Las islas de las mil batallas

María Albilla (SPC)
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Un feroz bloqueo naval tras la I Guerra Mundial sometió a Canarias al hambre y la miseria

Las coloridas fachadas del risco de San Nicolás - Foto: Carlos Ruiz

Hay muchas formas de viajar y la literatura es una de ellas. Y no solo porque encienda la chispa de la fantasía, sino porque los libros pueden ser un mapa con el que recorrer físicamente esos mundos antes imaginados. Con El guardián de las mareas, la última novela de Mayte Uceda, es fácil trasladarse a la segunda década del siglo XX y soñar cómo era la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria entonces, a qué olían sus calles, cómo se vivía en sus barrios, qué se comía y qué se compraba en el mercado de La Vegueta, cómo sonaban los barcos en el puerto de Santa Catalina o los tranvías de la calle Triana... Puedes subir al risco de San Nicolás y entender a vista de pájaro un capítulo prácticamente desconocido de la Historia de España, el bloqueo naval al que estuvo sometido Canarias tras la I Guerra Mundial. Poco tenían que ver las islas en aquel conflicto en el que los españoles fueron neutrales, pero los barcos británicos llegaban hasta ellas para aprovisionarse y los submarinos alemanes recorrían sus aguas para hundir los buques enemigos.

Aquel enfrentamiento sumió a los isleños en la pobreza, mató de hambre a miles de personas y abocó a la huida a América a cientos. Muchos ni llegaron al Nuevo Mundo. Otros tantos no regresaron jamás.

Y en este contexto, azuzado por la mal llamada gripe española y los estragos que causó entre la población cuando arribó por mar, atraca el vapor Valbanera en el puerto. Centenares de personas llenas de sueños subieron a bordo en 1919 rumbo a La Habana con parada en Santiago de Cuba. En el puerto, mozos, carruajes, sacerdotes, gentes de bien que viajaban en primera y los pobres más pobres que solo cargaban a sus espaldas esperanza se agolpaban en torno al barco que capitanearía Martín Cordero.

La calle Triana es hoy la más comercial de la ciudadLa calle Triana es hoy la más comercial de la ciudad - Foto: Carlos RuizLa niña Ana era una de aquellas almas. Lloró y gritó. Pataleó. No quería subir al barco porque decía que jamás llegaría a puerto. Desconsolada, embarcó junto a su familia. Eran 1.142 pasajeros y 88 tripulantes que navegaron hasta Santiago de Cuba llegando a buen puerto. Allí 742 pasajeros desembarcaron. El resto, 488, jamás lo harían en la capital caribeña. Una fatal tormenta les engulló causando la peor tragedia naval española en tiempos de paz.

Más fotos:

Fachada del mercado de La Vegueta.
Fachada del mercado de La Vegueta. - Foto: Carlos Ruiz
Desde el muelle de Santa Catalina zarpaban los barcos hacia América
Desde el muelle de Santa Catalina zarpaban los barcos hacia América - Foto: Carlos Ruiz
Ermita y parque de San Telmo
Ermita y parque de San Telmo - Foto: Carlos Ruiz

Todo esto y mucho más, pasando por un burdel cubano o la antagónica y acomodada vida de los indianos, junto con una historia de amor, se puede imaginar y se puede descubrir entre las páginas de El guardián de las mareas.