Aquel Gordo inolvidable

Sergio Arribas
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Se cumplen 20 años del primer y único primer premio de la Lotería de Navidad que cayó íntegramente en Segovia. El sorteo del año 2000 descargó 46.500 millones de pesetas gracias a un número mágico: el 49.740

La lotera Rosa Martín junto a una de las agraciadas, a las puertas de la administración número 2. - Foto: JUAN MARTIN

Aquel viernes, Fernando, hijo de Benigno Palacios, el panadero de Valseca, había montado su puesto de bollos, magdalenas, tortas y dulces en el mercadillo de Carbonero del Mayor. Fue uno de los fruteros del mercadillo, visiblemente sobresaltado, quien le alertó de la noticia. «Fernando —le dijo—, ¿qué número llevas de la Lotería? ¡Enséñamelo! ¡Que te ha tocado el Gordo!». «Anda, anda, que bastante gordo estoy yo. ¿El número? Miralo tú, ahí está, puesto en un cartón, detrás de la camioneta», respondió el panadero, concentrado en despachar a una clienta. En aquel cartón, el panadero de Valseca publicitaba la venta de participaciones del 49.740. El frutero estaba en lo cierto. Era el número que, minutos antes, sobre las once y cuarto, habían cantado los niños del Colegio de San Ildefonso, David Jimeno y Adrián Valverde, agraciado con el premio gordo de la Lotería de Navidad. 

«Hasta que no fui al bar y lo vi por la tele, no me lo creía», recuerda hoy Fernando, de 63 años y recién jubilado.  Aquel viernes en Carbonero la televisión del bar retransmitía en directo la feliz noticia. El premio Gordo del sorteo de La Lotería de Navidad del año 2000 había caído íntegro en Segovia: 46.500 millones de las antiguas pesetas (al cambio 279,4 millones de euros).

El panadero de Valseca había vendido decenas de participaciones —en papeletas de 500 pesetas— en su puesto ambulante que recorría los mercadillos de la provincia de Segovia. Solo en su pueblo las papeletas repartidas sumaban en premios más de 700 millones de pesetas. «Recuerdo que la chica del bar [de Carbonero] me ofreció una tila. Estaba blanco. Es una emoción tan grande que no arrancaba ni a hablar», explica el panadero, que aquel 22 de diciembre de 2000 tuvo dificultades para contactar por teléfono con su familia, con su hermana Maria Carmen Palacios y su marido Lorenzo Moreno. Ambos regentaban un pequeño supermercado en Segovia, ‘Telecompra Moreno’, que también vendió papeletas del 49.740, al igual que el estanco de San Cristóbal, que, 20 años después, sigue regentando Paloma Moreno, hermana de Lorenzo. 

Rosa Martín, atendiendo a los periodistas.Rosa Martín, atendiendo a los periodistas. - Foto: JUAN MARTIN

Como en años anteriores, Lorenzo se había encargado de comprar un número que acabara en cero para ponerlo a la venta, en forma de participaciones, en los tres negocios: la panadería, el estanco y el supermercado. Entre papeletas y décimos, las familias Moreno y Palacios repartieron 15.000 millones de pesetas, es decir, un tercio del premio ‘Gordo’ de Navidad de aquel año 2000, el último en pesetas y el primero y único, hasta la fecha, que cayó de forma íntegra en Segovia.
La administración número 2, ubicada junto a la plaza del Corpus, vendió íntegramente las 155 series del 49.74 -1.550 décimos- buena parte en décimos sueltos —el premio era de 30 millones de pesetas por décimo—. «La mayoría de los segovianos o han sido premiados o tienen algún familiar que se ha hecho millonario, aunque no en excesivas cantidades», decía la crónica de El Adelantado, donde se apuntaba que «desde comerciantes a sacerdotes, empleados, funcionarios, políticos, jóvenes o jubilados pudieron saborear las mieles del 49.740, del que el establecimiento que regenta Rosa Martín Maderuelo ha vendido los 1.550 décimos (…) que han revolucionado a Segovia».

Irene Herrera trabaja en la administración número 2 de la calle Real. Ya lo hacía a la edad de 33 años cuando tocó el Gordo y ella era la ‘mano derecha’ de Rosa Martín, a quien ayudaba entre agosto y enero, los periodos de mayores ventas. 

«¿Han dicho Segovia?». Aquella mañana Rosa, que tenía 45 años, e Irene preparaban la venta de los décimos del ‘El Niño’  con el sonido de la radio de fondo, con el típico ‘soniquete’ de los niños de San Ildefonso cantando los números. «¿Han dicho Segovia?. ¡Anda lo hemos dado! Claro, te pones a buscar y lo has vendido íntegro ¡menudo bombazo!», recuerda Irene, que aún recuerda cómo el 49.740 fue el último número que vendieron por ventanilla el 21 de diciembre, en la víspera del sorteo.

El fotógrafo de prensa, Raúl Villas, que fue a cubrir la noticia y allí se enteró que era uno de los agraciados.El fotógrafo de prensa, Raúl Villas, que fue a cubrir la noticia y allí se enteró que era uno de los agraciados. - Foto: JUAN MARTIN

Emocionadas, ambas se fundieron en un abrazo, mientras «en cuestión de nada, en minutos», aparecieron, por este orden, primero los agentes comerciales de los bancos y después los periodistas. «Fue una invasión, estábamos desbordadas», explica la lotera, que cita como el champán para los brindis ante las cámaras lo aportaron los empleados de la cercana oficina de la extinta Caja Segovia. «Recuerdo que hablaba con Rosa, que si el número del Gordo lo llevaba fulanito o menganito, que si le había tocado a éste y al otro…. Es que fue íntegro y muy repartido», explica Irene.

La lotera recuerda una intensa mañana de alegría desbordada por parte de decenas de agraciados a las puertas de la administración; aunque también teñida de luto, al recordar el asesinato, esa misma mañana, de la joven Cristina Gala, de 19 años, estudiante de la SEK. «No estábamos acostumbrados a ninguna de las dos cosas, tampoco a una tragedia tan grande. Es un día que Segovia nunca olvidará», afirma Irene.

¿Tan repartido fue el Gordo? Las loteras despacharon muchos décimos sueltos por ventanilla, aunque también el 49.740 llegó a los segovianos en participaciones distribuidas por comercios, empresas o asociaciones. A los 500 décimos en papeletas que repartieron ‘Telecompra Moreno’, ‘Bazar Paloma’ y panaderia Palacios, se unieron las que vendió la empresa de Saneamientos y Pavimentos Barrero, que distribuyó 7.500 millones de pesetas —unos 45 millones de euros— en participaciones de 1.000 pesetas. Empleados y clientes obtuvieron un ‘buen pellizco’, de 10 a 20 millones de pesetas.

Era un día lluvioso. El público se concentró a las puertas de la administración.Era un día lluvioso. El público se concentró a las puertas de la administración. - Foto: JUAN MARTIN

También brindaron con cava los empleados de la Dirección Provincial de Tráfico o los miembros del Cabildo de la Catedral y el personal del templo, que protagonizaron otra de las anécdotas de la jornada, tal y como recuerda hoy el delegado diocesano de Patrimonio, Miguel Ángel Barbado. Recuerda que aquella mañana ofrecía junto con el entonces deán de la Catedral, Ignacio Matarranz, una rueda de prensa sobre unas obras en la Catedral cuando, de repente, «los periodistas salieron corriendo. Nos quedamos extrañados ¿qué pasa? Hasta que un empleado nos lo dijo, que había tocado el Gordo». Ninguno de los informadores reparó en que tenían delante a varios premiados, entre ellos el propio Barbado, que compró uno de los décimos «que jugaba la Catedral».

«No le tocó al obispo». «Recuerdo que al entonces señor obispo, don Luis Gutiérrez, no le tocó nada, porque ni se lo dieron ni él lo pidió», explica el sacerdote, agraciado con 30 millones de pesetas. «¿Algún capricho? Ninguno (se ríe), casi todo fue para mis sobrinos, ellos fueron los agraciados».
Aunque el obispo no experimentó el soplo de la fortuna sí lo hicieron otras muchas caras conocidas de la época y representantes políticos y de las instituciones segovianas; gracias, por ejemplo, a que el 49.740 también fue el número que jugaron los empleados del Alcázar y su Archivo Militar. 

El entonces director general de la Academia de Artillería y presidente del Patronato del Alcázar, Antonio Alonso, regaló un décimo a cada uno de los miembros de este organismo, como era costumbre por Navidad. Así, entre los agraciados figuraron el alcalde, el centrista José Antonio López Arranz, o el entonces presidente de la Diputación, Atilano Soto; un polémico regalo que desataría polémica, pues hubo quien reclamó , sin éxito, el ingreso de estos premios en las arcas públicas, al entender que solo pudieron obtener el décimo premiado en su condición de representantes públicos.

Rosa se abraza con una de las afortunadas.Rosa se abraza con una de las afortunadas. - Foto: JUAN MARTIN

Fue un día de brindis, de agraciados a las puertas de la administración, de celebraciones espontáneas en la calle, de teléfonos colapsados —especialmente de unos móviles aún rudimentarios— y de celebraciones en restaurantes, como en la marisquería Lago, a donde acudieron no pocos premiados.

El dinero, a buen recaudo en los bancos. Un año después del sorteo, la mayor parte del dinero que cobraron los segovianos al canjear décimos y participaciones permanecía en las entidades bancarias. El Gordo del año 2000 apenas retiró a segovianos de trabajar y tampoco propició una explosión en la creación de empresas. Fue, en realidad, «muy repartido» y, salvo excepciones, la mayor parte de los agraciados lo fueron gracias a ‘participaciones’. Los segovianos recibieron el ‘Gordo’ en cantidades de 10 a 60 millones de pesetas. De los 46.500 millones de pesetas —equivalentes entonces al 15% del PIB provincial y a un año de ahorro de los segovianos— se quedaron en tierras segovianas entre 37.000 y 40.000 millones de pesetas, según el estudio que publicó, un año después del sorteo, el Observatorio Socioeconómico de Caja Segovia.

De esa cantidad, más de la mitad fueron a parar al sector financiero, lo que significa que los agraciados prefirieron dejar el dinero a buen recaudo antes que participar en otras aventuras, salvo pequeños caprichos o para ‘cubrir agujeros’, de los que se beneficiaron los sectores de la construcción y del automóvil, amén de cancelar muchas hipotecas.

Irene Herrera. Sigue trabajando en la administración 20 años después. Irene Herrera. Sigue trabajando en la administración 20 años después. - Foto: Rosa Blanco

El premio que les cambió la vida. Cuando se les pregunta si están ya cansados de que les pregunten sobre aquel premio Gordo de la Lotería del año 2000, todos responden al unísono. «No, no, fue una alegría tan grande que siempre lo celebraremos», afirma Lorenzo Moreno; mientras su mujer, Mari Carmen Palacios, matiza que gracias al 49.740 ambos pudieron jubilarse antes.

Junto al matrimonio, están los hermanos de ambos, Paloma Moreno y Fernando Palacios, también protagonistas de una historia que arrancó cuando Lorenzo, en aquel año 2000, compró 500 décimos del número 49.740 para su venta, en participaciones de 500 pesetas, en los negocios del clan familiar.  En un cuadro, con marco y cristal, Lorenzo custodia una fotocopia en color del décimo y una de las participaciones de lotería, del mismo número premiado, que él vendió en su supermercado ‘Telecompra Moreno’,  su hermana Paloma en el estanco de San Cristóbal y su cuñado Fernando Palacios en su panadería de Valseca y en los mercadillos donde acudía para la venta de bollos y dulces. 

Entre todos repartieron 15.000 millones de las antiguas pesetas, 6.000 millones solo en el supermercado. «Calculamos que con nuestras papeletas el premio alcanzó a unas 4.000 familias», afirma Lorenzo, mientras su mujer Mari Carmen aún no ha borrado de su retina los rostros de alegría desbordante de algunos agraciados aquel 22 de diciembre de 2000.

Fernando Palacios (izq), Mari Carmen Palacios, Lorenzo Moreno y Paloma Moreno, en el estanco de San Cristóbal.Fernando Palacios (izq), Mari Carmen Palacios, Lorenzo Moreno y Paloma Moreno, en el estanco de San Cristóbal. - Foto: Rosa Blanco

«Nosotros en la tienda teníamos clientes que nos dejaban a deber, que iban al fiado… y a toda esa gente le tocaron 5 ó 10 millones ¡Qué satisfacción más grande, especialmente de esas personas mayores, que no paraban de darnos las gracias!», explica hoy Mari Carmen. Ella estaba trabajando, en una de las cajas del súper cuando sonó el teléfono. «¿Es Telecompra Moreno? Llamamos de Antena 3. Que sepa, me dijeron, que ha repartido el premio Gordo de la Lotería. Mira guapa —le respondí— los Santos Inocentes son el día 28 y la colgué».  A los pocos minutos, Juanjo ‘el carnicero’, llegó «diciendo palabrotas, dando saltos, que si nos había tocado el Gordo, y también le dije que se dejara de bromas». Cuando ya llegaron los periodistas y las líneas de teléfono se colapsaron, Mari Carmen abandonó el excepticismo. 

A Lorenzo fue su hijo quien le comunicó la feliz noticia. Aquella mañana repartía lotes navideños cuando sonó su teléfono móvil. «Me dijo ¡papá, papá!, que nos ha tocado la lotería. Pues vale, le respondí, pensando que nos había tocado la pedrea. Pero me dijo que era el Gordo…. Acabé mi trabajo y fui a la tienda, aquello era un desmadre de vecinos, periodistas…». «Había tanto jaleo —matiza su esposa— que tuvimos que cerrar la tienda, fue una avalancha». Paloma, la hermana de Lorenzo, recuerda aquel café en un bar de San Cristóbal, donde asistió por televisión al comienzo del sorteo.«Recuerdo que en la tele del bar vi meter las bolas en los bombos y pensé ¡qué difícil es que salga nuestro número y coincida con el Gordo!», explica Paloma, que ya en el estanco, al conocer la feliz noticia, apenas podía escapar de la incredulidad.

Los peores recuerdos tienen que ver con el ‘agobio’ que sufrieron de los representantes de los bancos, de algunos ‘bulos’ relacionados con la familia, de que hubiera gente que quisiera aprovecharse de su suerte…. «Hubo un hombre que quería cobrar la papeleta al día siguiente y hasta me denunció. ¡Pero si yo no había cobrado aún!, en fin», recuerda hoy Lorenzo. Con el premio, el tendero saldó todas sus deudas y compró algún capricho, como un coche nuevo, adquirió una casa en el pueblo, renovó la maquinaria de la tienda y llegó a ampliar plantilla y servicios. «Todo el mundo nos conocía, pero a partir de la lotería nos conocieron cinco veces más. Nos abrió un mercado muy amplio», añade. 

Daniel Yuste, propietario de Bar Ibiza, un establecimiento abonado al 49.740 desde el año 2001.Daniel Yuste, propietario de Bar Ibiza, un establecimiento abonado al 49.740 desde el año 2001. - Foto: Rosa Blanco

«Para dejar de trabajar te tienen que tocar auténticas millonadas y no fue el caso. Sí te vale para estar más tranquilo», zaja su cuñado Fernando Palacios. Con el dinero del premio se compró un furgón, un horno y dos máquinas más para la panadería, además de un piso en Segovia.

Abonados al 49.740, un número «con suerte y mucho tirón». Seis años después de abrir el bar, en San Millán, los hermanos Yuste, Daniel y Carlos, decidieron tener algo de lotería a disposición de sus clientes. Fue en 2001 cuando Bar Ibiza se abonó al 49.740. «Nos dieron este número en la administración. Luego nos dimos cuenta que era el del Gordo, quisimos cambiarlo al principio, por aquello de que ya había tocado, pero al final nos quedamos con él y no nos arrepentimos», comenta Daniel.

Lo cierto es que, según el hostelero, «hay mucha gente abonada a este número», a disposición todo el año para su venta en el bar, para sorteos ordinarios y también para los de Navidad y ‘El Niño’. «Lo vendemos mucho. Y además tiene suerte, porque han tocado varias veces la pedrea y la terminación. Hay gente que por el recuerdo del Gordo o porque le tocó en su día, lo compra, también de fuera de Segovia», explica Daniel, que este año, para Navidad, Bar Ibiza ha puesto a la venta décimos del 49.740 por valor de 12.000 euros. En la actualidad, el 49.740  también puede adquirirse en la administración número 7, de la calle Gobernador Fernández Jiménez, de Segovia.

Las ventas para el sorteo de Navidad caen este año un 30%. La pandemia también ha contagiado al sorteo más popular. A menos de dos semanas de escuchar la cantinela de los niños de San Ildefonso, las ventas en las administraciones de lotería son hoy un 30% inferior a lo que sería habitual en estas fechas, según aseguran varios loteros consultados por este periódico. 

La precaución para evitar contagios ha forzado a un buen número de asociaciones, instituciones o parroquias a no emitir este año participaciones de lotería de Navidad; mientras las limitaciones de los desplazamientos por culpa de la pandemia ha hecho que haya aumentado un 30% los encargos y envíos de lotería desde las administraciones, especialmente a clientes de Madrid.

«Allí les han cerrado como mínimo hasta el día 14. Tengo muchos clientes que me nos piden por teléfono o correo que les mandemos la lotería de Segovia», comenta Fuencisla Maroto, que regenta la administración número 1, en la calle Cervantes, una de las más antiguas de España. «Ha sido un año malo —indica Maroto—, la venta que no se ha tenido durante el verano no la vamos a recuperar». El reciente cierre total que afectó la hostelería y el perimetral que afecta a Madrid —vigente durante el último puente— ha restado potenciales clientes en los despachos de loteria.

«Es un año raro, atípico, empezando por que muchas asociaciones, por ejemplo, no se han atrevido a hacer participaciones. Calculo que estaremos sobre un 30% menos. Si de aquí al sorteo nos viene gente de Madrid, salvaremos los muebles», señala, por su parte, el propietario de la administración número 7, Antonio Pajón. Por su parte, Irene Herrera, de la administración número 2, sostiene que la ausencia del turismo por culpa de la pandemia es clave para interpretar la caída de las ventas.

Casi 96.000 billetes. En el sorteo de 2019 la venta en Segovia ascendió a más de 18 millones de euros (18.164,160 euros), un 1% más que el año anterior, lo que se corresponde con 90.820,8 billetes. Según Loterías y Apuestas del Estado la cifra implica un gasto de 118,46 euros por segoviano, solo por detrás de sorianos (224,45 euros) y burgaleses (123,95 euros).

Para el sorteo de 2020 la consignación para Segovia se cifra en 95.887 billetes. El sorteo consta de 172 series y cada serie tiene 100.000 billetes. El importe de cada billete es de 200 euros. En suma, la consignación para Segovia se cifra en 19.177.400 euros para atender un posible gasto de 125,24 euros por habitante.