘almacén’ si fuera más grande—Ángela cuenta con una mercancía variada y colorista que abarca toda América Latina, sea en lata o como producto fresco, toda de importación. «Ahora es más difícil el suministro por la COVID, casi no encontramos productos», afirma Ángela, que se abastece de varios proveedores, en Madrid y Valladolid, aunque también cuenta con los servicios de un frutero que acude cada día a Mercamadrid y que apoda a la tendera dominicana como «la que me pide la fruta rara».
A la venta, el guandú verde —una leguminosa similar al guisante, disponible en lata precocinada o en formato ultracongelado—, frijoles negros y rojos, habichuelas coloradas, la yuca —tubérculo excelente para mejorar la digestión—, el plátano macho —bastante más grande que el plátano común o la banana— y todo un conjunto de ‘viveres’ con los que preparar el ‘sancocho’, la sopa hecha con carnes, tubérculos, verduras y condimentos, típica de países latinoamericanos que tiene su origen en el cocido y la olla podrida españoles. En las estanterías, todo tipo de cafés, maltas, cervezas y zumos tropicales, como el jugo de Tamarindo o de Guayaba y las guarinas, esas galletas saladas típicas de Santo Domingo.
Ángela, madre soltera con cuatro hijos, decidió abrir ‘Bodegas Polanco’, en la calle Muerte y Vida, el pasado 17 de julio, para cumplir un sueño largamente anhelado, en una decisión precipitada tras verse en el desempleo poco antes del primer estado de alarma. La tienda de Ángela se sumó a las especializadas en productos latinos que ya existían en Segovia, que han ido creciendo en número a lo largo de los últimos meses, curiosamente, en plena pandemia de coronavirus. La empresaria aporta su teoría sobre la reciente proliferación de tiendas latinas. «Es por el cierre de la hostelería. Aquí, los latinos, donde trabajamos más es en bares y restaurantes. La gente se ha quedado sin opciones [de empleo] y ven que las tiendas de alimentación, que no cierran porque venden productos de primera necesidad, es una buena opción para salir adelante», razona.
La dominicana Ángela María Pérez Polanco, dueña de 'Bodegas Polanco', en la calle Muerte y Vida. - Foto: Rosa Blanco«A paso de vencedores». Hace poco más de un mes que José Modino abrió su tienda de productos latinos en la calle de San Francisco. «Mucha gente está saliendo de la hostelería y monta este tipo de tiendas porque con las restricciones por la pandemia es lo único que no puede cerrar», reflexiona José, que habla, con orgullo, de su origen estadounidense (Nueva York). Apuntala su teoría con su experiencia. «Tenemos dos bares [Segovia Fried Chicken y Tapas y Cañas], pero ahora solo están abiertos para terraza o servicio a domicilio. Teníamos este mismo negocio [la tienda] en Nueva Segovia y la trasladamos aquí porque hay más movimiento de público. Dado que no hay restricciones para las tiendas de alimentación, esperamos tener aquí una fuente de ingresos», afirma José que habla de una creciente competencia y una situación «difícil para todo el mundo». «Estamos a paso de vencedores, paso a paso, sobreviviendo, con mucho sacrificio», afirma José, esperanzado en la buena marcha del establecimiento. «Es lo único que hoy puede dar algo de beneficio, poco margen, es cierto, pero algo da».
La hondureña Osiris Romero lleva un mes como dueña de ‘Minimarket Latino 3’, en la calle José Zorrilla, aunque la tienda abrió dos meses antes. El suyo es un buen ejemplo del auge que han experimentado este tipo de negocios.
Hay tres tiendas bajo la denominación ‘Minimarket latino’ en Segovia capital, todas fundadas por Walter de Grande, también de origen hondureño, y su esposa Leticia Herrera. El matrimonio abrió el primer negocio hace tres años, en un pequeño local de Vía Roma, en San Lorenzo. El marido no paró durante el estado de alarma, llevando comestibles a núcleos como La Lastrilla, San Cristóbal o Trescasas o incluso a Aranda de Duero (Burgos) y a la misma capital burgalesa, en este caso a las tiendas a las que distribuía ‘productos latinos’, como harinas, bebidas o frutas tropicales.
El esfuerzo tuvo recompensa y a finales de junio el matrimonio trasladó la tienda a otro local más grande, a escasos metros del primero, para dar más comodidad a sus clientes. Después abrieron los otros dos ‘minimarket’ —en Ezequiel González, 15 y en José Zorrilla, 90—que Walter ‘traspasó’ a las que hoy son sus dueñas, una de ellas Osiris.
La hondureña Osiris Romero hondureña, propietaria de 'Minimarket Latino 3', en la calle José Zorrilla. - Foto: Rosa Blanco«Walter y su esposa son amigos cercanos, somos como una sola familia. Y sí, es como una especie de franquicia, la idea es tener tres tiendas con los mismos proveedores y una filosofía común de trato al cliente», explica Osiris. Estos ‘minimarkets’ están orientados al público latino, aunque también disponen de una amplia oferta de productos nacionales, mientras que en los tres es posible las recargas telefónicas y el envío de dinero.
«Vemos que la alimentación no para y cada vez hay más personas de origen latino viviendo en Segovia. Nos hemos arriesgado y aunque con el tema de la pandemia y el invierno ha bajado un poco, vemos que están funcionando, no está tan mal», comenta la hondureña, de 38 años, casada y madre de una hija adolescente, con tres años de residencia en España.
«Es un país en el que estamos contentos. Aquí tenemos seguridad, que es lo que no tenemos en nuestro país [Honduras] y nos da la oportunidad de progresar», comenta Osiris, que admite que emprender en la actual coyuntura de desplome de la economía no esta exento de buenas dosis de valentía, aunque «te tienes que arriesgar, porque lo contrario es quedarte con las ganas y estamos dispuestos a trabajar duro».
La colombiana Gloria Estela Perafan Gaviria, que regenta Alimentación Mao, en la calle Blanca de Silos. - Foto: Rosa Blanco.Dos banderas de Venezuela en el interior del local son la señal inequívoca del origen de los propietarios de Alimentación Araguaney, en la calle José Zorrilla. La tienda, donde se reparte, casi a partes iguales, los productos latinos y nacionales, abrió hace unos cuatro meses antes del estallido de la pandemia por el matrimonio formado por Edgar Chacón y Maribi Guareguán, según relata su hija Edmari, que ayuda como dependienta.
La familia cumple tres años en España, donde ya ha adquirido su residencia por razones humanitarias, tras ser asistidos —en atención psicológica y laboral— por la delegación en Segovia de la Ong ACCEM, especializada en atender a personas refugiadas y migrantes.
«Al principio todo fue invertir, luego llegó el invierno y después el confinamiento. Estuvimos un mes cerrados y para nosotros fue un golpe durísimo. Al regresar las ventas cayeron de forma drástica y ahora toca aguantar y sobrevivir como podemos», confiesa Edmari, antes de citar la variedad de productos latinos que ofrece ‘Araguaney’, desde empequetados, harinas y condimentos hasta las ‘famosas’ latas de precocinados de la marca Goya y un sinfín de dulces y productos singulares de bollería, como el pan aliñado colombiano de queso, cubierto también con queso gratinado y que tiene «muy buena receptividad» entre los españoles.
Edmari admite que en apenas un año la competencia ha aumentado por la proliferación de tiendas latinas que la joven atribuye al incremento de latinoamericanos; de hecho, en el caso de sus compatriotas, suman ya 448 los que viven en Segovia, según los últimos datos del INE, seis veces más que hace una década.
La colombiana Marta Caro, propietaria de La Calera, en la calle San Francisco, acumula sobrada experiencia al frente de una tienda orientada al público latino. Empezó en un pequeño local junto al Acueducto, primero como asalariada y después como propietaria. Durante 20 años su negocio fue tienda de alimentación, aunque también locutorio y referente para realizar fotocopias y recargas, enviar giros o fax.
Hace dos años y medio se mudó a otro local más amplio, en la misma calle, donde reflexiona sobre la reciente explosión de apertura de negocios como el suyo. «Quieren tener estabilidad. Es comprensible, pero la realidad es dura y creo que la situación va a ir a peor. Soy autónoma, no tengo ninguna ayuda y hay días que apenas entra dinero en la caja. Algunos [latinos] creen que van a venir a España y que aquí hay de todo. No es así, hay que trabajar día a día para conseguir las cosas. Hasta los mismos españoles están pasando necesidades», sostiene Marta.
«Está difícil». La dueña de La Calera cree que muchas tiendas y comercios, también los latinos, acabarán cerrando ante la presión de los alquileres y los impuestos «que no perdonan». «Hoy no se vende bien. Hay días que te vas a casa sin nada. Estas ocho o diez horas y has hecho apenas 40 o 50 euros. Está la cosa muy difícil», sentencia.
También de origen colombiano es Gloria Estela Perafan Gaviria, que regenta Alimentación Mao, en la calle Blanca de Silos, a donde se trasladó en noviembre, desde otro local situado en la plaza de la Universidad, junto al Bar España. Junto a su marido, lleva 6 años al frente de un negocio que le traspasaron un matrimonio ecuatoriano, los fundadores de la tienda con esta denominación, hace más de dos décadas.
Arepas, frijoles, harinas, salsas, aliños, quesos y todo tipo de bebidas de origen latino pueblan las estanterías de la tienda en la que Gloria ha tratado de diversificar su oferta. Aunque ha eliminado el locutorio — «todo el mundo ya tiene internet en el móvil», dice—, en ‘Mao’ es posible el envío de dinero y las recargas telefónicas, mientras ofrece también un servicio de paquetería. Gloria sospecha que el incremento en la apertura de ‘tiendas latinas’ en la ciudad se relaciona con personas latinas que ya no trabajan en hostelería por culpa de la pandemia.
«La gente se piensa que nos estamos llenando los bolsillos. Al principio son 50 euros de Seguridad Social... pero cuando pasen esos dos años y ya tengan que pagar más impuestos ¡a ver los que aguantan! Hay que estar todos los días al pie del cañón, sin fines de semana ni vacaciones y echar muchas horas».
MÁS POBLACIÓN LATINA. La provincia de Segovia ha ganado población extranjera, también procedentes de países de América Latina. En la provincia residen 17.965 ciudadanos de origen extranjero, según el último dato del Padrón Contínuo del INE, frente a los 16.864 que se contabilizaban a 1 de enero de 2019. Segovia ha recuperado en 2020 la población extranjera que tenía hace cinco años (17.625 en 2015), por el aumento de migrantes de todas las nacionalidades, especialmente de origen latino.
sí, por ejemplo, Segovia suma 1.160 hondureños (contabilizaba 781 apenas hace tres años, en 2018, y 462 hace una década, en 2010); una nacionalidad que supone ya la cuarta en volumen de población, solo por detrás de ciudadanos procedentes de Bulgaria (4.955), Marruecos (2.970) y Rumanía (2.892). Igualmente, ha aumentado la población de ciudadanos con origen en países de Centroamérica y América del Sur. En Segovia hay 872 colombianos – 636 (2019) y 552 (2018)-; 448 venezolanos (eran 302 en 2019 y apenas 74 en 2010- y 400 dominicanos (eran 395 en 2019); además de 255 peruanos (44 más que hace un año) y 214 brasileños (solo tres más). Curiosamente, Ecuador ha reducido su población, pasando de los 238 de 2019 a los 227 de 2020. En 2010, Segovia contabilizaba 784 ecuatorianos.