Oro de juglares para un Juan Bravo lleno

D.S.
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Nuevo Mester de Juglaría celebra su 50 aniversario llenando el Teatro Juan Bravo, con un público entregado, en el centenario de la sala de la Plaza Mayor.

Que el Teatro Juan Bravo, con sus cerca de quinientos asientos de aforo, se llene, siempre tiene como base una buena y simple razón; las cosas se están haciendo bien. Que lo haga por partida doble, dos noches seguidas, tiene una incisiva e igualmente simple razón; las cosas se están haciendo muy bien.

A estas alturas de la película, o mejor dicho, del concierto, cuando han pasado ya casi cincuenta años de aquel día de 1969 en el que un clan de segovianos decidió unir sus nombres y, más que nada, sus voces, para ser el Nuevo Mester de Juglaría, nadie se cuestiona ya qué es lo que hicieron o siguen haciendo tan bien estos músicos para que, allí donde vayan, haga frío o calor, haya paredes o campo abierto, pocos quieran perderse un repertorio que está repleto de canciones de toda la vida que, sin embargo, podría seguir escuchándose una vida entera.

Ese es, sobre todo, el éxito de una formación de juglares que ayer comenzaba la primera de sus dos noches de oro en el Teatro Juan Bravo cantando ‘La chica segoviana’ y que, dos horas después y para poner fin al recital, volvía a entonarla con más energía, si cabe, de sus polifónicos y diversos seguidores; demostrando, de paso, que hay canciones que parecen no pasar nunca. Con ella, con la mujer que más quiere el público de la provincia, la de los ojos más bonitos que la lunita de enero, el Nuevo Mester conseguía, además, algo complicado en una audiencia castellana: que las palmas no sonasen descompasadas y que el ritmo entre las butacas del Juan Bravo quedase algo patente y algo latente. La costumbre de saberla de memoria, se intuye.

Lo cierto es que, a pesar de todo, daba la sensación de que al Nuevo Mester, en el Teatro Juan Bravo, le faltaba un poco de plaza; un poco de gente bailando al compás de sus jotas, seguidillas o rondas, y había quien, entre el público, sentía el impulso de levantarse, alzar los brazos y sacar el tacón-punta a danzar. De hecho, al final, tras más de una hora y media aguantando las ganas, hubo quien no pudo más y salió al pasillo a bailar. Pero la de ayer era noche de gala y fiesta de guardar; algo que, de cualquier manera, no restó diversión a la cita, que, como siempre, contó con el buen humor de Fernando Ortiz y Luis Martín para revivir, con varias imágenes de sus inicios de fondo, alguna anécdota de las que hacen que la suerte lleve el título de alguna canción, el nombre de algún grupo amigo o el recuerdo de un escenario.

Mientras, por el del Juan Bravo fueron sonando las melodías del Duero, las de municipios como Torrecaballeros o Vegas de Matute, y las de países como México o Francia, las que rememoraban lecciones aprendidas en el colegio y otras como ‘Estaba la mora en su lugar’ que, como un trabalenguas, se habían repetido por diferentes generaciones en noches de verbena y tardes de campamento. De vez en cuando las palmas se soltaban, ahora sí, de manera algo castellana, y acompañaban a los instrumentos de los guardaespaldas del Mester y a las voces de Llanos Monreal, Fernando Ortiz, Rafael San Frutos, Francisco García, Luis Martín, Chuchi Martín y Javier Castro, quien ayer, durante toda la noche quiso volver a experimentar el sentimiento de pertenecer a un grupo que, cumpla los años que cumpla, va camino de ser eterno.

Eso deben de pensar también las decenas de personas que para cerrar el concierto prestaron su imagen a un vídeo de felicitación al grupo; por los cincuenta y por parecer vivir constantemente en una edad de oro. Además, varias de ellas, como Pablo Zamarrón, el grupo de danzas de La Esteva o Milagros Olmos, quien al igual que Javier Castro formó parte durante muchos años de la formación, subieron a lo largo del concierto a las tablas para compartir una fiesta de cumpleaños que, pocos de los que ayer llenaron el Juan Bravo lo dudan, será histórica.