«Al hombre machista le sacaría una muela sin anestesia»

Sergio Arribas
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Médica de familia y odontóloga, está al frente de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) de Segovia. Afiliada del PSOE y miembro de su comité provincial, fue concejala de Tráfico en el Ayuntamiento.

Ana Sanjosé, presidenta de la AECC de Segovia, médico de familia y odontóloga. - Foto: Rosa Blanco

El ‘interrogatorio’ tiene lugar en su despacho de la AECC de Segovia. «Me ha costado más que a muchos compañeros demostrar que puedo estar aquí» porque «parece que solo pueden ser señoras de moño y de derechas». Ana Sanjosé no engaña. Es directa, clara y transparente, como cuando afirma que en política, en su etapa de concejala, conoció «la cara más fea del ser humano».

Espontánea, risueña y divertida. Así le definió mi compañera, la periodista Patricia Martín.
Sí, me identifico. La vida hay que tomársela con alegría. Soy persona tímida, aunque no lo parezca. La espontaneidad, la risa y el chascarrillo me sirven de pantalla protectora.

Pero para estar al frente de la AECC hay que estar hecho de otra pasta, tener fortaleza y una sensibilidad especial…
Creo que es más sensabilidad. Como médico sigo la máxima: «cuidar poco, aliviar a menudo y acompañar, siempre». Esa es la máxima que me acompaña en la asociación. 

Su padre, militar, destinado en Mahón (Menorca) y después en Ifni (Marruecos). ¿Qué heredó del espíritu militar?
Disciplina y cumplir con el deber del trabajo bien hecho. Cuando me quejaba ante mi padre porque no me felicitaba cuando llevaba buenas notas, siempre me decía: «Dios da a cada uno unos talentos y sobre esos talentos tienes que responder». Eso es lo que heredé.

Decía Óscar Sancho, vocalista de ‘Lujuria’, que su mayor talento era parecer que tenía alguno. ¿Y el suyo?
Quizá la constancia. Tengo un poquito de muchos, y los aprovecho, los luzco, pero, que conste, no de cara a la galería.

¿Y qué aprendió de su formación religiosa? Lo digo porque en Marruecos iba a un colegio de monjas…
Así es. En Segovia también estudié en un colegio de monjas, en las Jesuitinas. La religión es nuestra cultura, pero también aprendí lo malo de la religión y esto lo comprobé con la muerte de mi padre. En mi casa, el obispo cenaba muchos fines de semana y había muchos curas, porque mis padres eran del movimiento familiar cristiano. Pero cuando falleció desaparecieron todos y cuando empecé a trabajar como médico algunos volvieron a aparecer a recordarme quién eran. Yo no olvidé a ninguno. No soporto esa parte, no de la Iglesia en sí, sino de las personas que han sabido aprovecharse de la religión. 

Ni carrera militar, ni maestra ni religiosa. ¿Qué le empujó a estudiar Medicina?
Mi padre me describía  como «abogada de causas perdidas». Quizá es un interés por apoyar y aliviar. Ahí se sustenta mi vocación.

¿Y mamá gallina?
Soy mamá gallina a tope. Lo he sido de mis cinco hermanos, al ser la mayor. Mi marido dice que mi hermano pequeño, Fernando, es como mi hijo mayor. Y soy mamá gallina con mis hijos, algo que no quieren.

Santo Domingo, capital de la República Dominicana. Hasta allí marchó para estudiar Salud Pública y acabó haciendo Odontología… ¿Cómo se mastica esto? 
Era médico y estaba de moda la salud pública, una disciplina novedosa e interesante. Y era típico de ‘los rojos’ hacer Salud Pública. Había dos opciones, Cuba o Santo Domingo, y mi cuñado me recomendó ésta última. Como médico no pensé en Odontología. Luego comprendí que era un componente importante de la medicina.

Ya toca desvelar algo de su intimidad. Allí, en el país caribeño, se ‘ennovió’ con quien hoy es su  marido, Enrique, segoviano de La Losa; imagino que entre empaste y empaste. La salud bucodental obró el amor.
Había trabajado con su hermana, en el centro de salud, pero a él no le conocía. Como mi madre y su tía trabajaban juntas, habló de dejarme la casa mientras yo encontraba algo para alojarme. Al principio, le veía un poco estirado. Como Quique es tímido y habla poco y se recuesta así, de esta manera.. al principio me pareció un poco chulo (se ríe). 

Ya en España, se especializó en Medicina de Familia. ¿Qué tiene una consulta de un ambulatorio que no tenga la especialidad médica?
La medicina de familia es la más completa y cercana. Tienes que saber de todo para conocer en qué momento tienes que derivar al paciente a un especialista. Pero además tienes un contacto directo, tanto con el paciente como con su familia. Algo tiene que enganchar, porque mi hija, que la vocación la ha heredado de su padre, ha elegido este especialidad, medicina de familia.

¿Qué ha aprendido de sus pacientes?
Han sido un revulsivo, porque cada día que salían de la consulta, me hacían ponerme a estudiar por si me había equivocado en mi primer diagnóstico.

¿Y de la política? ¿Cómo recuerda su etapa como concejala de Tráfico?
Fue una buena etapa, aunque, es verdad, que los recuerdos quitan lo malo. Sufrí mucho porque para mí era un medio desconocido y con muchas traiciones, pero no solo de políticos, sino también de funcionarios. Allí aprendí el ámbito administrativo, me ayudó después a aprobar mi oposición como médico.

¿Traiciones?
Con la política conocí la cara más fea del ser humano, que no había conocido en todos mis años detrás de una mesa. Estoy acostumbrada a ir de frente. No voy de espaldas. Por norma, me fío de la gente y te das cuenta de las puñaladas traperas, de quien te siega debajo de tus pies...

Bajo su mandato, se adquirió el famoso ‘minibús eléctrico’, modelo Gulliver. Nos salió rana. ¿Muchas decepciones (aparte de ésta) de su etapa política?
Sí, tuve decepciones. Pero el fracaso del ‘minibús’ no fue de la compra sino de la utilización que se hizo, porque ese autobús tenía que salir de la Plaza Mayor, bajar por el Hospital de la Misericordia y conectar con ‘Segovia III’. ¡No era para hacer un recorrido turístico! Y se machacó. No era para el servicio que estaba pensado.  Al final tú haces lo que te dejan hacer. Por otro lado, es verdad, que a veces metes la pata. Tomas decisiones creyendo que es lo mejor y al tiempo te preguntas: «¿Pero qué estaba pensando yo ese día?».

Y ahora, ¿conduce o pasea fijándose más en señales, pasos de cebra o semáforos?
Sí. Siendo concejala me convertí en una buena conductora. Antes era un desastre. ¡No me ponía ni el cinturón de seguridad! Todo el mundo debería pasar por el Ayuntamiento para saber lo malos que somos como ciudadanos.

El cáncer es ‘el bicho’ ¿Habrá algún día curación?
Nos falta mucho. Y la investigación está avanzando mucho. Tanto como curación, no lo sé, pero lo veremos como una enfermedad crónica, como la hipertensión o la diabetes. No será ese ‘bicho’ que nos elimina.

Su significación política, ¿le pesa en su responsabilidad al frente de la AECC?
Como sabe, estoy en el comité provincial del PSOE. Claro que me ha pesado. Se puede ser de derechas y ser presidenta de la AECC pero de izquierdas, no. Solo se entiende que tengan que ser señoras del moño. Y yo vengo a cambiar eso, porque la enfermedad es para todos. La izquierda suele ser solidaria, entonces ¿por qué no en la AECC? Me ha costado más que a muchos compañeros demostrar que puedo estar aquí.

Del contacto con los pacientes, miembros de la asociación, ¿una lección que haya aprendido?
Son luchadores a tope, tienen una fortaleza increíble, digna de admirar. Los demás nos quejamos por estupedeces. Pelean cada día, un día se hunden y al día siguiente se levantan… Y nosotros por minucias hacemos un mundo. Para mí han sido un espejo y todos los días me devuelven a la realidad, de que tengo una vida de la que no me puedo quejar.

¿Qué le provoca (en la vida) dolor de muelas?
El de muelas es el peor de los dolores, junto con el cólico renal. Me provoca dolor de muelas la incompetencia. Se puede saber o no saber, pero eso de no poner interés, no lo puedo soportar.

¿A quien le sacaría una muela sin anestesia?
Ufff¡ A cualquier hombre machista.

Al señor Torra, presidente de la Generalitat, ¿qué le recetaría?
Sentido común, que le falta mucho. ¡Que deje de ser activista¡ Porque además , lo hace fatal.

Cuando se publique esta entrevista, los restos del dictador ya habrán abandonado el Valle de los Caídos. ¿Visitó alguna vez Cuelgamuros? 
Jamás lo he visitado. Me da vergüenza. Ningún país hubiera permitido mantener en un lugar así a un dictador. Me sobra algo de ese monumento para visitarlo.