Retazos del exilio judío

SPC
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En el antiguo barrio judío de Béjar (Salamanca) se encuentra el Museo, conocido también como David Melul, que se configura como un espacio de conocimiento y divulgación sobre la cultura y la historia del judaísmo

Retazos del exilio judío - Foto: JESÁšS FORMIGO/ICAL

Quizá para muchos de los que se acercan hasta la localidad salmantina de Béjar pase desapercibido y para otros sea un espacio de referencia para el conocimiento y divulgación de la historia de los judíos. El Museo Judío Sefardí de Béjar, también llamado Museo Judío David Melul, está dedicado únicamente a los judíos españoles. Se levantó sobre una casa solariega, de las antiguas del siglo XV y figura como “una de las primeras viviendas que habitaron los judíos al llegar hasta aquí”, como explica la técnica de Museos y Turismo de la localidad, Carmen Rubio.

Se extiende entre lo que fue el barrio judío bejarano, que en realidad fue una ‘aljama’. La diferencia entre la ‘judería’ y la ‘aljama’ es que estas últimas “eran barrios judíos más grandes” con la obligación de tener carnicería, cementerio, hospital, es decir, todos los servicios religiosos, sociales y comunitarios de los que disponían los cristianos, pero también “adaptados al judaísmo”, alude Carmen Rubio.

Está rodeado por la iglesia de Santa María la Mayor, con un ábside mudéjar del siglo XIII, y también de algunas viviendas, una antigua fábrica textil del siglo XVIII que aún conserva el escudo de Carlos III en su fachada, así como de la fábrica de guantes. Este Museo Judío se ubica en la trasera de lo que fue el Palacio de los Duques de Béjar y es un edificio de tres plantas, que fue adquirido por el Ayuntamiento en 2003, gracias a la aportación económica que realizó el mecenas, David Melul, para realizar la reforma. De este modo, el 20 de enero de 2016 abrió sus puertas al público y desde entonces se ha convertido en “una atractivo muy singular”.

David Melul

David Melul Benarroch fue el creador y mecenas de este museo que lleva su nombre. Nació en Melilla el 20 de abril de 1928 y en 1946 llegó a Béjar para estudiar en la entonces denominada Escuela de Peritos Industriales, la Escuela Técnica de Ingeniería Industrial de la Universidad de Salamanca. Pasó en la ciudad varios años, y completó sus estudios de ingeniería textil en Tarrasa y después se instaló definitivamente en Barcelona.

Melul fue el primer cónsul honorario del Estado de Israel en Barcelona y presidente de honor de la Comunidad Israelita de esa ciudad. Preocupado por su entorno y por contribuir al desarrollo social y cultural, puso en marcha varios proyectos destinados a fortalecer y difundir la identidad, continuidad, cultura e historia del pueblo judío. Nunca perdió su vinculación con Béjar, y por eso visitaba la ciudad con cierta frecuencia. En uno de esos viajes, a finales de los años 90, impulsó la puesta en marcha de este museo a partir de su conocimiento del pasado hebreo de la ciudad, y de su interés por contribuir con su ayuda a la difusión de la cultura y la historia de los judíos.

Judíos en Sefarad

Según confiesa Carmen Rubio, este es uno de los museos que “más interesa a los judíos sefarditas y a Israel”. En ese sentido, cuenta que todos los años en la época de primavera de otoño reciben visitas organizadas desde Israel, que “aportan mucha información nueva en cada encuentro”. Además, tiene un atractivo que el resto de museos judíos de estas características en España no tienen, ya que según explica, es que la mayoría son casas ‘sefarad’. La diferencia es que este museo bejarano “está hecho de tal forma que la gente empieza a distinguir desde el primer momento el contexto histórico de la época”. Dividido en tres plantas con diferentes salas se realiza un viaje por la cultura y la historia de sus protagonistas.

Su planta baja está dedicada a los ‘Judíos de Sefarad’, donde se cuenta la historia de los judíos en España y Béjar, las costumbres, su religión y se acompaña de un audiovisual sobre el ‘Edicto de Expulsión’, “único en este espacio”, afirma Carmen Rubio, además del facsímil de este hecho. Desde este punto, los visitantes deben tomar la decisión de si quieren “convertirse al catolicismo en España, pudiendo ser perseguidos por la Inquisición”. Además, esta sala se acompaña de una maqueta para saber cómo fue la convivencia en este municipio. Como curiosidad, en ese espacio “no encontramos casas judías a extramuros”, relata la técnico de Museos, incluso hay mezcla entre las cristianas, lo que demuestra que la relación entre ambas culturas “fue buena”.

Esta planta además de estar ambientada con paneles de lectura también tiene muchos objetos y documentos e incluso ropa litúrgica. Aquí destacan las piezas más llamativas como son las ‘Torás’, “son piezas muy valiosas”, dice Carmen, y entre las que también se encuentra el ‘cuerno del Shofar’ para llamar a la oración o la caja de ‘Tzedaká’ que significa “caridad”, para recoger la limosna o también los famosos ‘Kippot’, en singular conocidos como ‘Kippá’, que son los gorros rituales utilizados para rezar o hablar con Dios. Y la ‘sala de los destinos’ llama la atención porque todo su suelo “es de piedra granítica”, explica la técnico especialista, además, se puede divisar el piso originario de la casa. Como cuenta Carmen Rubio, “Béjar por debajo es todo granito”, y ya al fondo se ubica un pozo de abastecimiento de agua potable, que como curiosidad, “en sus paredes hay una oquedad que comunica con uno de los pasadizos del Palacio Ducal”.

El mundo de los conversos

La primera planta de este espacio está dedicada a la Inquisición y “relata el mundo de los conversos”. Dispone de varios audiovisuales con la información más importante “para que la gente no se aburra” y pueda conocer más acerca la historia de los conversos que quedaron en Béjar por aquellos años. También se puede contemplar una maqueta de la villa a finales del siglo XV, con las posibles ubicaciones de la judería y junto a ella luce en la pared el cuadro titulado ‘Vista de Béjar’, que fue pintado por Ventura Ríos, pintor de cámara del Duque de la localidad y que reproduce cómo fue el conjunto urbano a principios del siglo XVIII “en todo su esplendor”.

Asimismo, entre los documentos expuestos figuran las ‘Crónicas burlescas del Emperador Carlos V’, del converso bejarano Francés de Zúñiga. Un libro escrito en “tono de burla” hacia el emperador. En esa sala se tomará la siguiente decisión, “seguir siendo judío e irse de sus casas”.

Los destinos tras la expulsión

En la segunda planta, que completa el ciclo de quienes decidieron mantenerse en su Fe y abandonaron España, donde se encuentra la parte dedicada a los sefarditas. En ella se dispone de información gráfica sobre las rutas que tomaron en su exilio hacia otros países de Europa, Asia y América. También este paso se lo dedicaron a los judíos que se apellidaban “Béjar, Behar, Bicerano o Bejarano”, es decir, con el topónimo de este municipio salmantino “en cualquiera de las variantes”, apunta Carmen. En ese sentido, recuerda el ‘I Encuentro de los Béjar’.

Los visitantes también tienen a su disposición un ordenador táctil con información sobre el idioma ‘ladino o sefardí’, y se muestra dónde estaban las comunidades sefarditas más importantes, así como una serie de poemas sefarditas que los visitantes pueden ir leyendo en español, mientras se escuchan en el idioma original. En esta planta se puede descubrir que “la cultura sefardita sigue viva en la actualidad”, así lo remarca Carmen Rubio, “siguen vivos e incluso siguen manteniendo las tradiciones”. Además, la técnico de Museos asegura que “el castellano antiguo aún se puede escuchar”.

Poco a poco se ha ido dotando al espacio con muchos objetos donados por los visitantes de esa tierra. La última pieza recibida es el busto del Cardenal Cisneros, que perteneció a la Inquisición, y como dice la especialista, se encontraba en el museo de Escultura de Mateo Hernández y “se pensó que era más adecuado ubicarlo aquí”. También en esta sala hay un curioso panel ante el que se detienen muchos visitantes que habla de la Inquisición y en él se ve “cómo vestía la gente cuando era juzgada”. “Allí les colocaban el San Benito”, que es la túnica que lleva dibujado el infierno y el capirote”, que es un gorro que se colocaba para hacer burla. De ahí conocemos las expresiones como “tonto del capirote y colgarse el san Benito”, explica Carmen.

Dicen que es un museo “muy curioso” y con un índice de visitas muy elevado e incluso colegios e institutos de diferentes lugares acuden para divulgar estos conocimientos. También lo hacen muchos ‘premilitares judíos”, ya que allí el servicio militar es obligatorio y antes de pasar “hay centros que acuden a conocer el origen de sus antepasados”, y es que como reseña la técnico de Museos y Turismo de Béjar, Carmen Rubio, “la cultura sefardí llama mucho la atención”. Por eso invitan a recorrer este viaje por los orígenes y la cultura judía de aquellos españoles.