La noche segoviana... no es lo que era

Sergio Arribas
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Segovia vivió en los 80 y 90 una 'época dorada' con una decena de discotecas y multitud de locales copas. Hoy apenas quedan la mitad, los que supieron adaptarse a los nuevos tiempos.

Gustavo Gómez, José Arranz, José Gabriel Cobos, Juanfran Martín, Javier García Crespo 'Miki' y Ernesto del Bosque. - Foto: Rosa Blanco

La escena tiene casi treinta años. Para acceder a la ‘disco’, la mítica Ladreda 25, lo habitual era hacer cola. Una vez en el interior, la paciencia también era un tesoro. Había que superar el gentío, que se movía apretado y bajo una música a volumen superlativo, para llegar a la barra, donde se formaban hasta tres filas para pedir la consumición. El recuerdo pertenece a Ernesto del Bosque, que «de chaval», con apenas 20 años, trabajó de camarero en Ladreda. Lo hizo antes de convertirse en empresario y abrir, años después, en el mismo espacio, la discoteca ‘Abraxas’ y más tarde, en un local aledaño, el bar de copas ‘Ven Ven’.

«Aquella escena es ahora impensable. Hoy vas a una discoteca, que son la mitad de las que había entonces, y muchas veces los camareros están mirando, de brazos cruzados», afirma Ernesto ‘el del Ven Ven’, su apellido reconocible, pese a que, hace años, traspasó el negocio para retirarse del ‘mundo de la noche’. «Cuando empecé en Ladreda, la media de edad del público era de 25 a 35 años. Yo era, por decirlo así, un pipiolo y veía a todo el mundo muy mayor. En la actualidad, alguien de 28 años que esté en una discoteca ya supera con creces la media de edad. En Segovia, hay menos público, mucho más joven y se consume bastante menos», zanja el exempresario de la noche.

En el ‘boom discotequero’ de Segovia, en los 80 y 90, había, al menos, y solo en la capital, una decena de discotecas, algunas abiertas a diario, que rebosaban de público ávido de diversión cada fin de semana; al margen de las que funcionaban, con igual éxito, en Abades, Fuentepelayo, Cantimpalos, Cuéllar o Cantalejo. De aquellas, muy pocas han sobrevivido, tras sucesivos cambios de nombre y propietarios, con más o menos fortuna. Baste un solo ejemplo. Ladreda 25, que abriera en 1970, pasó después a ser ‘Abraxas’, para rebautizarse a continución como Congo, Vertical, Yellow…. Hoy sigue abierta bajo el nombre de ‘Palace Vip’, un local enfocado a la música latina.

José Arranz (Bar Santana), Juanfran Martín (Shout), Javier García Crespo (Indian), Ernesto del Bosque (Abraxas y Ven Ven), José Gabriel Cobos (Sabbat) y Gustavo Gómez (Menorá). José Arranz (Bar Santana), Juanfran Martín (Shout), Javier García Crespo (Indian), Ernesto del Bosque (Abraxas y Ven Ven), José Gabriel Cobos (Sabbat) y Gustavo Gómez (Menorá). - Foto: Rosa Blanco

Las discotecas ‘al uso’ abiertas en Segovia se cuentan hoy con los dedos de una mano, según explica José Gabriel Cobos, que representa a los locales de ocio nocturno en la directiva de la agrupación de hosteleros. Propietario del ‘Bar Bahía’, en la Plaza Mayor, Cobos —o José ‘El Negro’, el apelativo cariño por el que es conocido desde chaval— también regenta desde hace 25 años ‘Sabbat’, la antigua discoteca Florida. Su opinión toma forma de sentencia demoledora: «el mundo de la noche ha cambiado muchísimo». «Antes, la noche eran solo las discotecas, que abrian todos los días. Y todas se llenaban, pese a ser  de gran tamaño. Ahora solo hay un puñado y más pequeñas, porque además hay decenas de establecimientos que venden copas», apunta José, que abre Sabbat solo tres días, de jueves a sábado.

«Nada que ver con lo que había antes», añade. «Los bares que sirven copas han quitado mucho público a las discotecas. Y otra diferencia con los 80, por ejemplo, es el botellón. Antes si había seis discotecas, todas se llenaban y ahora, por desgracia, se ‘mal llenan’ y con gente muy joven», explica. De los tres días que abre Sabbat, solo un día está ‘a tope’: el sábado.

El ocio nocturno en Segovia, la ‘marcha’ por la noche, ha experimentado un giro radical, en un declive evidente si se compara con la efervescencia de los 70 y el ‘boom’ de las dos décadas posteriores, los 80 y 90, con ‘zonas de copas’ rebosantes de público y decenas de locales, desde la calle Infanta Isabel —que nunca perdió tirón y ganó nueva nomenclatura como ‘la calle de los bares’— hasta la zona de las Rocas —junto al Azoguejo— o las calles del Carmen, Escuderos o incluso en el entorno de Curtidores.

Foto de familia en Menorá.Foto de familia en Menorá. - Foto: Rosa Blanco

La crisis y el ‘botellón’. No hay un solo factor que explique el cambio de escenario. No es desdeñable el impacto de la crisis o la Ley Antitabaco, o incluso el descenso demográfico o la emigración juvenil que no compensa la llegada de la población universitaria, aunque resulta evidente el cambio de hábito de las nuevas generaciones, que prefieron el ‘botellón y las fiestas privadas en los pisos; mientras se abren paso otras formas de diversión diurnas, como el ‘vermú torero’ o el ‘tardeo’, también entre los más veteranos.
En Segovia no pocos empresarios, que vivieron aquella ‘época dorada’, mantienen hoy abiertos discotecas, pubs y bares de copas, muchos con ‘solera’ y más de dos décadas de trayectoria, en los que han sabido adaptarse a los gustos de sus clientes.

Es el caso de Adolfo de la Mata ‘Fito’. Junto a su familia, abrió El Porche, en 1989; para después inaugurar Canavans, hace 21 años, al estilo de un pub irlandés, que amplió con la discoteca Theatre, hace unos siete años. Se ha hecho popular por ser el lugar preferido de los estudiantes de IE University, que casi lo monopolizan los martes y jueves, especialmente antes de la época de exámenes.

Con independencia de estos clientes, Fito tiene un diagnóstico claro. «La noche [el ocio nocturno] está bajando mucho y también las discotecas. Las mantienen la gente más joven», asegura el empresario. «El público es distinto y los hábitos han cambiado. Ahora hacen el botellón y luego van a la discoteca. El cliente más adulto puede estar hasta las tres de la mañana. A partir de entonces, viene la gente mucho más joven», afirma. 

Estudiantes universitarios, en la Calle Real, a la espera de acceder a un piso donde se celebra una fiesta. Estudiantes universitarios, en la Calle Real, a la espera de acceder a un piso donde se celebra una fiesta. - Foto: D.S.

Considera que ‘el botellón’ «cada vez va a más y hace daño», mientras denuncia otras prácticas que están minando la rentabilidad de pubs y discotecas, como que los salones de boda permitan en verano a los invitados que tomen copas hasta incluso las seis de la mañana, un público que los locales de ocio nocturno dan ya por perdido.

Rompe una lanza por los empresarios ‘de la noche’ que mantienen sus locales abiertos desde hace décadas. «Hace unos años el que cogía un bar o discoteca lo cerraba al año siguiente. El traspaso lo cogía otro chaval joven y ocurría lo mismo. Si aguantas tantos años, es porque el público valora su local, el ambiente y servicio que ofreces. Puede ser más difícil —subraya— mantener un local de noche que un restaurante».

«La noche machaca mucho y tener abierto tantos años tiene mucho mérito», asegura, por su parte, Javier García Crespo ‘Miki’. Trabajó en discotecas de Benidorm y en diferentes bares y locales de Segovia —‘El Aperitivo’ ‘El Salón’ o ‘El Bahía’— antes de abrir su propio establecimiento, ‘El Indian’, que estuvo abierto una década. No duda del giro copernicano que ha experimentado la ‘noche segoviana’. En su opinión, aparte de que «hay menos gente joven que hace años», según dice, existe un claro «cambio de tendencia». 

La especialización. En opinión de Miki, «los más jóvenes prefieren el botellón y otros, a cierta edad, ya prefieren vivir más el día, el famoso ‘vermú torero’ [el que se prolonga más allá de las cinco de la tarde] e irse pronto a casa». «El tema del tabaco —añade— también afectó, además en plena crisis económica. La noche ha pegado un bajón importante, aunque también se ha producido una especialización».

El exempresario hace referencia a establecimientos ‘nocturnos’ que han encontrado su hueco gracias a que se han especializado en productos muy concretos —cervezas artesanas o ginebras— caso de ‘Menorá’, que abrió en octubre de 1997, de la mano de Gustavo Gómez. «Por la noche, en invierno, quizá trabajo mejor que hace diez años. Mis clientes ya conocen las bebidas destiladas Premium, en lo que me he especializado. Es un mercado que subió mucho hace siete u ocho años. Ahora quizá está un poco más estancado pero aquí es donde tengo un público muy fiel». 

Miki y Gustavo coinciden en que los hábitos poco tienen que ver con los de hace décadas. «Antes se salían más días» para ‘alternar’ o de marcha nocturna, dice el primero, mientras el segundo añade que si hace años «se salía a las ocho de la tarde y no se paraba hasta las cinco o seis de la madrugada [con parada final en las discotecas], ahora se va de vermú torero, se aguanta por el día hasta las diez o las once y la gente se retira para salir al día siguiente a tomarse sus vinos o cañas».

Hace décadas bares, pubs y hasta discotecas en Segovia tenían clientes  casi a diario, aunque se «multiplicaban» de jueves a sábado. Hoy los amantes del ocio nocturno tienen una clara preferencia: el sábado. «El sábado es el rey. El viernes fluctúa, unos trabajas mucho y otros muy poco; es un misterio», afirma el propietario de Menorá. «Pues antes —puntualiza Ernesto— las discotecas abríamos todos los días. En los 80 siempre tenías gente, a diario, y se llenaba de jueves a sábado. Hoy en día eso es inviable».

No menos veterano que los anteriores es José Arranz, de Bar Santana, abierto a principios de los 90, y verdadera ‘cuna’ para los amantes del rock, que durante años pudieron disfrutar de conciertos en formato acústico.  «Ciertamente, la noche es algo distinta, pero sigue habiendo mucha gente, y los sábados por la noche, pues más», dice Jose, que habla de un fenómeno nuevo que se relaciona con el turismo. «Viene gente de Madrid a disfrutar de la tarde y muchos se quedan. Son parejas o grupos de fin de semana que buscan tu bar y se tiran toda la noche», asegura José ‘Santana’.

Precios «razonables». En la calle Infanta Isabel está también ‘Shout’, abierto desde 1994, otro ‘superviviente’ de la noche que regenta Juanfran Martín. Con apenas 15 años ya ‘pinchaba’ en Vogue, para después colaborar en la programación de conciertos de varias salas, como ‘Petit Comité’, hasta que se decidió por abrir su propio negocio. «Que la noche no es lo que era, pues no estoy muy de acuerdo. El público es distinto, quizá ahora sale gente más joven», apunta Juanfran, que considera que la crisis supuso un forzado cambio de hábitos. «Salir cuesta dinero y con los años la gente se tiró al tercio de cerveza en lugar de las copas» pese a que, según dice, el precio de las consumiciones en Segovia es razonable y reducido si se compara, por ejemplo, con Madrid. 

«Antes en los grupos de amigos se pagaban por rondas y ahora cada uno paga lo suyo. De la misma forma, antes no se concebía entrar en una discoteca y no consumir, al menos una copa», apunta Juanfran. En este punto, Miki y Fito meten baza. «Era una norma no escrita. Y se pagaba entrada con consumición», dice Miki. «Ahora ya estamos empezando a cobrar entrada porque no es razonable que entren en la discoteca y no consuman», dice Fito, que apunta que el precio de las copas en Segovia es «irrisorio» en comparación con otras ciudades.

«La jodienda no tiene enmienda, que diría Cela, es decir, la gente sigue queriendo salir a divertirse», bromea Juanfran. «Y nosotros trabajando, mientras ellos se divierten, es un tópico, pero es así». 

La fiesta, más en el piso y menos en el bar

No hay ciudad universitaria que se libre de las ‘sonadas celebraciones’ de estudiantes, que suelen utilizar los pisos para sus ‘fiestas privadas’. Tampoco Segovia. Antes la ‘fiesta’ se centraba más en el bar de turno; mientras que ahora lo habitual es arrancar la fiesta en el piso y solo abandonarlo, pasada la medianoche, para acudir a algún local de ocio nocturno para tomar ‘la última copa’.

Con independencia de que las ‘happy hours’ domésticas minan el negocio hostelero —cada vez hay menos locales de ocio nocturno—, los principales perjudicados son los vecinos, a quienes el ruido de las fiestas estudiantes les ‘retumba’ más que nunca.

¿Y si el piso de al lado hace más ruido —molesta más— que el bar de la esquina? En Segovia las quejas vecinales ante la Policía Local por ruidos en domicilios son ya el triple de las que provocan los bares. De enero a septiembre, se han registrado 136 avisos por ruidos de vecinos, apartado que incluye quejas por el volumen excesivo del televisor, una fuerte discusión o la celebración de una fiesta. En el mismo periodo, se registraron 71 avisos por ruidos en calles; 43 por ruidos en los bares y 24 ‘por otros ruidos’.

El concejal de Podemos-Equo, Guillermo San Juan, ha manifestado su preocupación por las molestias ocasionadas por los inquilinos de los ‘pisos de estudiantes’; un fenómeno que ciñó, casi en exclusiva, al casco histórico y a viviendas ocupadas por «estudiantes extranjeros», en alusión a alumnos de IE University.

La realidad es que las ‘fiestas’ en pisos no solo las protagonizan los alumnos del campus privado. «Muchas son por el casco antiguo, pero también hay quejas e intervenciones fuera del recinto amurallado», según apuntó, hace tan solo unos meses, en declaraciones a El Día de Segovia, el jefe de la Policía Local, Julio Rodríguez Fuentetaja. El jefe policial localizaba estos avisos vecinales, quejosos por ruidos, en zonas como la plaza de la Universidad, la avenida de la Constitución o Santa Eulalia, que sería territorio de los estudiantes del Campus María Zambrano de la UVa. En una ocasión la Policía local llegó a desalojar a más de 80 jóvenes de fiesta en un piso. Es el récord, de momento.