Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Madrid bien vale una misa

10/11/2021

La fiesta de la patrona de Madrid, la Virgen de la Almudena, se celebra en la catedral que lleva su nombre, probablemente una de la más kitsch que existen en nuestro país, y reúne a las principales autoridades madrileñas, municipales y autonómicas que asisten a una misa oficiada por el arzobispo de la diócesis. Parafraseando a Enrique de Navarra, podría decirse que Madrid bien vale una misa y que era un buen momento para que la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida hubieran aparcado las diferencias a cuenta de cuándo y cómo se celebrará el congreso del PP de Madrid y sobre todo de quien será el candidato ungido por la dirección del PP para dirigirlo.  

Pero lejos de acordar en un momento tan solemne, ambos no han hecho sino evidenciar sus diferencias. Con muy buen tono y elogios mutuos eso sí, pero con las espaldas en alto. Con la presidenta reclamando la celebración del congreso cuanto antes; con Almeida respondiendo que será cuando toque. Con Ayuso un punto conciliadora al mostrarse convencida de que "sé que va a acabar bien", porque se considera vencedora ya en todos los sentidos, dado el apoyo de la militancia que la dirección del PP nacional trata de contrarrestar con el control de los tiempos y del procedimiento. Con alusiones de Almeida a la parábola del buen samaritano en contraposición al episodio de Caín y Abel.    

La llegada a la catedral, por separado, del alcalde como de la presidenta madrileños fue recibida con una salva de aplausos que demuestra que ambos tienen su público. O que sus acólitos prefieren una candidatura de integración que en este momento es la iniciativa menos probable, o una tercera vía. Almeida se apunta al "buenrrollismo" con Ayuso, pero la presidenta sabe que su desafío a Casado no admite medias tintas y exige el mismo trato que otros barones que dirigen sus organizaciones territoriales.  "La situación es complicada y "todos tienen que ceder", avisa Ayuso.    

Una parte de la militancia y de los votantes populares asisten atónitos a este enfrentamiento fratricida ante la comprobación de que las posiciones entre la Puerta del Sol –sede del gobierno autonómico- y de la calle Génova están cada vez más distantes, que no hay armisticio entre las partes. Mientras Ayuso mantiene que "Madrid es España dentro de España", otra parte considera que ni la gestión ni las propuestas de la presidenta madrileña se pueden trasladar miméticamente a otras comunidades autónomas, y que por tanto el efecto de las rencillas madrileñas tendrá una repercusión matizada en sus territorios. Aunque la puede tener.  

A los votantes no les gusta asistir a enfrentamientos internos, pero en el caso del PP se trata de un electorado que demuestra mucha fidelidad al partido o al menos al espectro ideológico en el que se mueve. Además, se encuentran a la espera de un golpe de autoridad del presidente del PP, Pablo Casado, para acabar con un debate interno que perjudica sus expectativas en un momento en el que al Gobierno de Pedro Sánchez le cuesta superar el bache en el que le hundió la derrota del4-M en Madrid, momento en el que se produce una mayor inflexión del cambio de tendencia que se venía observando en los últimos meses: con los partidos de izquierdas a la baja y sin levantar cabeza.