El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha contradicho a su nuevo ministro de Salud, Marcelo Quiroga, el tercero desde que empezó la pandemia, y ha vuelto a criticar las medidas de confinamiento para evitar los contagios, insistiendo en que "quedándose en casa no se soluciona el problema".
"No es quedándose en casa como vamos a solucionar este problema. Esas medidas ya están siendo adoptadas, pero su objetivo era conseguir camas de unidades de cuidados intensivos y respiradores para que las personas no perdieran sus vidas por falta de asistencia", ha dicho Bolsonaro.
Estas palabras del presidente han tenido lugar durante una reunión celebrada este miércoles por el comité de emergencia formado la semana pasada por miembros del Gobierno, entre ellos el ministro Quiroga, y representantes del Congreso, en la que ha vuelto a dejar patente su negativa al confinamiento.
"Ninguna nación se sostiene por mucho tiempo con este tipo de políticas. Y lo que realmente queremos es volver a la normalidad lo antes posible. Buscando medidas para combatir la pandemia, como lo hemos hecho con el tema de las vacunas", ha insistido Bolsonaro, tal y como recoge la prensa brasileña.
La reacción del presidente se produjo después de que Quiroga defendiera durante su turno de palabra la necesidad de evitar las "aglomeraciones innecesarias" durante la próxima festividad de Semana Santa, así como la "importancia" de usar mascarilla y mantener el distanciamiento. "Las medidas extremas no son deseadas", pero "vamos a tener que hacer eso", ha señalado.
Antes de la intervención también participaron el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, y su homólogo en el Senado, Rodrigo Pacheco, aliados de Bolsonaro, pero que en esta ocasión avalaron las recomendaciones de Quiroga.
"Una sugerencia muy valiosa del ministro de Salud es aprovechar la ocasión de la Semana Santa, que es un día festivo que tiende a estimular las aglomeraciones, para que el pueblo brasileño sea consciente de que necesita hacer distanciamiento social incluso en los días festivos", ha aplaudido Pacheco.
A su vez, el presidente del Senado pidió que existiera "una homogeneidad en la comunicación social de Gobierno", una "uniformidad en el discurso", ha insistido, acerca de lo "necesario" que es vacunarse, usar mascarilla, la higiene, o el distanciamiento social para prevenir el aumento de la enfermedad en el país".
Sin embargo, Bolsonaro, que ha sido el último en intervenir, ha seguido insistiendo en que el confinamiento perjudica a la economía y ha criticado a los gobernadores y autoridades locales que continúan con esas medidas dentro de sus territorios.
La convivencia de Bolsonaro con sus ministros de Salud desde el origen de la pandemia ha estado marcada por los desencuentros, llegando incluso a calificar a alguno de ellos como desleales por defender las posturas de las autoridades locales y estatales que abogaban por el confinamiento como mejor medida para frenar el avance del coronavirus.
El primero en salir fue Luiz Henrique Mandetta, seguido de Nelson Teich, quien apenas estuvo un mes. Ambos habían mostrado sus diferencias con Bolsonaro no sólo por la aplicación de las medidas de confinamiento, sino también por la viabilidad de usar cloroquina, un fármaco contra la malaria, para tratar la COVID-19.
El último en caer fue el general Eduardo Pazuello, el único de los tres que se plegó a las directrices de Bolsonaro, lo que provocó un desgaste tremendo, con una posible investigación por parte del Tribunal Supremo de Brasil por mala praxis durante su mandato al frente del Ministerio de Salud.
En las últimas 24 horas, las autoridades brasileñas han confirmado un nuevo récord de fallecidos diarios a causa del coronavirus, que deja ya 317.646 víctimas mortales y más de 12,6 casos acumulados.