El legado más oscuro

M.R.Y. (SPC)
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Un segundo juicio político en su contra pone el 'broche de oro' a cuatro años de mandato marcados por la polémica en los que Trump se ha enfrentado a todo y contra todos

El legado más oscuro - Foto: CARLOS BARRIA

Cuatro años que no se olvidarán, aunque sean, precisamente, cuatro años para olvidar. Populista, desconsiderado, fanfarrón, irrespetuoso... muchos son los adjetivos que pueden calificar a Donald Trump, pero, sin duda, polémico es el que mejor define su mandato. 

La campaña electoral de 2016 fue toda una declaración de intenciones. El republicano no escatimaba en dudosas acusaciones contra su entonces rival, Hillary Clinton, y dejó claro cómo sería su manera de gobernar, con descalificaciones, delirios y controversia. Y, en ese aspecto, no defraudó.

Sin experiencia política, convirtió en un circo su Presidencia, basada en revertir las políticas sociales de su predecesor, Barack Obama, y emprender una cruzada contra todos.

Contra el propio sistema, que movió a su antojo, generando desconfianza en la labor de los servicios de Inteligencia y el Departamento de Justicia por la investigación en su contra por la trama Rusiagate; acusando a la Corte Suprema de no serle leal; tildando de «fracasados» a la cúpula del Ejército y del Pentágono; e incluso cargando contra el servicio postal por su actuación, a su juicio dudosa, en las elecciones del pasado 3 de noviembre.

Contra su propio equipo, ya que tras colocar a decenas de personas de su mayor confianza -llegó a inventarse cargos para su hija y su yerno- acabó cesando a casi medio centenar de ellos -un dato histórico-, entre ellos a su exjefe de campaña Steve Bannon.

Contra el Partido Republicano, en el que dio la campanada al convertirse en su candidato a la Presidencia ante pesos pesados de la formación y que también fragmentó con sus controvertidas posturas.

Contra su país, que ha dividido completamente, incrementando los grupos radicales y violentos y provocando un inédito descontento con la política.

Contra el mundo, dando la espalda a tradicionales alianzas con la OTAN o la UE, elevando la tensión contra China o rompiendo con organizaciones como la OMS.

Y contra él mismo, convirtiéndose en su gran enemigo en las presidenciales, basando los comicios en un Con Trump o contra Trump.

Sus cuatro años de mandato han estado basados en la polémica y también en la mentira. Hasta 23.000 mensajes falsos han sido contabilizados por The Washington Post. Cobraron especial importancia los vertidos a lo largo del año pasado sobre la pandemia, de la que llegó a admitir que ocultó su gravedad de manera consciente para no dañar la economía.

Fue esa falta de honestidad ante la batalla contra el coronavirus -en la que también cargó contra los expertos sanitarios y las instituciones internacionales- la que incidió en su derrota, nuevamente rodeada de mentiras, con acusaciones de fraude electoral que nunca llegaron a probarse, y polémica -tardó más de dos meses en reconocer la victoria de su rival-.

Sus mensajes populistas, racistas y misóginos le acompañaron durante una legislatura que se cierra de la peor manera posible: con una revuelta inédita contra el Capitolio por parte de sus seguidores, que fueron alentados por él mismo en un ataque contra la democracia que le ha puesto en la cuerda floja. Y es que su despedida será también a lo grande, con un juicio político que no le destituirá, pero que podría inhabilitarle para el futuro y que, sin duda, supone un broche de oro a un mandato lleno de polémica.