La huella Blanca en Valsaín

Sergio Arribas
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Blanca Fernández-Ochoa, hallada muerta este miércoles, fue hace una década pregonera de las fiestas de Valsaín. Allí vive la familia Martín-Merino, una saga de esquiadores con quienes los Fdez-Ochoa mantienen fuertes lazos de amistad.

Blanca Fernández Ochoa, acompañada por los vecinos de Valsaín, después de dar el pregón de las fiestas, en 2009 - Foto: D.S.

Es martes, último día de las fiestas de Valsaín, en honor a la Vírgen del Rosario. A las puertas de la plaza de toros, dos asuntos centran las conversaciones de los vecinos. Uno es el susto por la tarascada que el día anterior un becerro infringió en la plaza a un mozo, al que dejó inmóvil en el ruedo, y del que, por fortuna, salió ileso. El otro es la desaparición de la medallista olímpica Blanca Fernández Ochoa. Apenas 24 horas después la preocupación se transformó en profunda conmoción, al conocerse el hallazgo del cadáver de la esquiadora, en las inmediaciones del pico de la Peñota, en la frontera entre Segovia y Madrid.

Eusebio Martín Merino y su hermano Rufino — ‘Cachorro’, como todos le conocen en Valsaín— vivían ese martes con especial preocupación la búsqueda de ‘Blanquita’o ‘La Blanca’, como llaman cariñosamente a la esquiadora. Era el cuarto día de búsqueda y el número once desde que se la viera por última vez en un supermercado de Pozuelo. «He llamado a Goyo, un amigo de Cercedilla, y me dijo que estuvo unos días antes con ella, su hermano Juanma, la madre [nonagenaria] y que estaba muy bien. Ójala que aparezca pronto», comentaba Cachorro. Sin embargo, el peor augurio se cumplió al día siguiente tras encontrar muerta a Blanca. «Estamos consternados, la conocemos de niña, para nosotros es como si fuera de la familia, es una pena muy grande», apuntaba su hermano Eusebio. «Esa zona es muy escabrosa, la usan los montañeros para escalar, lo mismo ha sufrido un accidente», añade.

Estrecha relación. Los hermanos Eusebio y Martín Merino, que fueron campeones de esquí de fondo, conocían a Blanca desde que era niña, aunque la relación más estrecha fue con su hermano Paquito Fernández-Ochoa (1950-2006), casi de la misma generación. Con ‘Paquito’ coincidieron en competiciones por toda Europa, en estaciones de Suiza, Noruega o Francia, además de entrenamientos en España y, ya fuera de las pistas, en más de una comida en Valsaín, donde el hermano de Blanca, el único español con una medalla de oro olímpica, acudía con relativa frecuencia. 

Los exquiadores Eusebio (izq) y Rufino 'Cachorro' Martín MerinoLos exquiadores Eusebio (izq) y Rufino 'Cachorro' Martín Merino - Foto: Rosa Blanco

El medallista de oro en Sapporo aprovechaba para visitar a la familia Martín Merino, aunque también para compartir almuerzo y conversación con otros vecinos del pueblo; entre ellos sus amigos de la ‘mili’ que vivían en la pequeña localidad segoviana, que dista apenas 23 kilómetros por carretera de la vecina Cercedilla, donde Blanca tiene el nombre de una calle y ‘Paquito’ una estatua y un museo del esquí que recuerda su figura como deportista. 

«Venían mucho a Valsaín, tanto ella [Blanca], como su hermano, por la Granja y por Valsaín, a pasear, comer... también su hermana Lola», explica Eusebio, de 72 años, quien, en la disciplina de esquí de fondo, fue preolímpico en Grenoble 68 y Sapporo 72. También fue varias veces campeón de España de esquí de fondo, tanto en la modalidad de relevos —con muchachos de Cercedilla— como a nivel individual, en las distancias de 15 y 30 kilómetros.

En total, fueron «10 ó 12 años» en el equipo nacional de esquí de fondo, donde también estuvo ‘Cachorro’, en el equipo b. Al igual que su hermano, fue campeón y participó en competiciones por toda Europa.

La exesquiadora, en un momento de su pregón, en Valsaín, hace una décadaLa exesquiadora, en un momento de su pregón, en Valsaín, hace una década - Foto: D.S.

Por la fuerte amistad y cariño que unía a las dos familias, Paquito aceptó encantado ser el pregonero de las fiestas de Valsaín —en la década de los 90— mientras que Blanca lo fue en 2009, tres años después de fallecer su hermano, a los 56 años, víctima de un cáncer. 

En la directiva de los festejos estaba ese año, hace ahora una década, una sobrina de Eusebio y, a través de él y de otros miembros de la familia, gestionó la presencia de la medallista olímpica. En su pregón, Blanca se mostró agradecida por el honor de ser elegida pregonera y mencionó la fuerte vinculación de las dos localidades de la Sierra de Guadarrama. «Se mostró como es ella, muy abierta, amable, daba gusto oirla y estar con ella», recuerda Eusebio. 

Blanca, sostienen los hermanos Martín Merino, se hizo fotos con la directiva de los festejos, con los vecinos y con cualquiera que le pidiese una instantánea para el recuerdo, antes de acudir a la Peña ‘Los Curros’, donde volvió a someterse al foco de las cámaras, esta vez, con un numeroso grupo de mujeres de los peñistas. Tan afable se mostró Blanca como, una década atrás, lo hizo, también como pregonero, su hermano Paco, que llegó a pedir al gentío tras su alocución un «viva» a la Virgen del Rocío en lugar de a la Virgen del Rosario. El lapsus lo recuerdan Eusebio y Rufino con una sonrisa. Paco también participó, en al menos dos ocasiones, en las reuniones de la Peña El Tizo, que organiza la comida de los mayores desde hace 44 años. “Más que una peña es una institución, todos los pregoneros de las fiestas han pasado por allí. Paco Fernández-Ochoa en dos ocasiones”, explica el historiador y cronista oficial del Real Sitio, Eduardo Juárez. 

Paco Fernández-Ochoa fue también pregonero en Valsaín, antes que su hermana Blanca Paco Fernández-Ochoa fue también pregonero en Valsaín, antes que su hermana Blanca - Foto: D.S.

La lista de campeones de esquí naturales de Valsaín es amplia y se remonta a la década de los años 30, según recuerda Juárez. El segoviano Tomás Velasco, que trabajaba en Navacerrada, llegó a ser en 1935 campeón de España de esquí de fondo, lo que le valió para participar en la primera olimpiada de invierno, celebrada en 1936 en la Alemania nazi, en la estación bávara de Garmisch Partenkirchen. «Durante décadas los esquiadores de Valsaín han participado con éxito en numerosas competiciones, entrenaban y daban clases en Navacerrada, Cotos... La conexión entre Cercedilla y Valsaín es tremenda», añade el cronista.

En navacerrada. La relación de amistad con la familia Fernández Ochoa surgió en la década los sesenta. Los hermanos mayores de los Martín Merino eran los encargados del primer telesquí que funcionó en Navacerrada. Eusebio recuerda ir con sus hermanos a la panadería que regentaban Francisco Fernández y Dolores Ochoa. Él era conserje en la Federación Española de Esquí y ella la cocinera de la institución y a mediados de los 60 el matrimonio había llegado a la estación invernal procedentes del barrio madrileño de Carabanchel.

«Empezaron en la panadería y luego se subieron a la Escuela de Esquí. El padre era recepcionista y la madre era quien hacía la comida a los profesores y deportistas», recuerda ‘Cachorro’. El matrimonio Fernández-Ochoa, afincado en Cercedilla, llegó a tener ocho hijos. «Recuerdo a Paquito, que practicaba esquí alpino, y que desde muy joven estaba en el equipo de promesas, ganando todos los campeonatos de España. Después también a Blanca que, ya desde chiquitita, empezó a despuntar», añade. «A los Martín Merino —subraya Cachorro— siempre nos han querido mucho. Hemos entrenado mucho juntos y coincidido en competiciones, también internacionales, ellos en alpino y nosotros en esquí de fondo». Por su parte, Eusebio habla de que cuando a los Fernández Ochoa les han hecho homenajes en Cercedilla «siempre les hemos acompañado»; señalando que cuando se inauguró en el pueblo madrileño el Museo del Esquí ‘Paquito Fernández Ochoa’ la familia de Valsaín llevó «unos aperos de esquí antiguos» para que formaran parte de la exposición.

Eusebio recuerda cómo, de chaval, subía de Valsaín a Navacerrada a trabajar con sus hermanos en el telesquí los fines de semana y cuando acaba la jornada bajaban esquiando hasta el pueblo, a veces de noche. «Mi hermano Jesús, el segundo de nueve hermanos, que fue varias veces campeón de España, nos inculcó el deporte del esquí de fondo. Nos hicimos del Club Siete Picos para poder federarnos». De los Fernández Ochoa recuerda que «eran varios hermanos como nosotros» y que todos, salvo Paco, eran «un poco más jóvenes» que ellos. «Cuando hacíamos concentraciones del equipo nacional se venían a entrenar con nosotros y aunque eran unas chavalines esquiaban con una destreza impresionante».

Cahorro y Eusebio —que en su currículum figura haber sido profesor de esquí de Pedro Delgado— esperaban este martes un feliz desenlace sobre la desaparición de Blanca Fernández Ochoa. La confirmación de la noticia del fallecimiento, apenas un día después, cayó como un mazazo en la familia Martín Merino. «Cuesta creerlo. Es una gran desgracia», sentencia Eusebio.

“Era una bellísima persona y muy intrépida”

María Jesús Martín sobrina de Eusebio y Cachorro, es hija del exquiador Jesús Martín Merino (1927-2004), el segundo de los nueve hermanos de la familia, que estuvo quince años en la selección española y fue dos veces campeón de España absoluto y diez en la modalidad de relevo, entre otros muchos entorchados. María Jesús, que ha sido 44 años profesora de esquí, corrió en el club ‘Siete Picos’, y recuerda como Paco Fernández, el padre de Blanca, fue quien propició que su padre Jesús Martín empezara a competir en pruebas de esquí de fondo. Blanca era amiga y compañera de María Jesús desde la niñez y con ella salió a esquiar en múltiples ocasiones.

“Es una tragedia tremenda, era una bellísima persona”, recuerda María Jesús, que acudirá al sepelio por la exquiadora en Cercedilla, donde está el Museo del Esqui, que conserva numerosos utensilios y galardones cedidos, especialmente, por su padre Jesús, además de por otros miembros de la familia Martín Merino.

De Blanca, con la que mantuvo siempre amistad y estrecha relación, recuerda numerosas anécdotas. “Formábamos parte del Club Siete Picos y nos volvía locas salir a esquiar (…) no nos importaba ni pasar frío, ni arriesgar con los palos de las bajadas, para realizar nuestras primeras carreras”.

“En aquella época -continúa María Jesús- yo era miedosa, no me gustaba la competición. Pero Blanca era el anti- yo, era muy intrépida”. María Jesús recuerda que un día esquiaba con Blanca y ambas se perdieron por la niebla en una pista que se llamaba La Mancha, en Navacerrada. En vez de bajar por la pista “fuimos a dar a la carretera llorando, yo le decía dejamos aquí los esquís, pero gracias a ella no los perdimos.. Porque si me hace caso, dejarlos allí en medio de la nieve, hubiera significado no recuperarlos. Aquel día de crudo invierno, aparecimos en la Escuela y allí nos estaban esperando con una bronca de bienvenida. Así nació mi amistad con la campeona Blanca, al vivir una enfrente de la otra, y posteriormente mantenida en el tiempo, y a las numerosas coincidencias de seguir viéndonos y esquiando en otras montañas”. “Es una pena muy grande. Desde hoy una estrella blanca brilla en el cielo”, concluye María Jesús.