Alergia al polen en una atípica primavera

Agencias
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El confinamiento y la bajada de los índices de contaminación en las ciudades se alían esta temporada con quienes no toleran la presencia de polen en el aire

La llegada de la primavera conlleva la aparición de alergias, especialmente al polen. Hay ciudades donde, a pesar de no concentrar importantes fuentes del mismo, sí presentan numerosos casos de alergia y a esto contribuye principalmente los altos índices de contaminación.

Hay que partir de la idea de que este argumento no cuenta esta primavera, ya que la situación es totalmente diferente de lo habitual, dado el estado de confinamiento por la pandemia de coronavirus, aparte de que las personas llevan mascarillas, que pueden ayudar a evitar ese contacto con el polen, cuando por ejemplo van a pasear, al súper o a tirar la basura.

Así, y dado que los afectados van a salir menos a la calle, se verán menos expuestas al polen que tanta alergia les produce, y presentarán menos síntomas estos días. En esto también influye que se están registrando menos niveles de contaminación, estos se han visto súper reducidos debido al parón que ha sufrido todo el país. No hay más que ver la boina típica de contaminación de Madrid, en la actualidad desaparecida, cuando antes era, por desgracia, lo habitual.

En concreto, en España hay ocho millones de alérgicos al polen, de los que siete los son a las gramíneas, un tipo de polen, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). 

Partiendo entonces de la idea de que esta primavera no es lo normal en cuanto a alergia se refiere, por regla general se puede afirmar que la contaminación producida por la expulsión de diésel de los vehículos y la disminución de otros humos industriales pueden agravar los síntomas en las grandes ciudades.

«La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen haciendo que éste genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa, y aumente su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles», explica el miembro de la SEAIC, el doctor Ángel del Moral.

El también presidente del Comité de Aerobiología de la entidad subraya que estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas, en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. «Por este motivo, en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo», defiende.

Mientras, el presidente de la SEAIC, Antonio Valero, explica en este sentido, durante una entrevista, que el polen es microscópico y tiene diferentes proteínas con sus respectivas actividades biológicas, siendo las de defensa y las de estrés las que curiosamente dan alergia. «La contaminación hace que las plantas tengan más alérgenos», asegura el especialista.

Por otra parte, el doctor Valero subraya que el polen interactúa con las mucosas. «Cuando el cuerpo humano está expuesto a la contaminación se produce un proceso inflamatorio importante de forma que cuando llega el polen, este puede penetrar en la mucosa con más facilidad. Por esto también es más frecuente en aquellas zonas con más contaminación», resalta.

Además, el doctor Del Moral apunta que los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera, e incrementa el tiempo de exposición a ellos.

Cambio climático

Por otro lado, el alergólogo argumenta que el cambio climático está alterando los ciclos de polinización de las plantas, de forma que estas están adelantando el inicio de su período de floración, así como retrasando su final, con lo que se amplía la duración del espacio temporal de polinización, y, por lo tanto, hay una mayor exposición.

En este sentido, el presidente de la SEAIC, el doctor Antonio Valero, destaca que las variaciones del clima influyen, y bastante, en la aparición de la alergia dado que las plantas polinizan en las condiciones adecuadas tanto de temperatura como de humedad. 

«A veces como la temperatura se avanza y en invierno estamos con clima de primavera, por ejemplo, pues esto modifica la polinización de las plantas, y puede hacer esta etapa más o menos corta, o más o menos intensa», remarca.

Con todo ello, y dado el estado de confinamiento que estamos viviendo esta primavera, el doctor Valero, estima que durante la presente primavera, tan excepcional para algunos de sus pacientes, empleen menos la medicación para esta alteración que la que suelen necesitar durante esta etapa del año para aliviar sus síntomas de alergia.