Así serán las Navidades de 80 segovianos

Nacho Sáez
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Ochenta encuestados por El Día de Segovia cuentan cómo vivirán estas fiestas marcadas por la pandemia, desvelan si se pondrán o no la vacuna cuando llegue el momento y repasan sus expectativas para 2021.

Así serán las Navidades de 80 segovianos

Adiós, maldito 2020. Hola, esperanzador 2021. Es el grito unánime que lanzan los ochenta segovianos y segovianas entrevistados por El Día a las puertas de las Navidades más raras de nuestras vidas. Mientras Europa endurece las medidas restrictivas, España contiene la respiración ante el aumento de los contagios registrado en los últimos días a la espera de si el tira y afloja entre el Gobierno y las CCAA acaba con una modificación del plan de Navidad. Al cierre de esta edición las normas en vigor eran las siguientes: movilidad solo para visitar a los familiares pero dentro de un calendario definido, cenas y comidas de no más de diez y mantenimiento del actual toque de queda con la excepción de Nochebuena y Nochevieja, fechas en las que se alarga hasta las 1:30 horas.

El fantasma de una tercera ola en enero sobrevuela la pandemia y solo el tiempo dirá si las normas marcadas son suficientes para evitarla. La limitación de los encuentros a diez personas sí que parece haber calado a tenor de la consulta  que acompaña estas páginas, realizada a médicos, políticos, empresarios, artistas, deportistas, estudiantes, representantes del tercer sector... Todos aseguran que cumplirán el número máximo de comensales fijado. Sin embargo, tal y como advierten los expertos, esa obediencia se puede quedar corta para evitar un nuevo repunte de los positivos por coronavirus.

El neurólogo Ángel Berbel habla la fórmula que han acordado en su familia para reducir el riesgo. «No somos una familia muy numerosa, pero si nos reuniéramos los que lo hacíamos habitualmente nos juntaríamos un número excesivo de núcleos familiares», explica. «Lo que hemos decidido es vernos en la calle y luego que cada uno se vaya a su casa», añade. Encontrarse en lugares abiertos o muy bien ventilados puede constituir una primera herramienta para contribuir a la contención del virus. Otra es reducir los contactos sociales en las fechas previas a las reuniones y las comidas. Carmen Gómez Elices, concejala de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valverde, aún no había organizado sus Navidades y las de su familia a la espera de que sus hijos terminaran el colegio y pusieran ese hábito en práctica.

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Cada núcleo familiar diferente sentado a la mesa multiplica las posibilidades de que se produzcan contagios porque suman sus respectivos contactos sociales. Un caldo de cultivo perfecto para que las clínicas que realizan test se encuentren colapsadas en estos días previos a que se descorche el champán: numerosas personas quieren cenar el día 24 con un negativo en la mano. «Es una medida preventiva que está bien, pero da una falsa sensación de seguridad en muchos casos dependiendo del tipo de prueba que te hagas. Está bien hacérsela, lo recomiendo, pero eso no quiere decir que que tengas que relajar las medidas de seguridad», subraya Ignacio Cabezón, gerente del Hospital Recoletas de Segovia, el antiguo Hospital de la Misericordia.

Evitar los platos y bebidas para compartir, junto al mantenimiento de la higiene de manos y de la mascarilla, completan un posible ‘menú de la prevención’ para unas Navidades en las que también se pone en juego la salud de mental, especialmente de las personas mayores, tal y como hace hincapié el grupo de acción local Codinse. «En mi opinión, de cara a estas Navidades tenemos un reto importante porque, por un lado, tenemos que combatir los contagios de coronavirus pero también la tristeza, la soledad y el malestar que mucha gente tiene y que sobre todo es más difícil de tratar en las personas mayores. Todos tenemos muchas ganas de celebrar las fiestas en una situación normalizada y no va a ser posible, pero también tenemos que hacer algo para romper esa situación de soledad, malestar e incertidumbre que están pasando muchas personas», argumenta su gerente, María del Mar Martín.

En la balanza ejercen de contrapeso esa factura emocional y el miedo a un contagio que puede resultar mortal. «Desafortunadamente nosotros vamos a pasar las Navidades solo con nuestra familia más allegada, mis dos hijas, que tienen cuatro años y tres meses. Lo haremos así porque los abuelos, tanto por mi parte como por la de mi marido, son bastante mayores, tienen patologías previas, como cardiopatías, y no queremos exponerles. Mi hija de cuatro años va al colegio, está en un grupo burbuja, no usan mascarilla y ya ha habido varios sustos con dos niños positivos. No queremos más», apunta la veterinaria Delia Muñoz, que coincide en este sentido con el médico Enrique Arrieta. «Hemos decidido no hacer comidas ni cenas familiares. En Navidad y Reyes quedaremos en un lugar abierto», indica este.

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«Este año toca estar con la familia cercana de convivencia habitual», abunda el endocrinólogo José Carlos Castro. Para estar cerca de los demás seres queridos, el empresario y expolítico Javier Arranz propone videollamadas. La tecnología ha acortado las distancias igual que ha reducido el tiempo necesario para disponer de una vacuna contra la Covid-19. Es la segunda pregunta que han respondido los entrevistados para este reportaje: ¿Se vacunarán cuando sea posible? Solo ocho de los ochenta han respondido que no lo harán y una de ellas, la directora de la Fundación Caja Rural, Beatriz Serrano, porque «pasé el coronavirus en marzo y por tanto, en principio, no tendré que vacunarme este año», y otro el profesor, José Rubio, por una cuestión de activismo. «Me vacunaré cuando todos los países del mundo tengan acceso a la vacuna. Especialmente los países menos desarrollados. No quiero tener preferencias simplemente por el hecho de tener nacionalidad española», reflexiona vía ‘whatsapp’.

Otras ocho personas han respondido que todavía no lo han decidido, entre ellas el presidente de la Diputación Provincial, Miguel Ángel de Vicente. «Como buen atlético... Cuando lleguemos a ese puente cruzaremos ese río», dice. Sin embargo, los científicos tratan de disipar las dudas en torno a la vacuna. «Cualquier medicamento que te tomes tiene un riesgo», remarca el neurólogo Ángel Berbel. «Puedes morirte de hepatitis por amoxicilina. No tanto de la eficacia pero entiendo que tienen que estar muy seguros de las reacciones adversas porque estas son grandes empresas y se pueden ir al garete si algo sale mal». El endocrinólogo José Carlos Castro pone el acento en que «como sanitario tengo la obligación y el privilegio de poder ser de los primeros en vacunarme». «Entiendo las reticencias porque se haya desarrollado en tan poco tiempo, pero si la aprueban las autoridades es porque cumple todos los requisitos. Todas las vacunas pueden producir efectos dversos en un pequeño porcentaje de personas, pero las graves consecuencias de la Covid las conocemos muy bien por desgracia», remacha.

Desde el ámbito universitario también llegan apoyos a la vacuna. «Como hombre que trabaja para, por y de la ciencia, confío en que las vacunas han pasado los protocolos y las fases que marca la investigación y la Agencia Europea del Medicamento», asevera José Luis Parejo, profesor de la Universidad de Valladolid, donde también es investigadora Ana Maroto: «Cuando me toque el turno, me vacunaría y a toda mi familia. Creo que debería ser obligatoria para todos».

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A su eficacia fían los segovianos consultados el devenir de 2021. «Creo que va a ser un año bastante duro. Al miedo que tendremos todavía a la enfermedad se une la crisis económica. Mucha gente lo está pasando muy mal económicamente. Por eso creo que va a ser el año de la incertidumbre y del miedo, aunque creo que también el de la esperanza. Todos esperamos y deseamos que con la vacuna mejore la situación, a partir de junio empecemos a ver el final del túnel y las próximas Navidades puedan ser mejor», apunta la gerente de la Federación Empresarial Segoviana y exdiputada, Beatriz Escudero. La empresaria Irene Herranz admite incluso estar muy preocupada: «Cuento con siete trabajadores y no tengo los ingresos garantizados como los políticos».

Los sindicatos advierten del oscuro escenario que se avecina. «En 2021 seguiremos con restricciones. Cerrarán muchas empresas y aumentará el paro, la precariedad y la pobreza», vaticina María Antonia Sanz, de CCOO. «Somos una provincia de servicios, ha habido más de 5.000 personas en ERTE y siguen alrededor de 1.000. Mucho me temo que muchos de esos ERTE se van convertir en ERE», corrobora Miguel Ángel Mateo, de UGT. «La pandemia ha dañado muchísimo la economía y va a costar mucho tiempo recuperar tan solo una parte de lo que se ha perdido. Empresas y autónomos en todos los sectores se han visto perjudicados y, en consecuencia, son muchos los trabajadores afectados que se encuentran sin recursos para sacar adelante a sus familias», concluye el presidente de CSIF, José María Guerro.

La respuesta que las administraciones puedan ofrecer a esas incertidumbres encarna otro de los objetos de debate. La subdelegada del Gobierno, Lirio Martín, considera que el Ejecutivo de Pedro Sánchez «está asentando los pilares con medidas sin precedentes en el ámbito económico, sanitario o educativo». Sus medidas, sin embargo, no convencen a todo el mundo. «Me parece que el Gobierno está haciendo las cosas al revés. Subir las pensiones, subir el salario de los funcionarios, ahora subir el salario mínimo… No lo entiendo. Creo que va en contra de lo que se debería de hacer: ajustar un poco y dejar a las empresas cierta holgura. Una empresa que funcionaba fantásticamente antes con 50 trabajadores a lo mejor ahora solo necesita treinta, pero en lugar de ayudarla para ser una empresa solvente encima pierde la ayuda de los ERTE. Es mejor echar a tres trabajadores que la quiebra de la empresa. Pero no veo que las ayudas vayan por ahí y es una pena», se lamenta el empresario Nacho Avial.

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Las ayudas de la Unión Europea son el gran anhelo («Vamos a tener que focalizar muy bien las ayudas y llevarlas a donde más se necesitan. La reconstrucción va a ser difícil», destaca la gerente de Codinse), pero muchos piden también una reflexión. «Espero que 2021 sea sin duda mejor que 2020 si no hacemos el tonto y si nos tomamos en serio la pandemia y sus consecuencias. Hay que pensar en los demás y no en uno mismo», concluye el presidente de Apadefim, Maxi Viloria.