El proyecto del Cervantes aplaza las obras en San Agustín

D. Aso
-

La vía más transitada del casco histórico ya no se reurbanizará este mandato, pese a ser promesa electoral, por facilitar el paso de camiones al teatro, cuya rehabilitación se adjudicó en mayo y continúa sin arrancar

Calle San Agustín, a la altura de la plaza de San Facundo. - Foto: Rosa Blanco

El equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Segovia ha decidido posponer la reurbanización de la calle San Agustín y la plaza de San Facundo ante las dificultades de simultanear esas obras con las de rehabilitación del Teatro Cervantes que, por otra parte, ya deberían haber empezado hace meses y siguen pendientes de un acuerdo del Obispado con la constructora para facilitarle el acceso y ocupación de la parcela colindante, la de la huerta del Seminario. Este último proyecto se adjudicó concretamente en mayo de 2021 con un plazo inicial de tres años y medio, pero continúa sin arrancar; y aunque la empresa cree que puede acelerarlo unos seis meses, en la práctica ya supone en cualquier caso renunciar a que la esperada renovación de la vía más transitada del casco histórico se pueda abordar antes de que acabe este mandato a mediados de 2023, a pesar de ser una de las actuaciones recogidas en el programa electoral con el que el PSOE ganó las municipales en mayo de 2019.

De hecho, el compromiso de «arreglo» de San Agustín, que ha sido objeto de frecuentes remiendos en los últimos años, ya fue parte también de un acuerdo entre PSOE y Cs para sacar adelante los presupuestos municipales de 2018, si bien entonces se habló de una partida inicial de 200.000 euros que finalmente se dedicó a otra obra. El proyecto de reurbanización que ahora está pendiente sí se llegó a redactar ese mismo año, aunque no pasó por Junta de Gobierno Local hasta noviembre de 2020, que fue cuando se aprobó con un presupuesto inicial de 603.582,24 euros e idea de acometerlo antes de mayo de 2023.

La alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, reconoce en declaraciones a El Día la necesidad de abordar la reurbanización de San Agustín, pero también los inconvenientes que conllevaría hacerla ahora. «Siempre que paso por allí lo pienso, que con lo bien que estamos en esa zona desde la cuesta de San Juan hasta llegar a la Diputación, aún falta el resto. Pero es verdad que, hablándolo con el concejal de Obras, vi que no era el momento».

Vista aérea del casco histórico de Segovia. El inmueble al descubierto es lo que queda del Teatro Cervantes, al que se debe acceder para las obras por la parcela superior colindante, correspondiente a la huerta del Seminario, propiedad del Obispado.Vista aérea del casco histórico de Segovia. El inmueble al descubierto es lo que queda del Teatro Cervantes, al que se debe acceder para las obras por la parcela superior colindante, correspondiente a la huerta del Seminario, propiedad del Obispado.

«Era uno de los proyectos que nos habría gustado llevar a cabo en este tiempo», admite también Miguel Merino, «pero nos lo hemos tenido que replantear tras conocer cuáles iban a ser los flujos de entrada y salida de maquinaria y vehículos pesados por los trabajos de desescombro y acopio de material para la rehabilitación del Cervantes». Pone como ejemplo gráfico las consecuencias que están teniendo la construcción de un nuevo edificio en la plaza de los Huertos, una intervención mucho más pequeña que la del viejo teatro y que, sin embargo, «ya ha provocado varios hundimientos y averías que obligan a estar pendientes casi de manera continua» debido al «trasiego de camiones hasta ese punto». Tráfico pesado extra que se suma al convencional y que tampoco es del todo ligero precisamente, por los más de 300 trayectos diarios de subida o bajada que cubren los autobuses en su conexión con Colón.

«No tendría mucho sentido que ahora nos gastáramos unos 600.000 euros para acondicionar San Agustín cuando el riesgo de desperfectos importantes es muy grande, y más sabiendo los plazos de la obra del Cervantes», insiste Merino, así que «mientras dure el paso de vehículos pesados habrá que posponer este proyecto». Por la probabilidad de averías o hundimientos y también porque esa vía es parte «del único eje que existe para llevar maquinaria al teatro», cuando se cuenta con que deberá cortarse durante parte de los «cuatro o seis meses» de ejecución que se contemplan.

¿Pero habrá que esperar entonces todos los años que dure la obra del Cervantes para llevar a cabo la de San Agustín y San Facundo? «Igual se puede cuando vaya cuajando el teatro y las descargas sean menores porque ya se esté trabajando en la parte de instalación eléctrica, fontanería y demás», piensa Luquero. Pero eso, de cualquier modo, supone pensar más allá de 2023. 

Por otro lado, Merino no descarta además que el proyecto de San Agustín se haya quedado desfasado en cuanto al presupuesto estimado debido a la subida de costes de materias primas que ha sufrido la construcción (aparte de otros sectores) a lo largo del último año. «Con la valoración prevista puede que nos expusiéramos a que el concurso quedara desierto, y antes de sacarlo a licitación tendremos que comprobar también si ha cambiado algo de normativa eléctrica o de comunicaciones», añade.

DAOIZ. Sucedió algo similar con los tres proyectos de urbanización del eje Marqués del Arco-La Merced-Daoiz, que también tuvieron que actualizarse entre finales de 2020 y principios de 2021, aunque en estos casos los retrasos eran más exagerados. Se redactaron en 2013 con idea de ejecutarlos a corto plazo con cofinanciación estatal y autonómica del plan de rehabilitación integral del barrio de Canonjías (ARCH, luego denominado ARU), pero el Gobierno central de entonces ralentizó el desarrollo de este programa por una modificación a la baja de las condiciones entre fase y fase. El interés de los propietarios de viviendas potencialmente beneficiarias decayó y ante las nuevas circunstancias, el equipo municipal de Gobierno terminó alegando que no se había alcanzado la implicación necesaria por parte de los propietarios en cuanto a reformas subvencionadas de viviendas (se quedó en un 67% del parque inmobiliario existente allí) como para generar la ayuda pública equivalente que se esperaba para vías públicas.

Desde entonces, el progresivo deterioro de este eje ha sido motivo de debate en distintas ocasiones. Patrimonio llegó a dar un toque al Ayuntamiento en 2017 para que liderase una intervención para acabar con la maraña de cables de telefonía y otros servicios que cuelgan de cualquier manera por las fachadas de estas calles; y ese mismo año, el Pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad una moción del PP por la que el PSOE se comprometió a acometer la reurbanización «en cuanto haya una partida presupuestaria disponible».

Ya en 2021, el Ayuntamiento incluyó una partida de 300.000 euros en su presupuesto anual con idea de acometer el proyecto de Daoiz a lo largo del ejercicio. Dejaba fuera todavía los de Marqués del Arco y La Merced, y aunque al final no ha ejecutado ninguno por haber improvisado dar prioridad a otras cuestiones, resulta que ya no uno, sino los tres proyectos, tienen opciones todavía de salir adelante a corto plazo. Depende ahora del Gobierno central, dado que el Ayuntamiento los ha presentado, junto con otras iniciativas, a una convocatoria de fondos europeos lanzada por el Ministerio de Transportes de cara a la creación de una zona de bajas emisiones en el centro con su progresiva peatonalización.

CERVANTES. Entretanto, la obra del Cervantes sigue sin arrancar. Tal y como adelantó El Día a principios de octubre, el Obispado quiere que la constructora le dé garantías de reposición de los desperfectos que pueda causar mientras ocupe parte de la huerta del seminario, después de que años atrás, durante el primer intento de rehabilitación del viejo teatro, los que se produjeron los terminó costeando la propia Diócesis. Y también pretende una compensación económica: llegó a hablar de medio millón de euros aunque, tal y como matizó en su momento el rector del Seminario, Juan Cruz, aquello fue «un punto de partida». A falta de referencias propias, una estimación de lo que supondría aplicar a este caso las tasas vigentes de ocupación de vía pública del Ayuntamiento, y con voluntad de negociar a la baja hasta una cantidad muy inferior, pero sin renunciar a que la constructora asuma responsabilidades.

En un principio, además, la empresa contemplaba llevar a cabo los trabajos haciendo uso de más de 2.000 metros cuadrados de huerta, pero el Obispado lo veía incompatible con la actividad del Seminario y planteó una alternativa por la que se rebajaba el espacio de ocupación a unos 700 m2 con la habilitación de un acceso independiente para los camiones más próximo al teatro. También se reducía así de forma notable el coste de ocupación que sugería la Diócesis, que remitió su última propuesta a finales de octubre pero, según asegura el rector del seminario, aún no ha recibido respuesta.

La alcaldesa de Segovia, sin embargo, mostraba cierto optimismo el pasado 5 de enero ante la posibilidad de un «atisbo de acuerdo» que el Ayuntamiento ha intentado favorecer como mediador (aparte de propietario de lo que queda del teatro) entre el Obispado, el Ministerio de Fomento (responsable del proyecto) y la propia constructora, la UTE valenciana Torrescámara-EMR (Estudios y Métodos de la Restauración). Se ofreció a ejecutar las obras por 'sólo' nueve millones (IVA incluido) tras rebajar en 1,6 el presupuesto inicial y obtuvo la adjudicación con fecha 27 de mayo, aunque la formalización del contrato no se publicó en boletín oficial hasta julio. 

En estas circunstancias, debería presumirse que el optimismo de Luquero responde a que pronto pueda haber novedades en positivo aunque, de momento, ya son más de siete meses los que han pasado desde la adjudicación de unos trabajos que aún están por arrancar; y ahora también con la calle San Agustín y la plaza de San Facundo a la espera.