Huida para comer caliente al Alto del León

Nacho Sáez
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Poco más de cinco kilómetros separan San Rafael, donde solo está abierto uno de los 21 establecimientos hosteleros existentes en su calle principal, y la frontera con la Comunidad de Madrid, donde es posible comer en el interior de un restaurante.

Comedor del Asador Alto del León, abierto debido a que se encuentra en la Comunidad de Madrid. - Foto: Rosa Blanco

Los poco más de cinco kilómetros que separan San Rafael del Alto del León resumen algunos de los sinsentidos y contradicciones a los que ha dado lugar la cogobernanza de la crisis del coronavirus. Mientras reina la desolación en la localidad segoviana, repleta de bares y restaurantes con las persianas bajadas y en el caso de algunos con carteles de ‘Se alquila’ y ‘Se vende’, carretera arriba del puerto, en la frontera con la Comunidad de Madrid, José Fernández supervisa que todos sus clientes estén bien atendidos mientras disfrutan de una comida calientes. En el Asador Alto del León se puede comer un menú o a la carta sin fiar el frío a las estufas de las terrazas. «¿Cómo se lo explicas a una persona para que lo entienda? Imposible», apunta el alcalde de El Espinar, Javier Figueredo (PP).

En San Rafael, la situación es dantesca. En los alrededor de 600 metros de los que consta su famosa travesía, hay 21 establecimientos hosteleros y el pasado lunes solo se encontraba abierto uno. Las actuales restricciones impuestas por la Junta de Castilla y León para contener el avance de la pandemia prohíben a este sector abrir el interior de sus locales. Solo permiten que sirvan en la terraza o para llevar. Este pueblo, sitio de descanso habitual de decenas de madrileños, asusta. Pocos espejos mejores de la crisis económica que ha provocado la pandemia que un paseo por este tramo de la N-VI. Aunque el paso de los años ya lo había transformado, pues apenas se detienen los numerosos camiones que lo atraviesan, lo que un día fue prosperidad, ahora se ha convertido en penuria y tristeza. Apenas hay nadie ya detrás de las barras que una tras otra intentaban captar la atención desde los márgenes de la carretera.

Acaba de empezar la semana y tan solo es posible tomarse un café en el Lucía, donde un par de mesas en la terraza y los carteles pegados en el cristal, avisando que sí se puede pedir para llevar, rompen la quietud que parece haberse adueña de San Rafael. «Voy pagando gastos, impuestos y demás. Me da para sobrevivir», señala asomada por la ventana por la que atiende a sus clientes Micaela González, responsable de este hotel, cafetería y restaurante familiar que un día perteneció a sus abuelos. «Entre semana sí que se nota que hay gente que viene a trabajar y que hay más movimiento pero el fin de semana, mientras no abran Madrid, está todo parado».

Uno de los bares que se encuentran cerrados en la Travesía de San Rafael.Uno de los bares que se encuentran cerrados en la Travesía de San Rafael. - Foto: Rosa Blanco

Otros dos colegas del gremio le habían acompañado en esta aventura de seguir en marcha a pesar del cierre de los interiores, pero han arrojado la toalla. «Te ponen muchas trabas, se vigila mucho que la gente no fume, que esté sentada. La gente se cansa y cierra», explica González, que sin embargo tiene todavía una sonrisa para quien le da los buenos días: «Nosotros llevamos 25 años. Hay que ser positivos. Quedarte en casa es peor. Peor es los que no pueden abrir y no tienen ingresos. Al fin y al cabo nosotros vamos trabajando, aunque estamos deseando que abran Madrid, que es lo que nos da vida».

Desde su local y entre las construcciones de dos o tres alturas características de este pueblo, que solo dejan espacio a la carretera, se intuye la montaña. Esa de la que vienen o hacia la que van la mayoría de los que optan por esta vía con el objetivo de evitar el peaje. Para desgracia de los vecinos de San Rafael, que han pedido históricamente la construcción de una variante debido a los problemas de seguridad. En la corona de ese Puerto de los Leones se encuentra el Asador Alto del León, donde el contraste es mayúsculo respecto a lo que se vive cinco kilómetros más abajo. 

El gel hidrolcohólico sigue en la puerta porque aquí sí que se puede consumir en el interior. No hay barra, es verdad, pero pegada a ella las mesas están dispuestas estratégicamente para no desperdiciar espacio sin saltarse las limitaciones de aforo. Que las hay en la Comunidad de Madrid, territorio en el que se asienta este restaurante vigilado por el icónico león que marca la frontera entre Madrid y Segovia. Un grupo de lo que parecen cuatro trabajadores que están de paso se sientan para comer un menú. Al metro y medio de rigor se sitúa otro hombre que adelanta tarea con su ordenador portátil mientras repone fuerzas. En el comedor grande, presidido por un enorme ventanal con espectaculares vistas de la sierra, se decantan por la carta tres grupos más. «Esto es una verdadera ruina. Esto ni es ni se parece por asomo a lo que era. Haces algo, muy poquito. Barra no hay, cuatro mesas aquí no es nada... A mediodía trabajas un poquito y, por la tarde, olvídate. Es una ruina, pero todavía tienen más de aquí para allá», argumenta José Fernández mientras señala hacia la vertiente segoviana de la sierra.

Micaela González, de la cafetería Lucía, la única abierta en la Travesía de San Rafael. Micaela González, de la cafetería Lucía, la única abierta en la Travesía de San Rafael. - Foto: Rosa Blanco

Orgulloso de lo que ha construido, a sus 78 años no abandona la gestión de su restaurante y tampoco a sus trabajadores. Alrededor de una veintena a los que ha sacado del ERTE a pesar de que «me sobraría la mitad o a lo mejor todos». La apuesta de la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz, por mantener abierta la hostelería no es el maná al menos en el Alto del León. «Das cuatro menús y un puñado de cartas entre semana. A lo mejor 30. Ahora vas al comedor y lo ves vacío. Antes, un día como hoy, entre semana daba 150 cartas y 150 menús. De marzo para acá estamos volcados de mala manera. Esto es una ruina de negocio, no sacas para pagar», subraya Fernández. Durante los fines de semana tampoco hacen más caja: «Con la reducción de aforo y la separación de mesas, aunque quieras coger gente tampoco puedes. Das la mitad de lo que dabas. No, perdón, bastante menos. Es cierto que estamos abiertos y que me acuerdo mucho de los de allá, pero yo estoy muy mal también».

CORREDOR. 15,68 euros de renta de subsistencia al día recibe César Boal, indignado con las diferencias entre Comunidades Autónomas. La única excepción al cierre perimetral con la Comunidad de Madrid es el permiso a los madrileños para que aparquen en el parking de Navacerrada, pero los segovianos no pueden acudir a los restaurantes. Tampoco al Alto del León. «Hay gente que se sube a comer arriba a la frontera», asegura Boal. «Y nosotros, sin embargo, arruinados. Con los trabajadores en ERTE, malviviendo...». Gerente de Finca La Casona del Pinar, tres hectáreas de terreno con servicios de hotel, restaurante y ocio, se queja del olvido al que ha sido sometida la hostelería: «Podían haber llegado y darse cuenta de cómo está el tema para hacer algún tipo de corredor o algo para dejarnos subsistir, pero la Junta de Castilla y León se ha olvidado completamente de nosotros».

Él propone soluciones. «Una cosa es que dejes venir a la gente sin ningún tipo de control y otra que vengan con reserva y que les vayas a atender cumpliendo todos los protocolos», esgrime. «¿Por qué se puede hacer en Madrid y en Castilla y León no? Son medidas que están fuera de lugar cuando permites que en Madrid se mueva en el metro un millón de personas o que en Navidades haya habido calles sin medio metro de espacio. Son situaciones mucho más perjudiciales de las que genera nuestro sector, pero nadie hace nada». Mientras tanto, este hostelero de San Rafael afronta gastos de 5.000 euros en el alquiler, 3.000 por la luz o 1.200 por el IBI. «Hay una cosa muy clara. De Segovia van cada día a trabajar a Madrid 20.000 personas. La burbuja ya está rota así que se pueden buscar maneras de que podamos trabajar. Lo que no se puede hacer es nada. Puedes malvivir si te abren la frontera aunque te pongan un 30 por ciento de aforo. Acomodarás tu plantilla a lo que puedas vender y podrás subsistir. Ahora mismo el problema no es subsistir. El 95 por ciento de los establecimientos están perdiendo dinero cada mes y, en el último recuento que se ha hecho, hay un 35 por ciento de establecimientos que han cerrado para no volver a abrir. Estamos hablando de mucha gente pero aquí nadie colabora con nada», concluye.