Un brindis a lo natural

Cristina Sancho
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Los cuellaranos Irene Arranz y Fernando de Frutos lanzan al mercado la primera añada de vinos naturales de cepas centenarias.

Un brindis a lo natural

«Somos esa gota que desliza por la copa como si fuera un tobogán… somos alegres, un poco rebeldes y naturales, sobre todo naturales». Así se presenta una pareja de jóvenes cuellaranos que se han lanzado al mundo emprendedor creando vinos elaborados en maceración carbónica y sin sulfitos añadidos. Lo que vienen a ser vinos ecológicos. Irene Arranz y Fernando de Frutos acaban de lanzar las primeras botellas de ‘Clandevino Bodega’, unos caldos que nacen en unas viñas cerca de Navalilla, situadas al lado de una de las zonas vitivinícolas por excelencia en Segovia, Valtiendas. 

Desde la recolección de la uva, el prensado, el embotellado y hasta el lacrado de las botellas se realiza de forma manual y natural. Este último con parafina por ejemplo. Esta aventura de crear vinos naturales comienza con los estudios de Química de Irene que, después con el paso del tiempo la han llevado a crear vinos naturales sin química. Lo que puede parecer una controversia, según explica ella misma, tiene un trasfondo del gusto por lo natural y el aprendizaje de varios años en bodegas de la Ribera del Duero. Esto unido a un master de Enología y el trabajo desarrollado en Chile donde conoció en profundidad los vinos naturales han dado como resultado ‘Clandevino’.

Cuando Irene regresó a Cuéllar de sus andanzas por Chile, su tío la ofreció trabajar la viña que hace 12 años compró en la zona de Valtiendas. Estos jóvenes cuellaranos no dudaron en embarcarse en la aventura y sacar el mejor fruto posible de un viñedo de más de 100 años que es único en la zona porque sobrevivió a la ‘filoxeda’, una plaga que, según explica Arranz, arrasó la gran mayoría de los viñedos hace unos 150 años. 

Con el material de la bodega familiar y la experiencia acumulada, tienen claro su objetivo: «Queríamos hacer vinos con la mínima intervención posible. Mi tío siempre ha hecho tratamientos ecológicos y nosotros hacemos todo el proceso biódinámico que es una forma de tratar la tierra mediante técnicas agrícolas saludables», comenta la joven de 26 años. Estos tratamientos naturales se unen al calendario lunar que, según explica, marca las épocas de poda, recolección, embotellado…

Ante todo dejan muy claro que sus vinos no tienen sulfitos añadidos. «Solo tiene uva y las levaduras proceden del campo, es lo que se llaman levaduras indígenas. Ni filtramos ni clarificamos. Hacemos una conservación natural», puntualiza Irene. Todo el proceso es manual, hasta las prensas que emplean son de madera. Hace apenas unas semanas han sacado ya la primera añada centrada sobre todo en los vinos blancos porque consideran que es lo que más les representa. No obstante también han sacado un tinto que califican de «diferente a lo que hay por la zona ya que tiene poca graduación, es más ‘light’ comparado con un ribera, tiene menos grados y tintes afrutados».

LA REINA DEL FANGO. La añada de blancos la han llamado ‘La reina del fango’ y consta de tres variedades. Por un lado un verdejo que nace de cepas centenarias de estos viñedos ecológicos y que está fermentado en barrica, sin clarificar, ni filtran y elaborado sin sulfitos añadidos. Después han logrado otro denominado ‘pirulés’ que debe su nombre a un tipo de uva autóctona de la zona de la Ribera del Duero. «Siempre he sido partidaria de mantener las variedades autóctonas y ahora estamos dándola a conocer porque es un tipo de uva muy interesante», comenta Irene. La tercera de las variedades podría ser una mezcla de las dos anteriores. Se llama ‘pirulejo’. «Es un vino blanco que tiene un poco de burbuja, no tiene aguja y es muy rico para el verano, muy fresco», detalla la enóloga. Además insiste en que los vinos blancos son fermentados en barricas, algo que no suele ser muy habitual ya que el proceso es más complejo. 

De estas tres variedades de vino blanco han obtenido unas 4.500 botellas, mientras que del tinto, llamado ‘Cuático’ y elaborado con uva garnacha y maceración carbónica han sacado unas 400. Con las primeras botellas en el mercado, Irene y Fernando se muestran contentos con los resultados. «La respuesta está siendo buena, somos conscientes de que la gente no está acostumbrada a los vinos naturales y hay que ir enseñando al cliente poco a poco, pero por el momento estamos recibiendo buenos comentarios», apunta Arranz. 

Sus vinos se pueden probar en distintos establecimientos de Cuéllar y también han dado el paso a grandes ciudades como Barcelona o en Andalucía donde está teniendo buena acogida. Entre sus objetivos está ampliar mercado a Madrid en establecimientos especializados y acercar la bodega a Cuéllar. Centrados ya en la segunda añada, se muestran contentos de trabajar en lo que les gusta y para sí mismos ofreciendo brindis naturales a sus amigos y vecinos.