Macondo, un retrato bajo la lente de Leo Matiz

R. M. Rozo (EFE)
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Los restos de García Márquez reposan junto a 30 instantáneas del revolucionario fotógrafo que inspiraron el universo ideado por Gabo

Macondo, un retrato bajo la lente de Leo Matiz - Foto: Ricardo Maldonado Rozo

La vida diaria de Macondo, el universo mágico de Gabriel García Márquez y Cien años de soledad, está retratada en 30 fotografías de su coterráneo Leo Matiz expuestas en el Claustro de La Merced de Cartagena (Colombia), donde reposan los restos del célebre escritor.

La exhibición El Macondo de Leo Matiz está compuesta por instantáneas tomadas entre los años 50 y 70, lo que supone una visión anticipada del pueblo que sirvió de sustrato para las novelas de García Márquez, tal y como explica Alejandra Matiz, hija del fallecido fotógrafo (1917-1998).

Al igual que el Nobel de Literatura de 1982, Leonet (Leo) Matiz nació en el municipio de Aracataca, en el departamento caribeño de Magdalena, y su trabajo, compuesto por su particular mirada de lo cotidiano que revolucionó la fotografía en Colombia, está presente en la rica colección del Banco de la República, la autoridad monetaria del país latinoamericano.

Matiz era 10 años mayor que Gabo y desde muy joven sintió una gran fascinación por plasmar en imágenes la vida diaria y los personajes de esta región situada en el norte del país, por lo que no es difícil encontrar retratos de personas que podrían ser las protagonistas de las obras del literato.

«Quien no ha leído las novelas de Gabo y ve las fotos de mi papá es como si las estuviera leyendo», asegura Alejandra Matiz, quien recuerda que García Márquez decía que esas instantáneas y «la visión de Macondo plasmada en sus obras son la misma cosa».

Para ella, «Leo Matiz fue el primero que fotografió Macondo», un pueblo cuya existencia mítica se confunde con la real de Aracataca. «Las fotos del Macondo de Matiz son como la ilustración de la obra literaria de Gabo, retratada tiempo antes de que las novelas se escribieran», afirma la hija de este artista, al que el Gobierno francés le concedió la Orden de Caballero de las Artes y las Letras en 1995.

La exposición se ubica en el espacio cultural del Claustro de La Merced, de la Universidad de Cartagena, dentro del centro histórico de la ciudad y a pocos metros de un busto del Nobel donde se encuentran sus cenizas.

«Es maravilloso que estos dos personajes se encuentren en este claustro, es como si después de la muerte decidieran estar juntos», cuenta Alejandra, quien asegura sentirse «verdaderamente honrada de que parte de la obra» de su padre se encuentre «en el claustro, en Cartagena».

La descendiente del fotógrafo resalta que «Gabo y Matiz tuvieron una relación muy estrecha, pues ambos nacieron en el mismo pueblo, fueron amigos, tuvieron vidas paralelas, trabajaron en los mismos periódicos (El Espectador y El Heraldo) y se encontraron en Venezuela y en México».

Recuerda además que su padre decía que el escritor y él «sabían que eran costeños pero no sabían que habían nacido en el mismo pueblo hasta que lo descubrieron».

Reconocimiento

La obra de Matiz, según Alejandra, será declarada Patrimonio Cultural de la Nación y la familia solo está esperando a que el Gobierno lo haga.

De igual forma se han puesto en contacto con la Unesco y han hablado sobre la propuesta de que la misma sea también reconocida como Memoria del Mundo, pues considera que su padre fue «quien revolucionó la fotografía en Colombia porque antes de él esta era estática». «Después de que él regresara de México, de haber trabajado en el cine con grandes maestros como Gabriel Figueroa y haber estado con Luis Buñuel, llegó a Colombia y abrió la primera galería de arte en el país», recuerda.

De entre esas paredes salieron pintores de la talla de Fernando Botero, Alejandro Obregón, Enrique Grau y Eduardo Ramírez Villamizar, «todo este gran patrimonio del arte en Colombia».

«Son fotos absolutamente diferentes de lo que el país estaba acostumbrado a ver y de allí viene la revolución de la fotografía», afirma Alejandra Matiz.

La exposición del Claustro de la Merced es una donación de la Fundación Leo Matiz a la Universidad de Cartagena. Una concesión para que el arista «se quede aquí permanentemente, en los corredores de este maravilloso claustro», concluye su hija.