"La penuria de nuestra sociedad es la ausencia de maestros"

Javier Villahizán (SPC)
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Con guías como Mahatma Ghandi, Simone Weil y Charles de Foucauld, este sacerdote y escritor se adentra en la espiritualidad occidental en busca de un nuevo paradigma, aquel que sirva para encontrarnos a nosotros mismos y darnos paz

"La penuria de nuestra sociedad es la ausencia de maestros"

Hablar con Pablo D’ors sobre su último libro, Biografía de la luz (Galaxia Gutenberg, 2021), es adentrarse en un universo místico y existencial plagado de preguntas bíblicas y respuestas humanas con el objetivo de conocerse mejor y alcanzar el resplandor interior, es decir, el sosiego, la calma y la voz personal, sin los ruidos del mundo.

Tras el éxito de Biografía del silencio aparece cuatro años después Biografía de la luz, y en plena pandemia. ¿Tiene algún significado? 

Hoy no se puede reflexionar sobre nada sin el fondo o el contexto de la pandemia. Creo que es una coincidencia reveladora porque hoy se necesita más que nunca esperanza y el libro pretende ofrecerla con fundamento.

¿Qué significan luz y silencio en su glosario personal?

Suelo decir que la luz es el fruto del silencio. Silencio y luz van totalmente vinculados, es decir, es lo que nos lleva a la práctica de la meditación y a la claridad interior. Normalmente tenemos la mente y el corazón demasiados llenos de estímulos, de apegos, de ruido, de parloteo interior y en la medida en que vamos vaciándolo va habiendo más espacio y por tanto más claridad. Este libro, más que ser una biografía sobre aquel que se definió a sí mismo como luz del mundo, Jesús de Nazaret, es una biografía sobre cómo acceder a nuestra propia luz interior. El protagonismo del libro no es Jesús, sino que somos nosotros mismos.

 

¿Hoy más que nunca el ser humano necesita esa búsqueda de la espiritualidad?

Yo creo que sí. El anhelo espiritual ha estado siempre en todos los tiempos, pero quizás hoy está con más fuerza por esta saturación de la mente y porque está surgiendo un nuevo paradigma que es el paradigma de la consciencia. El viejo paradigma occidental esta caduco, prueba de ello es que el arte ya no busca la belleza sino que se conforma con la expresividad; el pensamiento ya no busca la verdad, sino que se conforma con el método, con la hermenéutica; y en la religión hay un declive a nivel de la práctica. Pero siendo todo esto cierto, también esta surgiendo un nuevo paradigma espiritual, que podría ser recogido en la palabra consciente o silencio o en  la palabra ser. 

Para escribir el libro se ha basado en extractos de los Evangelios en los que realiza una especie de reflexión sobre esos fragmentos.

No podemos estar en el presente ignorando el pasado. El presente incluye el pasado como aprendizaje y el futuro como potencialidad. Estar en el presente es fundamental, pero el presente no es presentismo, no es ignorancia del pasado. 

Se trata de una lectura de los Evangelios que no es histórica, que no es teológica sino que es arquetípica o existencial, en ese sentido, no es confesionalmente cristiana sino que es culturalmente cristina. Lo cierto es que ahí hay un patrimonio espiritual que nos ayuda a comprendernos.

 

En el prólogo del libro se pregunta por una de las tres grandes cuestiones del ser humano, quién soy, para después descubrir el yo soy.

Esa es la pregunta espiritual por excelencia. La Humanidad tiene futuro en la medida en que todavía nos hagamos esta pregunta, si ya hemos claudicado eso significa que de alguna manera la aventura espiritual ha terminado.

El Evangelio más que brindar respuestas a esta cuestión ofrece propuestas de trabajo. 

Precisamente, ¿la persona que no acaba de conocerse al final, está perdida?

Yo creo que estamos bastante perdidos. En la aventura del conocimiento seguimos siendo unos escolares, todavía no hemos llegado al nivel universitario; y si no estuviéramos perdidos, no buscaríamos.

También es cierto que hay buscadores que están muy desorientados y más que peregrinos son vagabundos, van de aquí para allá sin saber a donde van, y otros que nos sentimos peregrinos en el sentido de que tenemos un horizonte que nos gustaría alcanzar, si eres creyente lo llamas Dios y si no lo eres lo llamas plenitud.

 

¿Los Evangelios, además de presentar propuestas, ofrece respuestas a los vacíos existenciales del hombre? 

Lo que he descubierto es que todos los problemas de fondo que podamos afrontar los seres humanos, la muerte, la identidad, la amistad, el miedo, la enfermedad, todos los problemas tienen una propuesta de comprensión en el texto sagrado. 

 

¿Qué mensaje mandaría a esas personas que están buscando su yo interior para crear su propia historia de salvación?

El mensaje que les diría es que podemos trabajar para generar esperanza en nosotros y en el mundo. La esperanza no es un ideal utópico, es una virtud y es algo que podemos cultivarla.

¿Nos faltan líderes en quien confiar, no solo espirituales?

Sí, es la penuria principal de nuestra sociedad, la ausencia de maestros. Si no tenemos maestros, no podemos ser discípulos, si no podemos ser discípulos, no podemos aprender, no podemos crecer. Desde Freud hacia adelante hemos estado minando el principio de autoridad, con todo lo que eso conlleva de positivo y de negativo, porque si no tenemos padres somos huérfanos. Somos la generación de huérfanos, por eso tenemos una cierta desorientación. Si no tenemos claro nuestro origen porque lo hemos dinamitado, pues tampoco sabemos cuál es nuestro destino.