Humorista de dardo afilado

A.M.
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José Orcajo, viñetista de El Día de Segovia, uno de los dibujantes más veteranos de España, saca a la luz la colección 'Aprende a dibujar humor', para transmitir los conocimientos adquiridos durante medio siglo de profesión.

El ilustrador y pintor José Orcajo de Francisco (Segovia, 1948), viñetista de EL DÍA, se considera un historiador del humor,  le gusta indagar en bibliotecas y archivos, donde suele afinar el dardo.  Algunas veces aplaudido, otras contestado, sobre todo por los políticos, que por aquello de ser servidores de lo público, están colocados en el centro de la diana, lleva más de medio siglo dedicado a la profesión, a la que llegó a caballo de quienes formaban parte de la redacción de ‘La Codorniz’, la revista más audaz para el lector más inteligente, y la actualidad, aunque hay pocos jóvenes,  que hayan seguido sus pasos. El oficio languidece… 

Con una gran carga de generosidad, porque no todo el mundo transmite sus conocimientos,  acaba de publicar el primer libro de la colección ‘Aprende a dibujar humor’ (Dolmen Editorial), dedicado a la cabeza. Le seguirán otros referidos al desnudo, el vestido, la figura en perspectiva, el movimiento y la acción, la composición y perspectiva, el paisaje urbano y rural o el movimiento animal. Cada uno con más de un centenar de páginas y miles de ilustraciones. 

Quien de niño copiaba las series de Sanchis para ‘Jaimito’ o ‘Pumby’, que ha colaborado con revistas como ‘El Jueves’, se muestra convencido de que, «una vez que vas siendo mayorcito ya te va dando todo igual,  aunque hay que tener cuidado, si te vas de vacaciones te quitan [el sitio».  Como ejemplo cita a su colega Patxi, que estaba en Málaga con Idígoras, cada uno en un periódico diferente. El primero se fue vacaciones y Orcajo estuvo un mes haciendo un chiste en ‘Diario de Málaga’ . «A punto estuve de quedarme, hay que tener cuidado con esas cosas...», matiza sonriendo quien también realizó los ‘story board’ de las series de televisión de dibujos animados ‘La corona mágica’, ‘Vida salvaje’ y ‘Sobre ruedas’.   

En su primer volumen de ‘Cómo hacer dibujo de humor’,  el título original que luego cambió la editorial por otro más en sintonía con la mercadotecnia,  habla de picados, contrapicados, escorzos, la nariz, la boca, los ojos, tipo de barbas o cómo construir cabezas. Ha añadido ilustraciones de dibujantes clásicos, como Gustave Doré o Mecachis, del siglo XIX, para que se establezca una comparación de estilos.

Quien cuenta entre sus premios con el ‘Mortadelo de Oro’ al mejor dibujo, en un concurso organizado por la Editorial Bruguera,  se ve en ‘un sitio como éste’, que cantaba Burnig, como   «una excepción de lo cotidiano,  que son el cochinillo y los mesones,  esto no es Madrid o Barcelona, he tenido la suerte de colaborar siempre con algún medio de comunicación, no es que haya mucha competencia, pero también hay medios que no publican viñetas», aclara el humorista gráfico. ¿Y con la cantidad de perfiles que ha dibujado y escrito, cómo ve el panorama humano?, es una de las preguntas de la conversación, de rápida respuesta: «A los políticos con un poco de soberbia, piensan con autosuficiencia, como que no es preciso contar con nadie; la gente de la calle suele ser amable y buena».

Humorista pero pesimista –un colega suyo solía decir que los dibujantes no eran personas que estaban todo el día gastando bromas– en cuanto a la consideración del trabajo y al futuro del oficio: «El humor gráfico es el hermano pobre de la prensa, algunas veces se le quiere ensalzar diciendo que es como un titular de portada, no se si llega a tanto; al final, los humoristas siempre hemos sido considerados como pintamonas». 

Quedan muy pocos de aquellos fijos de ‘La codorniz’, como Ballesta, lamenta el dibujante segoviano, mientras profundiza en la melancolía argumentando que conoce a muy pocos humoristas jóvenes: «Si hace 20 años me haces la misma pregunta te diría que Almondroguez o Smith, que son de Segovia, pero ahora ya superan la cuarentena; los jóvenes no entran, los grandes valores, unos han muerto, Mingote, Máximo o Forges, y la mayoría de los que viven están en el ostracismo, nadie se acuerda de ellos».   

Y es que, según argumenta el veterano viñetista, entras en Internet y en cualquier momento hay chascarrillos y humoristas, para caer en una pregunta con carga de profundidad: «¿Qué pintamos aquí?», a lo que añade «quedamos cuatro y no sabemos lo que vamos a aguantar, la red se come al papel, hay gente muy aguda».

Como miembro del equipo fundador de ‘El Cochinillo feroz’,  Orcajo tiene muy buenos  recuerdos de aquella experiencia, sobre todo su amistad con Moncho Alpuente, a quien concebía como «una persona muy inteligente y muy aguda», pero no se atreve a decir que un proyecto similar pudiera mantenerse en la actualidad porque luego le siguió la publicación nacional ‘El churro ilustrado’ y duró unos meses. 

No obstante sí es preciso un revulsivo para remover conciencias que, además, arranque carcajadas,   aunque, como Orcajo soporte llamadas de personas enfadadas, incluso que alguna le retire la palabra. En contraposición, ha tenido gente que le ha dado las gracias. Hasta un pastelero le regaló una tarta… 

Con el lápiz y al borde del caos 

A José Orcajo le gusta estar estresado, aunque sea malo para su salud, y espera siempre al último momento para enviar su viñeta al periódico. Cuando la redacción está en pleno cierre, el dibujante está a sus cosas pero,  a la hora del momento crítico de entregar,  cuando ya apreta más el tiempo, dice que le «estallan las neuronas y sale la cosa», aunque veces se arrepiente de no haberlo trabajado antes. 

El viñetista asegura que le gusta «trabajar a última hora, al límite, tanto en el chiste diario, como en la caricatura semanal, como en todo». Y si no está inspirado, convoca a la familia, les pone a pensar y recibe ideas, por eso,  hay veces que sus viñetas van acompañadas de algunas iniciales, como la de su hijo o la de su mujer…

Hubo un tiempo en que la viñeta iba junto a un titular del periódico, lo que le resultaba más fácil de componer,  pero, a diferencia con los medios nacionales en que generalmente el lector conoce el tema, en los locales hay que estar atento a la noticia más importante y tratar de sacarla punta sin texto alguno.

Más trasnochador que madrugador, una de sus labores cotidianas es leer la prensa por la mañana, ahora con Internet aprovecha para ver informaciones desde diferente tendencia y, a primera hora de la tarde, dibuja la viñeta de acuerdo con la actualidad, en casa, como la gran parte de los humoristas, para escanearla y enviarla al periódico por correo electrónico. 

En momentos en los que la realidad puede llegar a superar la ficción y lo que ocurre tiene tanta carga de ironía que no es preciso sacar más punta, uno de los humoristas gráficos más veteranos de España reclama la formación para quien quiera dibujar y lamenta que las facultades de Bellas Artes dejen a sus alumnos «a trabajo libre y no enseñen a dibujar». Orcajo opina de forma contundente que «para ser dibujante hay que saber dibujar, la claves es enseñar los fundamentos; para hacer un desnudo hay que saber un de poco anatomía; si haces la cabeza, hay que saber a qué altura está la oreja respecto a la nariz; claro que se puede ir por libre, pero luego falla la perspectiva o la composición,  hay una serie de normas, hay que saber situar las cosas en su sitio». 

Lanzado en sus opiniones acerca de la formación de la que es su pasión, más que trabajo,  Orcajo reclama una facultad de dibujo humorístico o una rama dentro de Bellas Artes, de la misma forma que se fueron creando facultades de Ciencias, de Física o de Matemáticas. «Aquí se tenían que crear unos estudios reglados de dibujo humorístico», subraya.

Confiesa que siempre le ha gustado el color manual y que rechaza el de ordenador «porque todo el mundo lo hace igual». Por ejemplo llevó a cabo una historia de Castilla y León, que no ha llegado aún a ver la luz,  comenzando con los primeros dinosaurios que poblaron el este de esta Comunidad y de Teruel, que está coloreada manualmente. Sin embargo, las prisas del día a día me obligan a utilizar puntualmente la máquina, aunque procura emplear colores armónicos.  

Estará con los lápices de colores hasta el final, como todo dibujante que se precie. Bueno, matiza Orcajo,  Óscar, uno de los fundadores de ‘El Jueves’, de Barcelona, se retiró y no se ha vuelto a oír hablar de él para nada. El viñetista segoviano cree que «vivirá de la renta , no creo que pueda vivir de la pensión,  era una revista muy fuerte y seguro que ha almacenado bastante patrimonio, si no tenemos que estar [trabajando] hasta el último momento [para vivir]».

Emplea todas las temáticas, pero ante casos de humoristas que llegan a los tribunales, Orcajo afirma:  «Defiendo la libertad de expresión pero no me gusta la grosería , se pueden decir las cosas con más educación, no soy partidario de procesar a nadie, pero hay que ser más fino». Cuenta que en ‘El Jueves’, que tuvo un problema con un dibujo de los actuales Reyes de España, que Orcajo consideró como «basto», sacó una historia de la monarquía británica, dibujando a la entonces reina madre y a la actual «como dios les trajo al mundo, retozando y saltando». Pero como era en Inglaterra no pasó nada...

Tradicionalmente la censura se ha cebado con los humoristas gráficos, hasta el punto de que Orcajo opina que hay dos tipos: «La que aplica el medio en el que trabajas y la autocensura, como le ocurrió a Máximo al llegar a ABC quien, después de realizar su famoso ‘Diario Regio’ dijo que no haría chistes sobre la Monarquía».  La razón, es que el texto pasa mejor, aunque sea más arriesgado, pero el dibujo se ve mucho. 

No oculta que tiene su interés trabajar para eludir la censura, tratando de decir cosas entre líneas, una práctica vigente porque es de la opinión de que, aunque estamos en un régimen de libertades, «parece que no es así, en los últimos tiempos».