Los protagonistas del 23-F

Leticia Ortiz (SPC)
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En la retina colectiva de los españoles quedan un Rey y un presidente que se enfrentaron a quienes pusieron en jaque a una nación que vio peligrar una etapa de libertad que apenas tenía seis años de vida

Juan Carlos de Borbón, Adolfo Suárez, Antonio Tejero y Alfonso Armada

Juan Carlos de Borbón. Rey de España

El héroe que una noche se ganó a monárquicos y republicanos

En la noche más negra de la Historia reciente de España, en la que los fantasmas de la dictadura salieron durante unas horas que se hicieron eternas, hubo un héroe que puso firme a los militares, y eso que como reza la Constitución en sus artículos 56 y 62 es una persona «políticamente irresponsable». Juan Carlos I se hizo ese día eterno. 
Yes que el 24 de febrero de 1981, los españoles, tanto monárquicos como republicanos, pudieron ver -la mayoría asustados- a un hombre que ordenaba rendirse a Tejero, Armada y compañía. Nadie olvidó cómo aquel joven, de 43 años, capitán general de todos los ejércitos y vestido con el uniforme del Ejército de Tierra, conjuraba el peligro.
Tras la tempestad llegó la calma, una calma que continúa en nuestros días en gran parte gracias a él, como recuerdan muchos juancarlistas -favorables a la Monarquía o no-, muchos de los cuales no entendieron que el 19 de junio de 2014 abdicara. Pero si algo ha caracterizado a la Jefatura del Estado es que se trata de una institución acorde con los tiempos. Así, se podía entender que un Rey se jubilara. Juan Carlos de Borbón, a sus 81 años, se ganó merecidamente el retiro -y el título de Emérito, que no le gusta-, no sin antes aleccionar de la mejor manera posible a su hijo, Felipe VI, para que reine en una España complicada, en la que unos españoles quieren romperla.

 

Adolfo Suárez González. Jefe del Gobierno

Un presidente al que los disparos no asustaron y al que todos lloran

Siempre se ha dicho que en España se hacen los mejores funerales, que incluso a gente mediocre en todos los sentidos se les ensalza hasta la extenuación por el mero hecho de haberse ido de este mundo. En el caso del presidente Adolfo Suárez, fallecido el 23 de marzo de 2014, siempre se quedarán cortos los aplausos, las lágrimas y los recuerdos. 
Junto al Rey, es un personaje clave para entender la España de hoy, pues pilotó como nadie la Transición, haciendo un gesto que llamó a la reconciliación y nunca a la división:abrirle las puertas de par en par a los comunistas y a su líder, Santiago Carrillo, en 1977.
El que fuera jefe del Ejecutivo central entre 1976 y 1981 asistía a sus últimos días como tal justo antes de que irrumpieran los golpistas en el Hemiciclo. En más de una entrevista confesó que si se llega a enterar de lo que se estaba cociendo en el Ejército, no hubiese presentado su dimisión. Lógicamente, aguantó en el cargo más tiempo, hasta que se serenó la situación, el 26 de febrero.
Pensaba este animal político que todavía le quedaban muchas batallas por librar en el Congreso, y por eso fundó un partido, el CDS, que ni por asomó llegó hasta donde él pretendía. En 1991 dejó la política y se retiró de la vida pública en 2003 cuando se le diagnosticó Alzheimer. Se olvidó de que fue un grande de España, pero todos se lo recordaron.

 

Antonio Tejero Molina. Teniente coronel de la Guardia Civil

Un golpista con antecedentes que renegaba de la democracia

La imagen del teniente coronel Antonio Tejero en la tribuna del Congreso, con su uniforme de la Guardia Civil -tricornio incluido- y la pistola apuntando al techo, es una de las más icónicas del 23-F. Él estaba al mando de aquella locura en la que involucró a dos centenares de agentes, muchos de los cuales no sabían dónde ni a qué iban. Sin embargo, una vez tomado el Hemiciclo, siempre dijo estar esperando la llegada de la autoridad militar competente, quien de verdad estaba al frente de aquel golpe de Estado.
Una sublevación que no fue la primera que intentó Tejero. Ya había sido condenado a siete meses de cárcel por conspirar junto al capitán de la Policía Armada Ricardo Sáenz de Ynestrillas y un coronel del Estado mayor cuya identidad es desconocida para derrocar al Gobierno a través de las armas, en lo que se llamó Operación Galaxia. 
No eran los únicos antecedentes de este agente, que vive jubilado y dedicado a la pintura en Torre del Mar (Málaga). Durante sus servicios en el País Vasco fue arrestado en tres ocasiones: por discrepar públicamente con el ministro Rodolfo Martín Villa, por negarse a arrestar a dos guardias civiles y por pedir instrucciones sobre los honores que debía dispensar a la ikurriña. Este último incidente supuso su traslado a la ciudad de Málaga, donde fue nuevamente sancionado por saltarse las órdenes de los superiores en el entierro de un compañero.

 

Alfonso Armada. General de División

El posible ‘Elefante Blanco’ que ansiaba llegar al poder

«Ni está ni se le espera». La frase, pronunciada por el entonces jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, tuvo mucho que ver en el fracaso de la sublevación militar. Se refería con ella a su antecesor en el cargo, el general Alfonso Armada, quien según habían previsto los golpistas, debía estar junto al Monarca durante el asalto. El hecho de que Armada no llegase a entrar a Zarzuela convenció a los capitanes generales de que aquellos militares no actuaban en nombre de la Corona.
Tras ese pequeño fracaso, Armada (segundo jefe del Estado Mayor) se dirigió al Congreso, para intentar que Tejero depusiera su actitud y para asumir él mismo el papel de jefe de un Gobierno, a las órdenes del Rey, con políticos de todos los partidos, incluido el comunista. Porque el gran objetivo del general era ser presidente del Ejecutivo, bien del que saliera de la sublevación militar si triunfaba totalmente o bien de un Gabinete de concentración si no todo salía como tenía previsto.
Su ambición no se cumplió. Este militar, que se alistó al Ejército con apenas 16 años, fue condenado a 30 años de cárcel por rebelión. Tras ser indultado por motivos de salud en 1988, se retiró a vivir en un pazo de su propiedad en Santa Cruz de Rivadulla, en La Coruña, donde, según reveló públicamente, dedicaba la mayor parte del tiempo al cultivo de flores. Falleció en 2013 a los 93 años sin haber revelado jamás la identidad del Elefante Blanco del golpe de Estado ni admitir si era él.