Un examen a la memoria

Nacho Sáez
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El médico forense de Segovia José María Molina debuta en la novela con 'Luces de papel', la historia de un joven facultativo que ayuda a recopilar sus recuerdos a un paciente que sufre una enfermedad neurodegenerativa.

Un examen a la memoria - Foto: Rosa Blanco

«Conmovedora». De todos los adjetivos que ha recibido de su primera novela, ‘Luces de papel’ (Editorial Círculo Rojo’), José María Molina menciona ese en primer lugar. Se lo hizo de forma privada la correctora ortotipográfica para resumir esta historia de un joven médico que busca reencontrarse con su vocación y acaba trabajando en una residencia de ancianos. Allí conoce a un paciente que empieza a tener síntomas de una enfermedad neurodegenerativa y entre ambos intentan rescatar la memoria de esa persona antes de que la enfermedad haga estragos.

«El médico no soy yo, ni quiero», aclara el autor, médico forense en la vida real en el Instituto de Medicina Legal de Segovia. «Me gusta ser capaz de contar historias». Con ese propósito comenzó hace dos años a escribir esta novela, compaginándola con su trabajo, en el que además tiene el aval de una formación de posgrado en Dirección Hospitalaria y Gestión de Servicios Sociosaniotarios. Admirador de ‘Los pilares de la tierra’ de Ken Follett y de ‘El señor de los anillos’ de J. R. R. Tolkien, asegura que se lee «todo lo que cae en mis manos». Lo último, la autobiografía de un cirujano británico.

Su novela también está salpicada de personajes y episodios reales a través de saltos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, aunque en su editorial la han catalogado como «ficción moderna y contemporánea». «La idea inicial con la que empecé no tiene nada que ver con el resultado final», señala. Tras dejarse aconsejar por las dos primeras personas que leyeron el borrador, introdujo cambios pero ya antes había descubierto que le encantaba tomar notas en una libreta para que sus personajes no perdieran coherencia, poder modificar lo que hiciera falta y añadir detalles que enriquecieran la trama.

Esta tiene como punto de partida el 14 de enero de 2003 y transcurre en numerosos lugares, entre ellos La Losa y Segovia. «Todo tiene un sustrato real e incluso hay personas de mi entorno que se han reconocido en algunos de los personajes, aunque solo uno aparece con su nombre verdadero, un familiar mío, y antes le pedí permiso. Luego tiene mucha importancia la Batalla del Ebro y mucha mucha importancia la reinauguración del teatro Juan Bravo después de su rehabilitación en 1989, que vino la reina y la Orquesta Sinfónica Reina Sofía ofrecía un concierto», cuenta mientras ve caer la lluvia con fuerza, casi atrapado como en aquellos días de confinamiento de mayo en los que «di un avance importante para terminar de escribir la historia».

La escritura se convirtió en uno de sus principales métodos para abstraerse de los duros momentos que vivieron en la clínica médico forense en los inicios de la pandemia. Obligados a acudir a numerosos levantamientos de cadáveres, tuvieron que dejar de hacer autopsias y empezar a certificar las causas de las muertes mediante otros procedimientos. Ahora al fallecido se le realiza una PCR antes de nada, pero este médico forense todavía no ha podido sacudirse la «aprensión» a volver a enfermar. Ya pasó la Covid-19, pero ha aprendido una lección. «Independientemente de que haya pasado la enfermedad como muchos otros, me ha hecho ver la vida de una manera completamente diferente. La mayor secuela que me ha dejado ha sido darme cuenta de lo débiles que somos y de que no solo la pandemia sino otras enfermedades están ahí y somos limitados de alguna manera», remarca. «Desde el punto de vista laboral no hemos tenido cuestiones demasiado problemáticas pero sí que hemos tenido que enfrentarnos a situaciones en las que no sabíamos lo que había. Nos poníamos los monos que nos cedieron en su día con la crisis del ébola y de esa manera acudíamos a los levantamientos y hacíamos las autopsias».

Una segunda parte de ‘Luces de papel’ lo tiene descartado, pero sí que ha empezado a escribir historias paralelas. Hasta esta novela lo suyo habían sido los artículos de divulgación médica y de actualidad en medios de comunicación y los relatos cortos –incluso se había presentado a certámenes-, pero se ha demostrado a sí mismo que puede ir más allá. «Para mí el éxito es haber llegado hasta aquí. Me parecía impensable publicar una novela. Es verdad que ha sido una autoedición, pero Círculo Rojo no publica nada si no cumple unos estándares de calidad», subraya este burgalés de nacimiento pero abulense de corazón que desde hace un tiempo vive en Segovia.

Esas 166 páginas se pueden comprar por 12,50 euros en la tienda ‘online’ de Círculo Rojo y pronto también en librerías segovianas como Entrelibros, donde esta semana permanecían pendientes de recibir un pedido. «Tenía el miedo de no saber si lo que estaba contando merecía la pena que fuera contado y si iba a haber alguien que le interesara. No me considero escritor, pero esta afición me ayuda a tener una afición muy enriquecedora fuera del trabajo. Vamos a ver hasta dónde llega», concluye.