Los nuevos empleos en la era digital

Carlos Cuesta (SPC)
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La demanda de profesionales relacionados con las tecnologías TIC se duplica cada año en España, con 212.600 contratados en 2021 y un salario un 42% por encima de la media

Los nuevos empleos en la era digital

El entorno educativo actual poco tiene que ver con la formación universitaria tradicional, aunque haya aún titulaciones y profesores que siguen sin reciclarse y mantienen una enseñanza obsoleta ante las nuevas necesidades y perfiles profesionales que demanda el mercado empresarial tanto en España como en el resto del planeta.

Las nuevas habilidades que se piden a los trabajadores y directivos exigen ser lo más eficiente posible ante un entorno muy cambiante que precisa de una gran flexibilidad y que está inmerso en una realidad cada vez más digital.

Los expertos en recursos humanos sostienen que los trabajadores del actual mercado laboral deben ser capaces de adaptarse a una época en la que todo corre el riesgo de quedarse obsoleto en un parpadeo. Bien es cierto que es a los directivos a los que primero se exige que desarrollen nuevas habilidades, más allá de las clásicas, que les permitan estar al día en el funcionamiento de la compañía, su entorno y sean capaces, además, de implementar su productividad y exprimir nuevas opciones de gestión y de negociación con sus empleados, directivos y proveedores.

Actualmente, el manejo de las nuevas tecnologías es esencial. Un ejecutivo debe estar actualizado y manejar con soltura las novedades digitales para conseguir la máxima rentabilidad y productividad en un mundo en el que la competitividad regula las condiciones salariales y de promoción profesional.

En este contexto, la demanda de trabajadores relacionados con las tecnologías TIC está experimentando un constante incremento, tanto en el mercado nacional como en el internacional, duplicándose cada dos años el número de vacantes de estos perfiles. Su sueldo medio se sitúa en los 37.660 euros brutos al año, frente a la media nacional que está en los 26.500 euros, es decir, mantienen un 42% de diferencia que equivale a unos 11.000 euros anuales más.

Sin embargo, uno de los hándicaps a los que se enfrenta la mayor parte de las compañías tecnológicas a la hora de contratar a los profesionales adecuados es la falta de formación. De hecho, no entienden que si en España el paro juvenil de menores de 25 años se sitúa en una tasa del 40%, no se potencie desde los primeros cursos de primaria o secundaria, o se refuercen estas materias conocidas como STEM para asegurar talento y futuro. Además, denuncian que existe una falta de adecuación entre lo que enseñan las universidades y lo que realmente se necesita en la empresa para desarrollar sus funciones. Ante esta situación, que no es nueva y viene de lejos, muchas compañías se han visto obligadas a atajar esta carencia creando sus propios centros de formación donde sus empleados reciben desde el primer día las doctrinas prácticas y la destreza necesaria para dominar el funcionamiento de las herramientas que utilizan.

Una empresa que no se preocupa por la formación de sus equipos deja de ser competitiva en muy poco tiempo y se ve incapaz de dar soluciones a las necesidades que les exigen sus clientes en tiempo real.

Los especialistas en recursos humanos subrayan que todas las personas que pasan por la universidad precisan de otros conocimientos añadidos con los que completar su formación y que es donde se alejan de las propias titulaciones como, por ejemplo, una experiencia internacional, dominio de más de dos idiomas, capacidad de comunicación, negociación, trabajo en equipo, empatía, proactividad y, sobre todo, de ser capaces de buscar soluciones y de proponer mejoras en cualquier proceso productivo.

Los centros de selección de personal van a contracorriente cuando aseguran que estudiar una titulación tradicional puede entenderse mal por muchas empresas que asocian unos conocimientos a la capacidad de recordar cosas de memoria, sacarse títulos y ser arrastrados por una corriente muy poco eficaz para ellas que lo que buscan son operarios que dominen las nuevas tecnologías desde un punto de vista práctico, tanto en el ámbito del desarrollo como del diseño, y de ahí que cada vez destinen más inversión a crear departamentos de formación especializada atendiendo a las necesidades reales de sus mercados.

Las profesiones del futuro para los empleadores más veteranos les parece que han venido de otro planeta y son aquellas que están relacionadas con la nube, con el desarrollo de aplicaciones, inteligencia artificial y ciberseguridad. Así, por ejemplo, las ingenierías tradicionales de mecánica o industrial se han dividido en más de 20 especializaciones para ser más eficientes.

Según un informe reciente de la consultora Mampower, la demanda de especialistas TIC con competencias en soluciones de transformación de negocio, los servicios de datos y todo lo relacionado con la nube superan ya en 2021 los 212.673 profesionales, frente a los 113.776 de 2019 y los 55.099 de 2017. La mayor parte de las firmas de estos sectores se ubican en Madrid aunque, últimamente, se observa un viraje a otras zonas por el teletrabajo.

Un aspecto muy importante a destacar es que las escuelas de negocios buscan cada ven más mujeres. La inclusión de género junto a la diversidad es uno de los aspectos que más trabajan a día de hoy los departamentos de recursos humanos, conscientes de que la demanda también presenta unos estándares de variedad sin límites.

En este sentido, las mujeres representan ya el 42% de los estudiantes de MBA en las 10 principales escuelas de negocios de EEUU con una tendencia al alza, según un ranking publicado por el Financial Times, frente a la media del 36% de las escuelas europeas o el 34% de las asiáticas.

 

Sostenibilidad

Como conclusión, los expertos consideran que garantizar el bienestar de un empleado con una buena formación digital es la auténtica clave para asegurar el futuro de las empresas, el crecimiento y la motivación de sus profesionales. La tecnología, junto al compromiso y la experiencia laboral del factor humano, aportan flexibilidad, colaboración, seguridad y, además, ayuda a construir un porvenir más sostenible donde la empresa y el trabajo encuentran un tándem casi perfecto.