El planeta se la juega

Agencias
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La COP25 da el pistoletazo de salida con el desafío de mitigar una crisis climática que no entiende de fronteras

El planeta se la juega - Foto: Carlos Lemos

Bajo una presión social sin precedentes por las divergencias entre lo que los Gobiernos deben realizar según la ciencia, y lo que en realidad hacen, la cumbre COP25 -que se celebra del 2 al 13 de diciembre en Madrid-, disparará la carrera entre los países para pasar a la acción y presentar planes más ambiciosos que deberán estar preparados para el próximo año e intentar salvar así el planeta Tierra.

Los más de 250.000 participantes, procedentes de 195 naciones, que acudirán al recinto madrileño de Ifema, donde tiene lugar la cita, tienen la oportunidad de involucrarse aún más en la causa, gracias a un abono gratuito que les permitirá hacer uso del transporte público en la capital y disminuir de esta manera las emisiones de los gases de efecto invernadero.

Los mercados de carbono, las aportaciones al Fondo Verde del Clima, el mecanismo de daños y compensaciones por fenómenos climáticos extremos y el apoyo a los países en vías de desarrollo en su transición a un nuevo modelo energético son algunos de los asuntos clave que centrarán las negociaciones.

Para España, la COP25 es una gran oportunidad para mostrar los avances del Ejecutivo en el apoyo a las energías renovables y la transición energética justa.

Esta cumbre, bajo Presidencia chilena, debe ser «la punta de lanza» para que la acción climática «permee» en las administraciones y sectores económicos y sociales, defendió recientemente la ministra en funciones para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

En virtud del Acuerdo de París, que empezará a funcionar el próximo año, los planes medioambientales deberán ser mejores que los anteriores para alcanzar la neutralidad de emisiones contaminantes a mediados de siglo.

Mercados de carbono

Uno de los puntos más importante de la cumbre es determinar el papel de los mercados de carbono para contribuir en los esfuerzos globales que permitan la reducción de emisiones. El desarrollo de las reglas del Artículo 6 del Acuerdo de París será una de las negociaciones políticas más complicadas. Por un lado, está el tema de la transferencia de compensaciones país a país, que seguirá adelante incluso sin reglas, que exige que estas se determinen rápido y se establezca un sistema contable fiable. 

Por otro, está la configuración de un mercado global de carbono que permita a las naciones (y a través de ellos a las empresas) intercambiar compensaciones, con el establecimiento de un sistema totalmente nuevo que vincule los mercados de carbono existentes.

La ciencia en el candelero

El mensaje de los científicos es claro: el mundo necesita reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero entre 2020 y 2030 y tener un balance neto cero a mediados de siglo, al mismo tiempo que se debe regenerar la naturaleza, para tener más posibilidades de no superar los 1,5 grados de aumento de temperatura global. 

El panel de expertos sobre cambio climático de la ONU, conocido como IPCC, ha elaborado tres informes en poco más de un año sobre las consecuencias del calentamiento global en la Tierra.

El primero de ellos aborda el grave impacto de una subida de la temperatura por encima de 1,5 grados. Otro tiene en cuenta los efectos del clima a causa de los cambios en la utilización del suelo y la deforestación, mientras que el tercero habla sobre los océanos y la criosfera. Estos informes serán debatidos en Madrid y los países serán los encargados de decidir cómo enfocar las recomendaciones científicas para avanzar en la lucha contra la crisis climática. No será fácil: a principios de este año, Estados como Arabia Saudí, Irán, Kuwait y Estados Unidos se opusieron a que las referencias del informe sobre el calentamiento de 1,5 grados del IPCC fueran incluidas en las negociaciones políticas.

Un cambio transformador

Con la vista puesta en 2020, se empezará a perfilar la próxima cumbre climática prevista en Glasgow, a la que los expertos se refieren ya como la de «la ambición», en la que el mundo deberá aceptar un cambio realmente transformador y un cambio de mentalidad global que trate la crisis climática como lo que es, un desafío planetario.