"Veo un objeto y tengo tentación de darle vida"

Sergio Arribas
-

Fue durante 17 años la mano derecha de Julio Michel. Ahora dirige Titirimundi y le toca ejercer el papel de 'cazatesoros' que ejercía su "maestro y amigo", la de buscar los mejores espectáculos para el festival. Marián Palma escribe en La Pizarra.

Marian Palma, directora de Titirimundi - Foto: Rosa Blanco

¡Arriba el telón! 17 años siendo mano derecha del maestro Julio Michel y su segunda edición al frente del festival. ¿cuántos espectáculos de títeres ha presenciado?

¡Halaaa! Llevo desde junio de 2000. A ver, pongamos una media anual de más de veinte al año solo en Tirimundi, más los que hemos visto buscando lo que llamamos ‘tesoros’ para traer a Segovia… No sé, centenares.

El arte de animar lo inanimado. ¿Qué tiene este teatro que no tengan otros géneros?

Un actor no puede, por ejemplo, volar, tocar la luna, las estrellas y planetas y bajarlos a la tierra. Esto es pura magia.

No es ‘titiritera’, valga la expresión. Pero del contacto con cientos de artistas del género, ¿qué tiene un titiritero que no tenga un actor o director teatral al uso?

¡Más quisiera ser titiritera! El titiritero siempre está detrás de su marioneta, de su objeto, y entonces los egos son diferentes.

Una licenciada en Publicidad y con un DEA en Comunicación Audiovisual con una tesis sobre ‘títeres en el cine’. Pero, ¿cómo termina ligada a este mundo tan especial?

Pura casualidad. Me dijo una amiga: «están buscando a alguien para trabajar en Titirimundi». «Allá que voy», me dije. Toqué la puerta, me abrió Julio [Michel]. «Mira —me dijo— necesitamos una persona que lleve la oficina porque soy titiritero y me voy mañana a la Ruta Quetzal y no vuelvo hasta dentro de un mes». Me pidió que le tradujera del inglés una llamada grabada en un contestador, porque él solo sabía hablar francés. «Pues es una compañía americana, que tal...», le expliqué. «Muy bien, me vales, aquí están las llaves y ésta es tu casa». Y así comencé.

De ‘Titirimundi’ tiene hecho un máster. Antes de asumir la dirección del festival, era quien llevaba su ‘oficina’. ¿Muchos quebraderos de cabeza? 

Sí. Me quejaba, pero lo de ahora ya es ‘el acabose’. Ahora mismo dices «¡Dios mio! ¡Julio, ¿por qué me dejaste?».Trabajas todo el año, con muchísimas compañías y con mucha antelación. Con algunas tienes que contactar dos y tres años antes. Julio siempre decía que hacíamos encaje de bolillos y es verdad.

Y luego está su labor de ver y ‘fichar’ para el festival los mejores espectáculos...

A las labores de producción de la oficina, ahora le añado lo que yo llamo ‘la búsqueda del tesoro’, que también conlleva mucho tiempo, ver múchisimos espectáculos, viajar... Y comprobar si encajan o no en Titirimundi, porque además el público de Segovia está muy bien educado y es muy crítico. Y eso ha sido mérito de Julio.

¿Se siente entonces como una cazadora de tesoros?

Sí. Cuando veo un espectáculo fuera que me emociona, luchas con uñas y dientes para traértelo. 

¿En qué ha cambiado su vida al asumir la dirección del festival?

Buff! Primero fue un vacío tremendo y un «¿qué vamos a hacer?». La mujer de Julio, Paloma, me recalcó que él ya se lo había dicho, que yo era quien tenía que tomar el testigo. Pero una cosa es lo que te digan y otra dar el paso. Cuando ves que hay que tomar la decisión, te lanzas. Me decían «¡qué valiente!» ¡O loca como una maraca!, pensaba yo. Pero, claro, el trabajo de tantísimos años no se podía echar a perder porque yo me hiciese chiquitita. Tenía mi Quijote, Julio Michel, y yo era su Sancho Panza, y eso era lo divertido. Recuerdo cuando se ofuscaba y se cabreaba.. ¡cómo le entiendo ahora!  Me ocurre lo mismo y mis compañeros me dicen: «¿ya estás con una juliada?»

Ahora mismo tiene los ojos a punto de derramar una lágrima.

Sí, sí, bueno, no lo puedo evitar. 

Del añorado Julio Michel usted dijo que empezó siendo su jefe y terminó siendo su «maestro, compañero y amigo». ¿Cuál fue esa enseñanza imborrable que tiene siempre presente?

Él siempre decía que «nada es imposible». Nos lo marcó a fuego. Tampoco existía para él aquello de «no se puede».

Cuando falleció, en junio de 2017, hasta quienes le criticaban se deshicieron en halagos ante el creador de ‘Titirimundi’.¿Le duele la hipocresía?

Duele. Los halagos se los merecía en vida. Julio ha sido muy mal tratado, no quiero decir en Segovia, sino en general, y en algunas ocasiones ninguneado con todo lo que ha hecho por la ciudad. Cuando llega ese momento, te sorprende, no quiero decir para mal, que ciertas personas vayan regodeándose de que le conocían.. pero bueno, los halagos siempre vienen bien, aunque duele que vengan después.

Títere, guiñol, muñeco, marioneta.. ¿su palabra preferida?

Para mí ‘títeres’, aunque para Julio era la palabra ‘marioneta’, imagino que por tener la referencia francesa.

Pero títere es también la persona de carácter débil y poca voluntad que se deja manipular por alguien ¿Le rechina este significado?

¿Rechinar?, bueno, sí, pero claro, el títere es el que toma vida por los hilos que mueve el titiritero. Y cualquier objeto puede ser un títere si le das vida.

Cuando escucha la palabra ‘titiritero’ de forma despectiva….

¡Oh! ¡Lo hacen continuamente¡ Titiritero, perroflauta.. Y yo digo ¡qué manía¡ Me duele. No acabo de entener el uso peyorativo de titiritero. Son artistas maravillosos.

Es curioso que fantoche sea sinónimo de títere ¿quienes son para usted los auténticos fantoches?

¡Hala¡ ¡Qué pregunta! Me iba a meter en política y no quiero (se ríe).

¿Cuál es su truco para no ser una marioneta y mantener su independencia?

Para nosotros lo principal en Titirimundi es hacer un gran trabajo. Es currar y currar y mantener siempre esa calidad. Si decaes, no te van a respetar.

En las artes escénicas, «retablo» es el pequeño escenario en el que se representa el teatro de títeres; Y oculto está el titiritero para conseguir la ilusión de que el muñeco tenga vida propia. ¿Por dónde pasan sus ilusiones?

Mis ilusiones son que el festival se mantenga alto.  Y, personalmente, mis ilusiones son mis hijas. La mayor es Yamile, que tiene ese nombre porque mi padre es de procedencia colombiana. Significa ‘bonita’. Ahí descargué toda mi imaginación porque la segunda se llama Marián.

Pregunta filosófica y titiritera. En este país, ¿quién mueve los hilos?

Fíjese que tendríamos que moverlos todos y nos dejamos que nos muevan. No quiero meterme en política, pero los poderes están ahí. El dinero mueve muchísimo, es un asquete, pero es así...

Los títeres de cachiporra son mis preferidos. ¿a qué o quién le daría usted con la cachiporra, aunque sea flojito?

Pulchinela o Cristobita siempre han luchado contra el poder, o todo aquello que perturbaba su paz diaria. ¿A quien le daría? Pues a muchos que están en el poder y no espabilan. A esos habría que darles un cachiporrazo en condiciones.

¿Se imagina un espectáculo de títeres de cachiporra con los políticos en elecciones como protagonistas?

¡Hala! ¡Estaría muy bien! ¡Qué gran idea!

¿Tuvo tentación de subirse a las tablas?

Estuve en el grupo de teatro de Horizonte Cultural y me lo pasé bomba. Pero eso es una cosa y otra subirse a las tablas. Cuando era pequeñita me gustaba el flamenco y sí me subí a escenarios a bailar. Lo de hablar delante del público lo llevo fatal. Y aunque el titiritero actúa detrás de una pantalla, para eso hay que valer y estar muy formado. 

Cogemos dos calcetines y les ponemos dos botones. ¿Cuántas veces lo ha hecho?

Con las niñas, ni le cuento. Pero es que en la propia oficina, si ve mi mesa… Cualquier objeto, por pequeño que sea, tengo la tentación de darle vida. Julio también lo hacía.

Imagino que recuerda cuando dos titiriteros, de la compañía ‘Títeres desde Abajo’, fueron encarcelados, acusados de enaltecimiento del terrorismo. ¿Cómo se le quedó el cuerpo?

Nos quedamos descolocados. No lo entendíamos. Tomar esta medida fue un exceso sin sentido.

¿Cuántos títeres aparecen en sus sueños?

Han aparecido, como ilusión y como pesadilla. Hay algunos que son muy grotescos.

¿Qué sería esta vida sin la magia del títere?

No me la puedo imaginar, porque la ilusión, la fantasía, todo lo que le rodea… A veces me tengo que pellizcar, para saber que lo que estamos haciendo es real. Lo pasamos bien y ¡ojo!, también se sufre…, de ahí lo de las pesadillas.

La sonrisa parece eterna en su rostro. ¿Esta vitalidad positiva de donde le viene?

Pues no le se decir. Es que soy así. Me lo decían desde pequeña: «está niña siempre sonriendo, da gusto». Me lo decía también Julio: «tú nunca pierdas la sonrisa, aunque vayas a hablar con los políticos» (se ríe). Intento no perder la sonrisa, aunque en ocasiones… Esta sonrisa demuestra las ganas de seguir adelante. Aunque vengan palos, hay que dar la vuelta a la tortilla.

Acaba la función y le pongo en un compromiso. Dígame un espectáculo, uno solo, que el público no puede perderse en la próxima edición del festival.

Las entradas se agotaron. El de la compañía Stuffed Puppet, con su espectáculo «Babylon».

Pues, como se dice en el argot del teatro, ¡mucha mierda!

Pues ¡mierda a destajo!