"Aún faltan por conseguir más avances sociales en España"

A.M.
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Abogada, ha sido diputada de la Asamblea de Madrid, senadora y parlamentaria europea por el PSOE. Preside la ONG Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad y es vicepresidenta de la Plataforma del Voluntariado de España.

Paquita Sauquillo en una imagen de archivo - Foto: Eugenio Gutiérrez

La abogada Paquita Sauquillo (Madrid, 78 años), presidenta del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL),  vinculada con El Espinar (Segovia), donde pasa largas temporadas, y premiada por la Diputación Provincial con el primer galardón dedicado a la defensa de la igualdad, sostiene en esta entrevista que las  personas de su generación «no han sabido explicar suficientemente a los jóvenes, a través del sistema educativo, qué se ha conseguido con la democracia,  no son conscientes porque no lo han vivido, no saben lo que era reunirte con diez personas y que te pudieran detener, pacíficamente en una iglesia». Asimismo reconoce que ha habido avances en cuanto a la igualdad pero afirma que aún existe un 'techo de cristal' para las mujeres.  


Acaba de recibir el nuevo Premio Igualdad instituido por la Diputación Provincial de Segovia correspondiente a 2019, aunque no se pudo entregar debido a la crisis sanitaria, ¿qué sensación le produjo este galardón?


Me hizo mucha ilusión porque todo lo que sea un reconocimiento de haber trabajado en favor de la igualdad entre las mujeres y los hombres y de haber luchado por el feminismo es un motivo de alegría, además me siento muy unida a los segovianos,  llevo desde 1973 vinculada a San Rafael y El Espinar.  


Hablando de igualdad ¿qué avances se han registrado desde que, en 1975, defendió ante un tribunal militar a una mujer para la que el fiscal pedía la pena de muerte?, ¿sigue habiendo 'techos de cristal'?


Desde que acabé la carrera de Derecho y me colegié, en 1967, ha habido un cambio muy radical, éramos muy pocas mujeres las que ocupábamos puestos profesionales, las que trabajábamos y aparecíamos públicamente. Se ha celebrado el 50 aniversario del 'Proceso 1001', tras la detención, el 24 de junio de 1972, de los principales líderes de Comisiones Obreras, y todos los abogados eran hombres menos dos mujeres, Cristina Almeida y yo.  De entonces a acá ha habido un salto muy cualitativo y se han ido haciendo avances, a partir de la Constitución de 1978. No obstante sigue habiendo un 'techo de cristal',  hay imágenes en sitios públicos que lo dicen todo, sigue habiendo muchos hombres… El mismo día de la entrega de los Premios Diputación de Segovia había muy pocas alcaldesas en el escenario, la mayoría eran alcaldes, en ese sentido nos falta mucho por conseguir que haya igualdad.  ¿Hemos avanzado?, sí, muchísimo, se ha registrado un cambio en la sociedad, pero sigue habiendo mucha falta de representatividad de mujeres y de políticas que podamos practicar nosotras. 

Habla del 'Proceso 1001', número que lo conforma la cifra de procesamientos ante el Juzgado de Orden Público, ese año,  el juicio fue en diciembre de 1973, que coincidió con el atentado contra Carrero Blanco, ¿qué ha cambiado en España desde entonces, donde pudo haber un punto de inflexión, aunque luego se registraron graves sucesos en la transición, como la 'Matanza de Atocha', en el despacho de abogados laboralistas, donde fue asesinado su hermano, y una larga lista de atentados terroristas?


Recientemente  he participado en un acto del Consejo Económico y Social (CES) donde dije que me parecía curioso que fueran detenidos diez sindicalistas miembros de lo que llamaban organización clandestina a la incipiente CC.OO y hayamos celebrado los 50 años en ese centro gubernamental que hace estudios y apoya a los sindicatos, con un ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que estaba presente… Eso ya es un cambio radical, de estar  perseguidos a estar reconocidos, entonces los sindicatos fueron represaliados por querer organizarse y hoy juegan un papel muy importante en la sociedad.  Ha habido un gran cambio, por ejemplo, en la cárcel de Carabanchel, donde estuvieron detenidos,  pidiéndoles penas de hasta 20 años de cárcel, como a Marcelino Camacho, había también perseguidos por el hecho de ser homosexuales y se acaba de celebrar el 'Día del orgullo'… Imagínese cómo ha cambiado la situación desde 1972  cuando ahora hay libertad de expresión, de manifestación o de asociación… Faltan por conseguir avances sociales, totalmente, una democracia más plena, pero hay un cambio tan radical que no se puede ni comparar aquella España triste en la que teníamos que ir mirando atrás a ver si te perseguía [la policía] porque te ibas a reunir con unos compañeros que reclamaban libertades a hoy, que puedes manifestarte públicamente y decir lo que quieras sin que te pase nada, incluso hasta con la máxima autoridad del Estado.  

¿Esos avances se valoran, sobre todo por los jóvenes?

Creo que no hemos sabido explicar suficientemente qué se ha conseguido con la democracia, a través del sistema educativo, los jóvenes no son conscientes porque no lo han vivido, no saben lo que era reunirte con diez personas y que te pudieran detener, pacíficamente en una iglesia… Quizá la responsabilidad la tiene mi generación por no ser capaces de explicar bien la historia. La memoria es muy importante, el hecho de que haya una Ley de Memoria Democrática que clarifique la gente que está en las fosas, desgraciadamente,  y que recuerde hechos como el 'Proceso 1001' y otros acontecimientos recientes de la historia, no digamos ya de posguerra, es fundamental. Quienes se oponen a ella no quieren reconocer los avances que ha habido en la democracia sino, al contrario, añoran épocas muy lejanas. 

¿No tiene la sensación de que ahora hay más crispación política que hace 40 años, en la transición?

Sí, se nota, hay cosas que pensabas que estaban superadas y podías hablar del pasado, incluso de la Guerra Civil, y ahora creo que hay más crispación que, a veces, también la fomentan los medios de comunicación. Estamos en una sociedad muy mediática, las noticias pasan muy rápidamente, los asuntos positivos también van veloces y se queda lo negativo. Quizá también es porque hay más libertad y la gente se expresa… Pensábamos que íbamos a salir mejores de la pandemia pero no ha sido así, se decía que la sociedad iba a ser más solidaria y dialogante, y creo que esto no se ha producido, solo nos ha demostrado que Europa necesita tener más medios para protegerse y que el Estado de bienestar debe estar preparado para atender a los ciudadanos.  
Pero solo hay que seguir las sesiones de control al Gobierno para percibir la crispación que flota en el ambiente y se traslada después a la calle…
He estado 12 años en el Senado (1983-1994), aparte de otros 10 en el Parlamento Europeo (1994-2004), y no había la crispación que ahora se produce, había un respeto al contrario, ahora no lo hay,  aparte de que la forma de manifestarse deja mucho que desear, no de defensa de las ideas que es lógico que las haya de diferente signo político, sino que las expresiones dejan mucho que desear. La democracia no nos ha valido durante todos estos años para entender lo que es ser dialogante y cómo se deben defender las ideas, pero respetando a los otros, no insultando, en eso no hemos avanzado. 

¿Los líderes políticos han perdido calidad en relación a otros momentos, en general?

Se ha perdido en algunos, no en todos, creo que España tiene buenos líderes políticos de todo signo pero sí hay quien no defiende las ideas con argumentos sino con diatribas, insultos, se ha perdido cierto respeto. Hay veces que no recuerdo debates en el Parlamento como algunos que se ven ahora en televisión, habiendo muchos más problemas porque la sociedad española ha mejorado, pero faltan las formas… Luego hay temas que son tabúes como el de la memoria histórica, lo que no se había tenido en cuenta a principios de la democracia.

¿Le preocupa el avance de la ultraderecha en Europa?


Muchísimo, cuando estuve en el Parlamento Europeo coincidí con Jean-Mari Le Pen, padre de Marine, y  eran minoritarios, incluso no tenían grupo. Me preocupa la extrema derecha en general, también en Latinoamérica. Decíamos que en España no existía, como el actual vicepresidente de la Junta de Castilla y León [Juan García-Gallardo], no había esas manifestaciones tan duras contra los emigrantes o los homosexuales, eso significa que no se respeta al ser humano, me parece grave que puedan llegar a estar en las instituciones porque es un retroceso para una situación de mejora y bienestar de los ciudadanos. 

Tenemos una guerra a las puertas de la Unión Europea  por la invasión de Ucrania por Rusia, y otros conflictos olvidados, ¿como presidenta y fundadora del MPDL tiene cierto sentido de frustración?
 

Sí, pensaba que todo iba a cambiar después de la II Guerra Mundial, que se iba a mantener entre todos los países la política de disuasión y de seguridad compartida, defendida por Olof Palme, manteniendo el multilateralismo y defendiendo el papel de Naciones Unidas y, desgraciadamente, en los años noventa [del siglo pasado] tuvimos una guerra, como la de exYugoslavia, donde participé activamente porque estuve trabajando como cooperante en Bosnia, Croacia y Serbia –las tres zonas en conflicto–, y pensé que nunca iba a volver a ver tanta muerte.  Creí que no se iba a dar esta guerra, también muy cerca de nosotros, que íbamos a seguir avanzando por conseguir mejores condiciones en una Europa que cada vez tiene nuevos retos, como el energético…  Además, creo que cada día que continúe la guerra habrá muchas más muertes y destrucción de un país, como Ucrania, que estaba intentando defenderse como un Estado soberano, aparte de que se está creando un clima de armamentismo, incluidas las armas nucleares, y graves efectos económicos. 

¿Ve un final a  corto plazo?

Me gustaría verlo y que se llegara a una mesa de diálogo entre Ucrania y Rusia, en la que Europa tenga un papel importante, que por primera vez se está viendo unidos a los 28 países que integramos la UE, pero no veo cuando va a poder acabar esto. El pueblo ucraniano se tiene que defender y tiene derecho a su soberanía y no parece que ninguna de las partes esté dispuesta a dialogar.  Me preocupa, hay que insistir en que la UE consiga esa diplomacia y también China que puede jugar un papel, a lo mejor silenciosamente…    

¿Desde la óptica de haber trabajado en proyectos sociales y haber fundado la primera asociación de vecinos de España, con especial interés hacia sectores más vulnerables, que repercusión tendrá para muchos ciudadanos los efectos de la guerra, después de la crisis provocada por la pandemia?

Desgraciadamente los sectores más vulnerables son los que más sufren,  aunque desde el Gobierno se están tomando medidas para que esto no ocurra, como sucedió en 2008. Durante la pandemia son los que más han sufrido porque tenían menos condiciones, había familias en pisos muy pequeños,  y ahora lo van a notar. No hay más remedio que seguir haciendo políticas sociales y que el Gobierno socialista, que preside Pedro Sánchez, debe ser consciente de que esta crisis no la pueden sufrir solamente los más vulnerables, sino que hay que hacer esfuerzos para que la gente no lo note, aunque ya se percibe por los efectos energéticos. Por desgracia la guerra nos lleva a que haya más gasto en armamento que en políticas sociales. España tiene un buen tejido social, yo estoy trabajando mucho en el tercer sector,  en la Plataforma del Voluntariado de Segovia hay un buen número de personas que trabajan y, en ese sentido, la sociedad está ayudando. Vimos en la entrega de los Premios Diputación el papel que habían hecho los alcaldes de la provincia y muchas organizaciones durante la pandemia, pero para eso necesitamos que los  gobiernos locales, provincial, autonómico y central apoyen ese tejido social.