«Me fundí 8.000 euros en tres meses»

Sergio Arribas
-

Juan, segoviano de 65 años, lleva ya ocho meses «limpio», sin jugar a las tragaperras ni probar el alcohol, adicciones que le costaron el divorcio y la pérdida de ingentes cantidades de dinero

Juan, en la sede de Arseg. - Foto: Rosa Blanco

«Si pudiera dar marcha atrás, lo haría», afirma el hombre, que se define como ludópata patológico y alcohólico. Lleva dos años en terapia y ha tenido dos «tropezones», como él dice. Ahora lleva ocho meses «limpio», sin jugar ni probar nada de alcohol, no sin esfuerzo. No acierta a calcular el dinero gastado en juegos de azar, desde máquinas recreativas a bingos y todo tipo de loterías. «Me he gastado mucho dinero ¡Pero mucho!», recalca Juan, de 65 años, en la sede de Alcohólicos Rehabilitados de Segovia (Arseg), donde recibe terapia para dejar atrás unas adicciones «que me arruinaron la vida».

Este segoviano, padre de dos hijos, fue consciente del problema hace tres años cuando, según dice, «me dieron la patada». Recibió una carta del juzgado en la que, quien entonces era su mujer, le pidió el divorcio, cansada de los excesos de Juan. Un mes después tuvo que abandonar la casa familiar y marcharse a un piso de alquiler. Fue un golpe de realidad, un punto de inflexión.

No sabe si fue antes el alcohol que las máquinas o quizá fuera al revés, porque Juan recuerda que, ya desde muy joven, el ansia por jugar y ganar era irrefrenable. Trabajó 34 años en una empresa de construcción. «Me decían mis jefes que si vendía algún piso, me daban una comisión. Y vendí unos cuantos. Luego, en mi tiempo libre, hacia las declaraciones de la renta a amigos y conocidos. Eran más ingresos. Todo ese dinero me lo gastaba», recuerda. En otra ocasión, recibió una herencia de un tío suyo, unos 8.000 euros, «y me lo fundí en tres meses». Otras veces llegó a pedir dinero a familiares para poder jugar; y en una ocasión se gastó todo el sueldo en las máquinas recreativas y tuvo que acudir a un banco a pedir un préstamo.

«Me fundí 8.000 euros en tres meses»«Me fundí 8.000 euros en tres meses» - Foto: Rosa Blanco

«El ludópata no sabe parar, ese es el problema. Hay gente a quien le gustan los juegos de azar, pero sabe parar», explica Juan, que recuerda cómo hubo veces en los que obtuvo premios de 200 y 300 euros con solo apostar 20 euros. «Cogía el dinero, me lo metía en el bolsillo y me iba al bar de al lado, a ver si lo podía multiplicar. No podía parar», afirma el hombre, que también visitó algún salón de juegos, aunque no en Segovia. Cuando tuvo el último «tropiezo», lo confesó en la terapia grupal y sus compañeros le aconsejaron tomar medidas. Ya no lleva en la cartera la tarjeta de crédito, solo el dinero justo, y no está autorizado a sacarlo del banco, tarea delegada en un familiar.

Juan ha comenzado a recuperar su vida. Con su ex-esposa tiene un trato cordial y ha recuperado la comunicación con sus hijos. «Venir aquí [a Arseg] es lo mejor que pude hacer, me ayudan muchísimo», comenta el hombre, que admite que cuando escucha que cada vez más jóvenes acuden a salones de juegos y casas de apuestas «me da pena y me genera mucha impotencia. Yo sé lo que es esto, un infierno, aunque me temo que si les digo algo, les resbala. Creo que no ven el peligro».

Aldona Ziaja y Sonia Vázquez, psicólogas clínicas y terapeutas en Arseg, asisten al testimonio de su paciente. Ambas son expertas en lo que se conoce como «comorbilidad», la presencia de varios trastornos, en este caso la ludopatía y el alcoholismo. Vázquez considera que la «legalización», esto es, la flexibilidad normativa que ha facilitado la proliferación de salas de juego y casas de apuestas, y la mayor accesibilidad al juego —con herramientas como internet—, han provocado un «despunte» en el número de casos de personas que sufren el trastorno de la ludopatía patológica.«El juego suele ir asociado a trastornos depresivos, de ansiedad, de personalidad. Hay factores que nos pueden hacer más vulnerables para adquirir una adicción, sea el juego o cualquier otra», precisa Vázquez.

La psicóloga Sonia Vázquez, pasando consulta con Juan.La psicóloga Sonia Vázquez, pasando consulta con Juan. - Foto: Rosa Blanco

Adolescentes. «En el caso de los adolescentes —añade Aldona Ziaja— está comprobado que quienes sufren trastornos de conducta tienen más predisposición a desarrollar algún tipo de drogodependencia, de ser jugadores patológicos. Niños con ansiedad y depresión o que han sufrido bullying, que se han sentido aislados o que son introvertidos y les cuesta relacionarse, acuden a esos juegos on line y hacen apuestas desde su casa. No son conscientes de que eso les va a crear más soledad y más problemas».

Como cualquier adicción, explica por su parte Vázquez, sea el juego, el alcohol o las sustancias estupefacientes, el porcentaje de personas con el trastorno que pide ayuda es «muy bajo», al no tener conciencia del problema y, de esta manera, lo niegan o minimizan. La familia es la que primero detecta las señales negativas de la adicción, la que también da la voz de alarma y la que suele poner el ultimátum a la persona.

La alarma se genera por la acumulación de deudas económicas, por la pérdida del empleo, también por el bajo rendimiento de los estudios o el aislamiento. En otros casos, los primeros síntomas son a nivel psicológico, pues la persona, con una alta frecuencia de juego, puede estar triste o, en su caso, irritable, apuntan las expertas.

Aldona Ziaja y Sonia Vázquez, psicólogas clínicas y terapeutas en Arseg.
Aldona Ziaja y Sonia Vázquez, psicólogas clínicas y terapeutas en Arseg. - Foto: Rosa Blanco

No hay un perfil tipo del jugador patológico, sino más bien varios . «Los jóvenes prefieren las apuestas deportivas mientras los más adultos optan por juegos de azar como las tragaperras. Las mujeres suelen ser más de bingo y tragaperras. Hay casos de todo tipo», apunta Vázquez, que valora la próxima constitución de la asociación de jugadores de azar rehabilitados en Segovia, que tendrá su sede en Arseg. «Ahora mismo —comenta Vázquez— tratamos aquí a pocas personas, las que tienen unido los trastornos del juego y el alcohol. La mayoría de las sufren ludopatía se derivan a Valladolid y Madrid», afirma la psicóloga, que , al igual que su compañera, defiende una nueva regulación normativa «que sea más estricta o, por lo menos, más coherente y que vaya en la línea de la prevención».