El Bayern, nuevo rey de Europa

Iñaki Dufour (EFE)
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El equipo alemán logra en Lisboa su sexta 'Orejona' tras vencer al PSG por 0-1. Los bávaros añaden esta corona a las logradas en 1974, 1975, 1976, 2001 y 2013

El Bayern, nuevo rey de Europa - Foto: MATTHEW CHILDS

Nadie ha hecho más ni mejores méritos para ganar la Liga de Campeones de esta temporada que el Bayern Múnich, cuyo recorrido hasta el título ha sido tan impecable como su desenlace: campeón de Europa con un 0-1 al París Saint Germain por un gol de Kingsley Coman y dos paradas de Manuel Neuer.

En dos detalles, en el dominio de las áreas, la propia y la ajena, quedó determinada la resolución de la final de la competición de las competiciones de clubes, que despertó de nuevo la frustración del PSG, al que no le basta con ganarlo todo en Francia, pero tampoco le alcanza, al menos de momento, para triunfar en Europa.

Para eso fichó a Neymar -222 millones de euros- o a Kylian Mbappé -180 millones-. Ambos en 2017. Y acumuló rebosantes individualidades a golpe de elocuentes inversiones para armar un equipo que esta vez sí ha sido capaz de ir más allá de los cuartos de final, incluso al partido definitivo, pero mantiene pendiente su objetivo original.

El Bayern, nuevo rey de EuropaEl Bayern, nuevo rey de Europa - Foto: POOL

Seis Copas de Europa tiene ya el Bayern, que, siete años después, reconquistó el inigualable y poderoso cetro que todos persiguen pero nada más está al alcance de muy pocos, no sólo a lo largo de un año o dos, sino de toda la historia; el título que incluye el nombre del equipo en la leyenda del fútbol; por mucho que el actual haya presentado un formato, a través de una final a ocho, y unas circunstancias especiales por la pandemia de la COVID-19.

Pero nada resta tamaño a su victoria. El Bayern Múnich ha sido el mejor. No hay interpretaciones posibles. Ni matices. Lo ha ganado todo en esta edición de la Liga de Campeones; cada uno de los 11 partidos que le han dirigido con la rotundidad de un favorito invencible hasta la fase final y la cima en Lisboa, con una cantidad de goles increíble en un torneo tan corto, 43 tantos -una media de más de cuatro por duelo-. Una barbaridad. Como su esprint final, en el que además ha lucido una autoridad inusitada en rondas tan altas.

El PSG entendió mejor el primer tiempo. Su presión fue más eficaz y su plan más clarividente: recuperó la pelota con celeridad, muchas veces en campo contrario, y con la misma velocidad lanzó sus ataques, enfocados al perfil izquierdo de su ofensiva, a Mbappé, que durante un rato desbordó todo lo que quiso a la espalda de Kimmich.

El Bayern, nuevo rey de EuropaEl Bayern, nuevo rey de Europa - Foto: Manu Fernandez / POOL

Mbappé es un avión con el balón. Nadie puede medirse en rapidez con su zancada. Ni con esa conducción imponente. Pero le falta aún mucha más contundencia en el remate, al menos este domingo. En asociación con Neymar o Di María es un ataque que pone en jaque a cualquiera, como hicieron unas cuantas veces al bloque alemán, pero sin la precisión que exigen los últimos metros. Ni el brasileño ni el francés ni el argentino, que también tuvo la suya, aunque la malgastó por altura.

Hubo entonces más ocasiones que juego. No fue una excepción el Bayern. Entre tantos partidos en uno, con el éxito en la presión alta como el eje que dividió el mejor momento de uno u otro equipo, Lewandowski es un filón para él. Siempre está ahí, atento. Y siempre encuentra el margen suficiente para alguna oportunidad. Dos en el primer acto: una media vuelta al poste y un cabezazo centrado.

Dos avisos del poder que tiene el Bayern, que ni en el partido previsto, ni en el juego que pretendía, se sentía al menos con las mismas posibilidades, o más, que su oponente. Y con los infinitos recursos que tiene, como Kingsley Coman, la irrupción del once... Y el goleador: de cabeza, al borde de la hora, a servicio de Kimmich.

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El Bayern, nuevo rey de Europa - Foto: JOSE SENA GOULAO

El extremo rompió el encuentro. No sólo eso, sino que de pronto promovió las dudas de su rival, que pasó unos minutos de readaptación, esos momentos indispensables para asumir un golpe de tal entidad en un partido de tanta magnitud, pero que resurgió de nuevo, insistente hasta el fin, hasta el pitido final del árbitro, que coronó de nuevo al Bayern y a Neuer. El PSG rebusca su sitio.