Las cabezas gachas para registrar uno a uno los votos a favor de Sánchez en el Congreso dieron paso a los aplausos de los socialistas y las lágrimas de emoción de los morados. El presidente revalidaba su cargo por la mínima en una sesión que volvió a ser bronca en la línea de las celebradas el pasado fin de semana. La oposición, con caras largas, resaltó que había sido un «día triste» e incluso «trágico».
Ayer se repitió la escena de continuas interrupciones desde la bancada de la derecha al candidato y Sánchez llegó a desear que se acabara ese «clima tóxico».
Los vivas al Rey y a España se repitieron, pero provocando el reproche de Unidas Podemos y PNV por hacerle un «flaco favor» a la Monarquía vinculándose con la derecha y en una «torpe defensa» la llevada a cabo por PP, VOX y Cs ya que fue Felipe VI el que propuso a Sánchez para la investidura. De hecho, a última hora recibió a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, para firmar su nombramiento.
A la tercera y pasando lista - Foto: STRINGERPero la protagonista inesperada fue la diputada de Unidas Podemos Aina Vidal, que faltó el pasado domingo a la primera votación por enfermedad. Esta vez acudió y se llevó el reconocimiento y afecto de los partidos de la coalición llegando a emocionarse en su escaño. Pablo Iglesias, que lloró como un niño tras confirmarse el Gobierno de coalición, le hizo entrega al final de la sesión de un gran ramo de flores. También Manuel Azaña tuvo su protagonismo al ser utilizado de un lado y de otro al antojo de los partidos. Otro de los protagonistas fue el diputado de Teruel Existe, al que hubo que poner medidas de protección ante las presiones recibidas por su «sí».
Con la subida del diputado de EH Bildu a la tribuna de oradores se repetía la escena vivida el domingo, con los 52 diputados de VOX abandonando la Cámara y el popular Adolfo Suárez Illana girándose «como si fuera jurado de La Voz», ironizó Óskar Matute.
Sánchez tuvo que tragar saliva en varias ocasiones con la intervención de Montserrat Bassa, de ERC, que negó que existiera la separación de poderes, volvió a pedir la nulidad de la sentencia por el procés, habló de «presos políticos» y le espetó sin miramientos que la gobernabilidad de España le importaba «un comino».
A la tercera y pasando lista - Foto: Fernando AlvaradoHubo mucha crispación, pero también muchos gestos. La bancada socialista se ponía en pie para aplaudir a Pablo Iglesias, pero no se oyó ni un aplauso, ni uno solo, tras la intervención de Ana Oramas, que volvió a reiterar su negativa a este Gobierno, fuera de la disciplina de Coalición Canaria, por lo que pidió disculpas.
PP, VOX y Cs ovacionaron al diputado de UPN, Carlos García Adanero, que protagonizó otro de los momentos llamativos de la sesión cuando se negó a callarse y permanecer «agachado» frente a Bildu por tener dos compañeros de partido asesinados por ETA, además de reprochar a Sánchez que hubiera puesto al PNV de interlocutor en Navarra. «Navarra no quiere ser Euskadi», le soltó.
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Esperando la salida del presidente ya investido, a algún diputado se le escapaba entre suspiros «lo que ha costado, ha sido como un maratón». Pero al final de la sesión, Sánchez abandonaba el Hemiciclo seguido de Iván Redondo al grito de «¡Presidente, presidente!».